De repente, se dio cuenta de ese algo mas de sus rostros: era la misma expresion de anhelo descorazonado que habia visto en Mayhew y en Jesek. Le generaba una inexplicable frialdad en la boca del estomago.

Llevo a un lado al sargento Bothari.

— ?Tienes aun esa vieja copia del reglamento del Servicio Imperial Barrayarano que solias llevar encima?

Era la biblia de Bothari; Miles se habia preguntado en ocasiones si el sargento habria leido alguna vez otro libro que no fuera ese.

— Si, mi senor. — Bothari le miro como diciendo, ?y ahora que?

Miles suspiro aliviado.

— Bien, la quiero.

— ?Para que?

— El reglamento de la flota Dendarii.

Bothari parecio desmoronarse.

— No ira a…

— La pasare al ordenador; hare una copia, cambiare los nombres y quitare todas las referencias culturales; no llevara mucho tiempo.

— Mi senor…, ?es el reglamento antiguo! — La grave voz monotona del sargento estaba casi agitada —. Cuando esos gusanos sin agallas le echen un vistazo a la vieja disciplina de ceremonias…

Miles sonrio.

— Si…, si vieran las especificaciones de los trajes antiguos, probablemente se desmayarian. No te preocupes, lo pondre al dia segun lo vaya copiando.

— Su padre y el Estado Mayor ya lo intentaron hace quince anos; les llevo dos anos poner los reglamentos al dia.

— Bueno, eso es lo que pasa con los comites.

Bothari sacudio la cabeza, pero le dijo donde podia encontrar el viejo disco de datos entre sus cosas.

Elena se incorporo a la reunion; parecia nerviosa. Pero imponente, penso Miles; como un pura sangre.

— Los he dividido en dos grupos, segun tu lista — informo —. Y, ahora, ?que?

— Llevate a tu grupo al gimnasio y comienza con las clases de entrenamiento fisico. Primero, las cosas basicas y luego les ensenas lo que te enseno tu padre.

— Nunca le he ensenado a nadie antes…

Miles le sonrio, infundiendole confianza a su rostro, a sus ojos, a su cuerpo.

— Mira, probablemente puedas pasarte los dos primeros dias haciendo que demuestren ellos lo que saben, mientras te paras al lado y dices cosas como «mm», «aja» o «que Dios nos ayude». Lo importante no es ensenarles algo, sino mantenerlos ocupados, cansarlos, no darles tiempo para que piensen ni para que planeen nada ni para que coordinen sus fuerzas. Es solo una semana. Si yo puedo hacerlo — dijo virilmente —, tu puedes hacerlo.

— Ya he oido eso antes en alguna parte — murmuro Elena.

— Y tu, sargento, toma a tu grupo y empieza con ejercicios de armas. Si se te acaban los ejercicios barrayaranos, los procedimientos corrientes oseranos estan en los ordenadores; copiales alguno. Pasealos. Baz tendra a su gente tirada en el suelo alla en maquinas…, los obligara a hacer una limpieza como jamas la han hecho antes. Y despues que yo tenga dispuesto ese reglamento, podremos empezar a hacerles preguntas sobre el, ademas. Extenuadlos.

— Mi senor — dijo sombrio el sargento —, ellos son veinte y nosotros, cuatro. Al terminar la semana, ?quienes cree usted que estaran mas cansados? — Se puso vehemente —. ?Mi primera responsabilidad es cuidar de su pellejo, maldita sea!

— ?Estoy pensando en mi pellejo, creeme! Y puedes proteger mejor mi pellejo yendo alli y haciendoles creer que soy un jefe mercenario.

— Mas que un jefe, un director de holovideos — murmuro Bothari.

El trabajo de correccion del Reglamento Imperial demostro ser mas largo y engorroso de lo que Miles habia previsto. Incluso el sacrificio salvaje de capitulos tales como los que detallaban instrucciones para ceremonias puramente barrayaranas, como la Revista del Cumpleanos del Emperador, dejaba en pie una enorme cantidad de material. Miles cortaba grandes trozos, haciendo limpieza tan rapido como podia.

Era el contacto mas cercano que habia tenido en su vida con normas militares, y pensaba en ellas a altas horas del ciclo nocturno. La organizacion parecia ser la clave. Tener enormes masas de hombres adecuadamente armonizadas, junto con el material, en el lugar apropiado, en el momento apropiado, en el orden apropiado, con la rapidez requerida para lograr incluso la supervivencia; luchar a brazo partido para encerrar una realidad infinitamente compleja y confusa en el contorno abstracto de la victoria… La organizacion, al parecer, podia ademas superar al coraje como virtud militar.

Recordo una observacion de su abuelo: «Se han ganado o perdido mas batallas por la accion de los oficiales encargados de suministros que por la de cualquier Estado Mayor.» Habia, a proposito, una anecdota clasica acerca de un oficial de suministros que habia remitido a las tropas del entonces joven general guerrillero la municion equivocada. «Le tuve colgado de los pulgares durante un dia», solia recordar su abuelo, «pero el principe Xav me hizo bajarle». Miles palpo su daga en la cintura y elimino cinco pantallas de normas sobre armamento de plasma montado en la nave, por obsoleto desde hacia ya una generacion.

Sus ojos estaban enrojecidos y sus mejillas palidas y demacradas con la barba crecida, hacia el final del ciclo nocturno. Pero habia abreviado su plagio en un claro y feroz manual para lograr que todas las armas apuntasen en la misma direccion. Se lo entrego a Elena para que fuera copiado y distribuido, antes de irse tambaleando a lavarse y cambiarse de ropa, lo mejor para presentarse delante de sus «nuevas tropas» como un jefe con ojos de aguila, y no con ojos de urraca.

— Hecho — le dijo en un murmullo —. ?Me convierte esto en un pirata espacial?

Elena contesto con un suspiro.

Miles hizo lo mas que pudo para ser visto por todas partes durante el siguiente ciclo diurno. Volvio a inspeccionar la enfermeria, dando su aprobacion con un grunido. Observo las «clases» de Elena y del sargento, tratando de parecer como si estuviera tomando nota del rendimiento de cada mercenario con una severa evaluacion, sin que se notara que estaba a punto de quedarse dormido de pie, como en verdad ocurria. Saco tiempo para mantener una conversacion privada con Mayhew, quien estaba ahora solo al mando de la RG 132, para ponerle al corriente y reforzar su confianza en el nuevo plan para mantener la custodia de los prisioneros. Redacto unos examenes superficiales por escrito sobre su nuevo «Reglamento Dendarii» para que Elena y Bothari los repartieran.

El funeral del oficial piloto fue por la tarde, hora de la nave. Miles hizo de ello un pretexto para una rigurosa inspeccion del equipo personal y de los uniformes de los mercenarios; una revista apropiada. Por consideracion al ejemplo y a la cortesia, los Bothari y el mismo se vistieron con las mejores ropas que tenian del funeral de su abuelo. Su brillo sombrio cumplimentaba artisticamente el vivo gris y blanco de los mercenarios.

Thorne, palido y silencioso, observaba el acto con una extrana gratitud. Miles estaba tambien mas bien palido y callado, y respiro aliviado en su interior cuando el cuerpo del piloto fue incinerado al fin y sus cenizas esparcidas por el espacio. Miles le permitio a Auson dirigir sin impedimentos la breve ceremonia; sintio que su mas encumbrada hipocresia dramatica no le alcanzaba para asumir esa funcion.

Se retiro luego a la cabina que habia elegido para si, diciendole a Bothari que queria estudiar el verdadero reglamento y los procedimientos oseranos. Pero su concentracion le estaba fallando. Raros destellos de movimientos sin formas se sucedian en su vision periferica. Se tumbo, pero no pudo dormir. Volvio a caminar por la cabina con su paso desigual; rodaban por su cerebro ideas para perfeccionar el plan de los prisioneros, pero luego se le escapaban. Se sintio agradecido cuando Elena le interrumpio para informarle de la situacion.

Le confio a ella, mas bien al azar, una media docena de sus nuevas ideas; luego le pregunto ansiosamente:

— ?Te parece que se estan tragando todo este asunto? No estoy muy seguro de como me estan tomando, ?van a aceptar ordenes de un muchacho?

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