copias?
— Ah… — Miles echo un cable fino —. Fue una conversacion personal.
— ?Usted le ha conocido?
Miles tuvo la frustrante sensacion de medir de repente apenas medio metro de altura a los ojos de Tung.
— Bueno, si — admitio cautamente.
— ?Sabe si… escribio algo como el Informe Komarr acerca de la invasion de Escobar? — pregunto ansiosamente Tung —. Siempre he pensado que deberia haber un volumen mas, estrategia defensiva a continuacion de la ofensiva, digamos, para tener la otra mitad de su pensamiento. Como los volumenes de Sri Simka sobre Walshea y Skya IV.
Miles clasifico finalmente a Tung: un loco por la historia militar. Conocia a la especie muy, muy bien. Reprimio una sonrisa.
— No creo. Escobar fue una derrota, despues de todo. Nunca habla mucho de ello… y lo entiendo. Quiza por un toque de vanidad al respecto.
— Mm — admitio Tung —. No obstante, es un libro maravilloso. Todo lo que parecia totalmente caotico en su momento revelo ese esqueleto interno, completo… Por supuesto, siempre parece caotico cuando uno esta perdiendo.
Era el turno de que a Miles le picaran las orejas.
— ?En su momento? ?Estuvo usted en Komarr?
— Si, era teniente en la Flota Selby, que empleo Komarr… Que experiencia. Hace ya veintitres anos. Parecia que cada punto debil natural en las relaciones empleador-mercenario estallaba en nuestra cara… y eso antes de que hubiera habido siquiera un primer disparo. Infiltracion de la inteligencia de Vorkosigan, supimos mas tarde.
Miles se mostro entusiasmado y procedio a explotar esta inesperada fuente de reminiscencias por lo que pudiera ser util. Trozos de frutas se convirtieron en planetas y satelites, migajas de proteinas de diferente forma pasaron a ser cruceros, correos, bombas y transportes de tropas. Las naves vencidas eran comidas. La segunda botella de vino introdujo otras famosas batallas mercenarias.
Miles estaba pendiente, sinceramente, de las palabras de Tung, ignorando la incomodidad de la situacion.
Tung se reclino hacia atras al fin, con un suspiro de satisfaccion, lleno de vino y comida y vacio de historias. Miles, consciente de su propia capacidad, se habia cuidado — hasta donde la cortesia lo permitia — de no beber demasiado. Hizo girar el resto de vino en el fondo de su vaso y probo un cauto sondeo.
— Parece un gran desperdicio que un oficial de su experiencia se pierda una buena guerra como esta, encerrado en una celda.
Tung sonrio.
— No tengo intenciones de permanecer en esta caja.
— Ah… si. Pero quizas haya otras maneras de salir de ella, ?no cree? En este momento, los Mercenarios Dendarii son una organizacion en plena expansion. Hay mucho espacio en la cima para el talento.
Tung sonrio amargamente.
— Usted tomo mi nave.
— Y tambien la del capitan Auson. Preguntele si esta descontento al respecto.
— Buen intento… senor Naismith, pero tengo un contrato. Un hecho que, a diferencia de otros, yo si recuerdo. Un mercenario que no hace honor a su contrato, tanto en las buenas como en las malas, es un ladron, no un soldado.
Miles casi se desvanecio de amor no correspondido.
— No puedo censurarle por eso, senor.
Tung le miro con entretenida tolerancia.
— Ahora bien, a despecho de lo que ese asno de Auson parece creer, le tengo a usted por un brillante oficial joven que no valora bien el caracter de sus cualidades… y se esta hundiendo rapidamente. Me parece a mi que es usted, y no yo, quien pronto estara buscando un nuevo empleo. Usted parece tener una comprension promedio de la tactica y ha leido a Vorkosigan, lo cual esta bien pero no es nada extraordinario. Sin embargo, cualquier oficial que pueda hacer congeniar a Auson y a Thorne para que aren juntos un surco recto demuestra un genio en el manejo de personal. Si sale vivo de esta, venga a verme… Tal vez pueda encontrar algo para usted en el area ejecutiva.
Miles miro a su prisionero con la boca abierta, estimando la descarada apreciacion a que se habia hecho merecedor. En realidad, sonaba bien. Suspiro.
— Usted me honra, capitan Tung. Pero me temo que yo tambien tengo un contrato.
— Basura.
— ?Perdon?
— Si su contrato es con Felice, me hace reir, dudo que Daum estuviera autorizado para firmar ningun acuerdo. Los felicianos son tan tacanos como su contraparte, los pelianos. Podriamos haber terminado esta guerra hace seis meses si los pelianos hubieran aceptado de buen grado pagar al gaitero. Pero no…, eligieron «economizar» y solo compraron un bloqueo y algunas instalaciones como esta… y, por eso, actuan como si estuvieran haciendonos un favor. ?Pe…!
La frustracion sego con disgusto su voz.
— Yo no he dicho que mi contrato fuera con los felicianos — dijo Miles suavemente.
Los ojos de Tung se entrecerraron con perplejidad; bien. Las evaluaciones del hombre estaban tan cerca de la verdad como para alegrarse.
— Bueno, manten tu cola baja, hijo — le aconsejo Tung —. A la larga, a la mayoria de los mercenarios les han disparado en el culo mas quienes les empleaban que sus enemigos.
Miles se despidio cortesmente. Tung le escolto con aire de genial anfitrion hasta la puerta.
— ?Hay algo mas que necesite? — le pregunto Miles.
— Un destornillador — respondio rapidamente Tung.
Miles sacudio la cabeza y sonrio con pesar cuando la puerta se cerro en la cara del euroasiatico.
— Maldita sea, si no me siento tentado de mandarle uno — le dijo a Bothari —. Me muero por ver que es lo que podra hacer con esa instalacion de luz.
— ?Para que ha servido todo esto exactamente? — pregunti Bothari —. Consumio tu tiempo con historias antiguas y no revelo nada.
Miles sonrio.
— Nada que no sea importante.
14
Los pelianos atacaron por la ecliptica, en direccion opuesta al sol, aprovechando la proteccion que brindaba el cinturon de asteroides. Llegaron desacelerando, telegrafiando su intencion de capturar sin destruir; y llegaron solos, sin sus empleados oseranos.
Miles sonreia encantado mientras cojeaba entre el revuelo de hombres y equipos en los pasillos de la estacion de desembarco. Los pelianos dificilmente hubieran seguido mas cerca de su guion favorito de haber dado las ordenes el mismo. Habia habido algunas discusiones cuando inisitio en instalar los piquetes de guardia y las armas principales, desplegandolos sobre el lado de la refineria que daba al cinturon y no sobre el que daba al planeta. Pero fue inevitable. Impedir la evasion, una tactica actualmente agotada, era la unica esperanza de los pelianos de poder sorprenderlos. Una semana antes podria haberles dado resultado.
Miles esquivo a algunas de sus tropas que corrian a sus puestos. Rogo a Dios no tener que hallarse nunca en un refugio; antes preferia ser voluntario en la retaguardia, a salvo de quedar atrapado entre sus propias fuerza y las del enemigo.
Se arrojo por el tubo flexible adentro del