otros veian el espacio entre ellas. Frio… —. ?Estas planeando ir al cielo, sargento?
— Como el perro de mi senora. La sangre lava el pecado. Ella me lo juro…
Se quedo callado, la mirada siempre en las profundidades. Luego, la petaca se le deslizo entre los dedos, y comenzo a roncar. Miles se sento con las piernas cruzadas, velandole el sueno; una pequena figura en ropa interior contra la negra inmensidad, y muy lejos de casa.
Afortunadamente, Baz se recupero muy rapido y pudo trabajar al dia siguiente, con la ayuda de un refuerzo en el cuello para aliviar sus cervicales danadas. Su comportamiento hacia Elena era penosamente circunspecto cuando Miles estaba presente, sin darle a este motivos para insistir en sus celos; pero, por supuesto, donde Miles estaba, estaba tambien Bothari, lo cual quizas lo explicara.
Miles empezo por acumular todos sus magros recursos en conseguir que la
El intento de Miles de hacerse presente en el lugar y colaborar con los tecnicos en la seleccion de armas en la bodega de la RG 132 fue interrumpido constantemente por gente que pedia instrucciones, ordenes, detalles o, mas frecuentemente, autorizacion para aprovechar alguna pieza del equipamiento de la refineria o algun repuesto o algun suministro militar no utilizado, para el trabajo que estaban realizando. Miles autorizaba alegremente todo cuanto le ponian delante, ganandose reputacion por su brillante capacidad de decision. Su firma se estaba convirtiendo en una floritura finalmente ilegible.
La falta de personal, desafortunadamente, no era factible de tal tratamiento. Dobles turnos que se convertian en turnos triples tendian a terminar en una perdida de eficacia, producto del agotamiento. Miles se sintio acuciado por la necesidad de intentar otro abordaje.
Dos botellas de vino feliciano, calidad desconocida. Una botella de licor tau cetano, naranja palido, no verde, afortunadamente. Dos banquetas plegables de nilon y plastico, una pequena y endeble mesa de campana de plastico. Una media docena de golosinas felicianas envueltas en papel plateado — Miles esperaba que fueran golosinas —, cuya composicion exacta era misteriosa. Debia ser suficiente. Miles cargo los brazos de Bothari con el picnic robado, recogio lo que desbordaba y se encamino hacia el sector de la prision.
Mayhew alzo una ceja al cruzarse con ellos en un pasillo.
— ?Adonde van con todo eso?
— A cortejar, Arde — dijo sonriendo Miles —, a cortejar.
Los pelianos habian dejado un area provisional de confinamiento, un sector de almacenaje despejado a toda prisa, lleno de canerias y seccionado en una serie de pequenas y frias celdas metalicas. Miles se hubiera sentido mas culpable por encerrar seres humanos en ella si n hubiera sido un caso de fuerza mayor.
Sorprendieron al capitan Tung colgado con una mano de la instalacion electrica y tratando de hacer palanca en la cubierta con un broche de presion arrancado de su uniforme; hasta ahora en vano.
— Buenas tardes, capitan — dijo Miles, dirigiendose a los tobillos colgantes, con risueno buen humor.
Tung le miro desde arriba, con el ceno fruncido, calculando; midio a Bothari, encontro la suma no muy a su favor y se dejo caer al suelo con un grunido. El guardia cerro otra vez la puerta tras ellos.
— ?Que pensaba hacer con eso si quitaba la cubierta? — pregunto Miles con curiosidad.
Tung le miro despreciativamente, como un hombre a punto de escupir, y se encerro luego en un recalcitrante silencio. Bothari acomodo la mesa y las banquetas, descargo las cosas y se apoyo contra la pared al lado de la puerta, esceptico. Miles se sento y abrio una botella de vino. Tung permanecio de pie.
— ?Me acompana, capitan? — invito cordialmente Miles —. Se que no ha cenado todavia. Estaba esperando que pudieramos tener una breve charla.
— Soy Ky Tung, capitan, Flota Mercenaria Libre Oserana. Soy ciudadano de la Democracia Popular de Gran Sudamerica, la Tierra; mi numero de deber social es T275-389-45-1535-1724. Esta «charla» ha terminado. — Los labios de Tung parecieron sellarse en una linea de granito.
— Esto no es un interrogatorio — explico Miles —, lo cual seria mucho mas eficientemente conducido por el equipo medico, de todas maneras. Vea, incluso le dare alguna informacion. — Se levanto y le dedico una reverencia formal —. Permitame presentarme. Mi nombre es Miles Naismith. — Indico la otra banqueta con un gesto —. Por favor, sientese. Paso bastante tiempo con calambres en el cuello.
Tung vacilo, pero finalmente se sento, aceptando hacerlo solo en el borde de la silla.
Miles sirvio y tomo un sorbo. Buscaba recordar alguna de las frases de conocedor de vinos que solia emplear su abuelo, para abrir la conversacion, pero la unica que le venia a la mente era «aguado como pis», lo que no parecia precisamente adecuado. Seco el borde de la taza de plastico en su manga y se la ofrecio a Tung.
— Observe. No hay veneno, no hay drogas.
Tung se cruzo de brazos.
— El truco mas viejo del libro; se toma el antidoto antes de venir.
— Oh. Si, supongo que podia haber hecho eso. — Sacudio un paquete de unos cubos mas bien gomosos que habia entre ellos y los miro tan dubitativamente como lo hizo Tung —. Ah, carne. — Se metio uno en la boca y mastico diligentemente —. Adelante, pregunteme cualquier cosa — agrego con la boca llena.
Tung lucho con su resolucion; luego pregunto ansiosamente:
— Mis tropas, ?como estan mis tropas?
Miles le detallo de inmediato una lista con el nombre completo de los muertos, los heridos y su estado medico actual.
— El resto estan bajo llave, como usted; excuseme por no brindarle informacion exacta de su ubicacion… por si acaso puede hacer mas con esa luz de lo que yo creo que puede hacer.
Tung suspiro con tristeza y alivio y eligio con aire ausente un cubo de proteina para si.
— Lamento que las cosas fueran tan caoticas — se disculpo Miles —. Me doy cuenta de cuanto debe irritarle que su oponente le venza con una maniobra tan disparatada. Tambien yo hubiera deseado algo mas limpio y mas tactico, como Komarr, pero tuve que tomar la situacion como la encontre.
Tung resoplo.
— ?Quien no? ?Quien se cree que es? ?Lord Vorkosigan?
Miles inhalo vino hasta los pulmones. Bothari abandono la pared para golpearle la espalda, sin ayudarle mucho, y mirar suspicazmente a Tung. Pero al mismo tiempo que Miles logro recuperar el aliento, recobro el equilibrio. Humedecio sus labios.
— Ya veo. Se refiere al almirante Aral Vorkosigan de Barrayar. Usted, eh, me… confundio un poco… Ahora es el conde Vorkosigan.
— ?Ah, si? ?Esta vivo todavia? — observo Tung, interesado.
— Bastante.
— ?Ha leido su libro sobre Komarr?
— ?Libro? Oh, el informe Komarr. Si, oi que lo han escogido en un par de escuelas militares extranjeras… no barrayaranas, quiero decir, eso es.
— Yo lo he leido once veces — dijo Tung con orgullo —. La memoria militar mas sucinta y concisa que jamas he visto. La mas compleja estrategia trazada logicamente, como un diagrama de cables: politica, economia y todo lo demas. Juraria que la mente de ese hombre opera en cinco dimensiones. Y sin embargo encuentro que la mayoria de la gente no ha oido acerca de ello. Deberia ser de lectura obligatoria… Yo les hago el examen a mis oficiales jovenes basandome en ese libro.
— Bueno, le he oido decir que la guerra es el fracaso de la politica… Creo que la politica ha sido siempre parte de su pensamiento estrategico.
— Seguro, cuando uno llega a ese nivel… — A Tung le picaron las orejas —. ?Lo ha oido? No sabia que hubiera concedido ninguna entrevista… ?Por casualidad recuerda donde y cuando vio eso? ?Se pueden conseguir