— El no traicionaria…

— Probablemente, tuvieron bastante tiempo para preparar esto. Hay… — Miles tomo aliento —, hay muchas maneras de quebrantar a un hombre. Apuesto a que hubo un ataque peliano hace unas semanas, solo que no fue rechazado.

Entonces, todo estaba acabado, la rendicion era inevitable. La RG 132 y su cargamento serian confiscados; Daum hecho prisionero de guerra; y Miles y sus vasallos internados, si no ejecutados en el acto. La seguridad de Barrayar le rescataria eventualmente, suponia Miles, con todo el escandalo debido. Ademas, el betano, Calhoun, con sus Dios-sabe-que cargos civiles y, luego, el hogar para explicarlo todo delante del ultimo tribunal: su padre. Miles se pregunto si podia renunciar a su inmunidad diplomatica Clase III en Colonia Beta, tal vez podria ser encerrado alli; pero no, los betanos no encarcelaban a sus delincuentes, los curaban.

Los ojos de Daum estaban agigantados; su boca, tensa.

— Si — susurro, convencido —. ?Que haremos, senor?

?Me preguntas a mi?, penso Miles, furioso. Socorro, socorro, socorro… Observo las caras a su alrededor: Daum, Elena, Baz, los tecnicos mercenarios, Thorne y Auson. Le miraban a su vez con interesada confianza, como si fuera una gallina a punto de poner un huevo de oro. Bothari se apoyaba contra la pared; por una vez, su mirada estaba desprovista de sugerencias.

— Estan preguntando por que se interrumpio nuestra transmision — informo el oficial de comunicaciones.

Miles trago saliva y produjo su primer basilisco.

— Ponles alguna musica pegadiza — ordeno — y mandales una senal de «dificultades tecnicas; por favor mantengase en linea» por el video.

El oficial de comunicaciones sonrio y se apresuro a obedecer.

Bueno, eso cubria los siguientes noventa segundos…

Auson, con los brazos inmovilizados, parecia tan enfermo como Miles se sentia. Sin duda no le agradaba la perspectiva de tener que explicarle a su almirante la humillante captura que habia sufrido. Thorne contenia la excitacion. El teniente esta a punto de conseguir vengarse por esta semana, se dijo Miles miserablemente, y lo sabe.

Thorne pregunto, en posicion de firmes:

— ?Ordenes, senor?

Dios mio, ?no se dan cuenta de que estan libres?, penso Miles. Y entonces considero, con nueva y mas desatinada esperanza: me siguieron a casa, papa; ?puedo quedarme con ellos?

Thorne, experimentado, conocia la nave, los soldados y el equipo muy intimamente, no superficialmente, sino en profundidad; mas importante aun, Thorne tenia tambien una inercia hacia adelante, dispuesto siempre a avanzar. Miles se irguio cuanto pudo y ladro:

— Asi que crees que estas preparado para comandar una nave de guerra, ?no, recluta Thorne?

Thorne se enderezo mas todavia, con la barbilla ansiosamente pronunciada.

— ?Senor?

— Nos encontramos con un problema tactico de lo mas interesante. — Esa era l frase que su padre habia empleado al describir la conquista de Komarr —. Voy a darle una oportunidad al respecto. Podemos hacer esperar a los pelianos un minuto mas, aproximadamente. Como comandante, ?como manejaria esto?

Miles cruzo los brazos y ladeo la cabeza, a la manera de un supervisor particularmente intimidatorio que habia tenido en sus examenes de aspirante.

— Caballo de Troya . dijo Thorne inmediatamente —. Emboscar su emboscada, y tomar la estacion desde dentro… Usted desea capturarla intacta, ?no?

— Ah — respondio Miles vagamente —, eso estaria bien. — Recorrio rapidamente su memoria en busca de algunos tonos que sonaran a consejero militar —. Pero deben de tener algunas naves ocultas por alguna parte, aqui alrededor. ?Que propones hacer a ese respecto, una vez que te has propuesto defender una base inmovil? ?Acaso la refineria esta armada?

— Puede estarlo en pocas horas — senalo Daum — con los interceptores maser que tenemos en la bodega de la RG 132. Aprovechar partes de los satelites de fuerza, e, incluso, reparar los colectores solares, si hay tiempo, para cargarlos…

— ?Interceptores maser? — murmuro Auson —. Crei que habian dicho que el contrabando era de consejeros militares…

Miles alzo rapidamente su voz para invalidar esto.

— Recuerda que estamos escasos de personal y que, decididamente, no podemos despilfarrarlo justo ahora. — Particularmente, a los oficiales dendarii… Thorne puso una mirada de abatimiento; Miles estaba momentaneamente aterrado por haberse excedido en las objeciones, provocando que Thorne le devolviera la iniciativa ante el problema —. Convenceme, entonces, recluta Thorne, de que tomar la base no es tacticamente prematuro. — Miles se apresuro a hacer la invitacion.

— Si, senor. Bien, las naves de defensa por las que debemos preocuparnos son, casi seguro, oseranas. La capacidad de la ingenieria peliana esta muy por debajo del promedio; no tienen en absoluto la biotecnologia para fabricar naves de saltos. Y nosotros tenemos todos los codigos y procedimientos oseranos, pero ellos no conocen nada de nuestros codigos y procedimentos dendarii. Creo que yo… nosotros podemos tomarlos.

?Nuestros codigos dendarii?, se repitio Miles para si.

— Muy bien, recluta Thorne. Adelante — le ordeno en voz alta y resuelta —. No intervendre a menos que sea necesario. — Se metio las manos en los bolsillos a manera de simbolo de enfasis, y tambien para evitar morderse las unas.

— Llevennos al desembarcadero, entonces, sin levantar sospechas — dijo Thorne —. Yo preparare la partida de asalto… ?Puedo llevar al comandante Jesek y a la comandante Bohari?

Miles asintio con un gesto; el sargento Bothari contuvo el aliento, pero no dijo nada, cubriendole la espalda a Miles, como siempre. Thorne resplandecia con visiones de capitanazgo; salio, seguido por los «consejeros» reclutados. La cara de Elena brillaba de excitacion. Baz hizo girar entre sus labios un cigarro, mas bien empapado, y salio detras de ella, su mirada brillaba indescifrablemente. Habia color en su rostro, observo Miles.

Auson permanecio de pie, cabizbajo, con el rostro surcado por la ira, la verguenza y la sospecha. Hay un motin en ciernes, penso Miles. Bajo la voz para que solo el ex capitan lo oyera.

— Debo senalarte que todavia sigues en la lista de heridos, recluta Auson.

Auson meneo los brazos.

— Hace dos dias que me podrian haber quitado esto, maldita sea.

— Debo senalarte tambien que, si bien le he prometido la recluta Thorne un mando, no le he dicho de que nave. Un oficial debe ser capaz de obedecer tanto como de mandar. A cada uno, su propia prueba; a cada uno, su propia recompensa. Estare observandote a ti tambien.

— Hay solo una nave.

— Estas lleno de suposiciones. Un mal habito.

— Usted esta lleno de… — Auson cerro la boca con un chasquido, y le dirigio a Miles una larga, pensativa mirada.

— Digales que estamos listos para las instrucciones de desembarco — le ordeno Miles a Daum.

Miles ansiaba ser parte de la pelea, pero descubrio, para desanimo suyo, que los mercenarios no tenian armaduras espaciales tan pequenas como para su tamano.

Bothari gruno aliviado. Miles penso entonces en acompanarlos con un simple traje de presion; si no al frente de la acometida, en la retaguardia al menos.

Bothari casi se atraganto con la sugerencia.

— Juro que le golpeare y me sentare encima suyo si se acerca a esos trajes — gruno.

— Insubordinacion, sargento — le susurro Miles como respuesta.

Bothari miro de reojo primero a los mercenarios reunidos en el deposito de armaduras para asegurarse de no ser escuchado.

— Yo no voy a acarrear su cuerpo sin vida de vuelta a Barrayar para descargarlo a los pies de mi senor conde como algo que atrapo el gato, maldita sea. — El sargento devolvio una fuerte mirada a cambio del aire irritado con que Miles le miraba.

Вы читаете El aprendiz de guerrero
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату