Una voz grave llego de un recodo:

— Maldita sea, le adverti a ese estupido hijo de puta…

A la voz siguio el ruido de pisadas rapidas, un ligero galope; venia con el semblante enojado, abrochandose una pistolera, y se topo con ellos.

El oficial mercenario reacciono instantaneamente, transformando la colision accidental en una acometida. Mayhew recibio una patada en el vientre. Miles fue empujado contra la pared y se encontro en una confusa y renida pelea por la posesion de su propia arma.

— ?Inmovilizalo, Arde! — grito, sofocado por un codo que le apretaba los dientes.

Mayhew se arrastro hasta el inmovilizador, giro y disparo. El mercenario se desplomo, y el resplandor del rayo hizo caer a Miles de rodillas, aturdido.

— Definitivamente, es mejor pillarlos dormidos — balbuceo Miles —. Me pregunto si hay mas como el… ella…

— Ello — resolvio Mayhew resueltamente, volteando al hermafrodita para revelar los rasgos enganosos de lo que podria ser un joven apuesto o una mujer de rostro firme. El cabello oscuro le enmarcaba la cara y le cubria la frente —. Betano, por el acento.

— Tiene sentido — opino Miles, mientras se incorporaba con esfuerzo —. Creo… — Se aferro a la pared, se golpeo la cabeza contra la misma sin poder evitarlo y luces de extranos colores le nublaron la vision: ser inmovilizado no era tan indoloro como parecia —. Mejor sigamos andando… — Se apoyo agradecido en el brazo que Mayhew le ofrecio como sosten.

Revisaron una docena mas de camaras sin mas inconvenientes. Finalmente, llegaron a la sala de navegacion, donde se toparon con dos cuerpos apilados junto a la puerta; Bothari y Daum parecian tranquilos.

— Ingenieria informa: mision cumplida — dijo Bothari nada mas los vio entrar —. Cuatro inmovilizados, lo que hace un total de siete.

— Nosotros tenemos cuatro — dijo Miles —. ?Podeis ver si el ordenador tiene algun registro, para controlar si ya tenemos el total?

— Ya esta hecho, mi senor — respondio Bothari, relajandose un poco —. Estan todos, al parecer.

— Bien.

Miles se tambaleo un poco hasta una silla, frotandose la boca dos veces golpeada. El sargento entrecerro los ojos.

— ?Esta usted bien, mi senor?

— Me alcanzo el destello del inmovilizador. Estare bien. — Hizo un esfuerzo para concentrarse. ?Que seguia ahora? —. Supongo que sera mejor que encerremos a estos tipos antes de que despierten.

La cara de Bothari se convirtio en una mascara.

— Nos sobrepasan tres a uno y estan tecnicamente adiestrados. Tratar de mantenerlos a todos prisioneros es sumamente peligroso.

Miles le miro con dureza y le aguanto la mirada.

— Ya pensare algo — dijo, pronunciando enfaticamente cada palabra.

Mayhew resoplo.

— ?Que otra cosa se puede hacer? ?Empujarlos afuera por la camara de compresion? — El silencio que recibio la broma le hizo cambiar la expresion hasta asustarle.

Miles se incorporo de golpe.

— Tan pronto como los hayamos asegurado, sera mejor que pongamos ambas naves en marcha para la reunion. Los oseranos muy pronto empezaran a buscar la nave que falta, aun si no reciben una senal de emergencia. Quiza la gente del mayor Daum pueda encargarse, por nosotros, de estos sujetos, ?no?

Hizo un gesto hacia Daum, quien se encogio de hombros y respondio:

— ?Como puedo saberlo?

Miles salio hacia la sala de maquinas, con el andar todavia inseguro.

Lo primero que Miles advirtio al entrar en la sala de maquinas fue que el botiquin de primeros auxilios no estaba en su lugar. Tuvo una oleada de aprehension y comenzo a buscar a Elena. Seguramente, Bothari hubiera informado acerca de heridos… Espera, ahi estaba; poniendo vendas, no siendo vendada.

Jesek estaba desplomado en una silla y Elena le estaba aplicando algo a una quemadura en el brazo. El maquinista le sonreia con una expresion (muy tonta, penso Miles) de gratitud.

La sonrisa se acentuo al ver a Miles. Se levanto — para sorpresa de Elena, que estaba tratando de ajustar el vendaje en ese momento — y presento a Miles el vivo saludo del Servicio barrayarano.

— Sala de maquinas asegurada, mi senor — entono, y luego trago una risita.

Histeria sofocada, se dijo Miles. Elena volvio a sentarle, exasperadamente, en la silla, donde otra risita ahogada se le escapo. Miles miro a Elena.

— ?Como te fue en tu primera experiencia de combate, eh? — indico con la cabeza el brazo de Jesek.

— No nos cruzamos con nadie en el camino. Suerte, supongo — explico la joven —. Los pillamos por sorpresa; entramos de golpe y alli mismo inmovilizamos a dos. Un tercero, que tenia un arco de plasma, se escondio detras de aquellas tuberias. Entonces esta mujer me salto encima… — un ademan indico una figura inconsciente, de blanco y gris, que yacia en la cubierta —; lo cual, probablemente, me salvo la vida, porque el del arco de plasma no podia disparar mientras estabamos peleando por mi inmovilizador. — Miro a Jesek, sonriendo con admiracion —. Baz cargo contra el y le puso fuera de combate. Yo estaba medio sofocada por mi rival ya, pero Baz la inmovilizo y todo termino. Hay que ser audaz para cargar contra un arco de plasma con un inmovilizador. El mercenario solo llego a disparar una vez; eso es lo que le paso a Baz en el brazo. Yo no me hubiera animado a hacer eso, ?tu lo habrias hecho?

Durante el relato, Miles estuvo caminando por el cuarto, reconstruyendo mentalmente la accion. Empujandolo con la bota, giro el cuerpo inerte del que habia usado el arco, y penso en su propio recuento del dia: un borracho tambaleante y dos mujeres dormidas. Los celos le punzaban. Aclaro, pensativo, su garganta y alzo la vista.

— No, yo probablemente hubiera echado mano de mi propio arco de plasma y hubiese intentado fundir los sostenes de esa barra que esta ahi para que le cayera encima. Luego, le habria atrapado, tras recibir el golpe, o le habria inmovilizado cuando tratara de salir de ahi abajo.

— Oh — dijo Elena.

La sonrisa de Jesek se evaporo ligeramente.

— No pense en eso.

Miles se pateo a si mismo mentalmente. Burro…, ?que clase de jefe trata de sacarle puntos de ventaja a un hombre que necesita confianza? Un cretino de miras cortas, obviamente. Este lio estaba solo empezando. Se enmendo inmediatamente.

— Aunque, quiza, tampoco habria hecho eso, bajo el fuego. Es enganosamente facil hacer una segunda suposicion sobre algo o alguien cuando uno no esta en el fragor de la lucha. Lo hiciste extremadamente bien, Jesek.

El rostro de Jesek se puso serio. La sonrisa histerica desaparecio, pero dejo un residuo de rigidez en su postura.

— Gracias, mi senor.

Elena salio para examinar a uno de los mercenarios inconscientes, y Baz aprovecho para preguntarle en voz baja a Miles:

— ?Como lo supo? ?Como supo que yo podria…? Diablos, yo mismo no lo sabia. Pense que jamas podria enfrentarme otra vez al fuego. — Miro vorazmente a Miles, como si fuera una especie de oraculo mistico, o un talisman.

— Siempre lo he sabido — mintio alegremente Miles —, desde el momento en que te conoci. Esta en la sangre, ya sabes. Hay algo mas en ser Vor que el mero derecho de usar una silaba graciosa delante del nombre.

— Siempre crei que era un cargamento de estiercol — dijo Jesek con toda franqueza —. Ahora… — Sacudio la cabeza con asombro.

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