era el ultimo en abordar la nave. Mientras el acorazado maniobraba para alejarse de la refineria se encamino hacia la sala de tacticas.

La sala de tacticas del Triumph era notablemente mas grande que la del Ariel. Miles se acobardo ante el numero de sillas giratorias vacias. Una mitad de la tripulacion de Auson, incluso aumentada por algunos voluntarios — tecnicos de la refineria —, apenas alcanzaban a conformar un esqueleto de tripulacion para la nueva nave.

Exhibidores holograficos operaban en toda su brillante confusion. Auson estaba tratando de coordinar el control de deos estaciones al mismo tiempo. Miro con alivio a Miles.

— Me alegra ver que lo lograra, mi senor.

Miles se sento en una silla de comando.

— Yo tambien. Pero, por favor…, solo «senor Naismith», no «mi senor».

Auson parecio confundido.

— Los otros le llaman asi.

— Si, pero… no es por cortesia nada mas. Denota una relacion legal especifica. Usted no me llamaria «esposo mio» aunque escuchara a mi mujer hacerlo, ?no? Bueno, ?que tenemos ahi fuera?

— Parecen quizas unas diez naves pequenas… todas basura local peliana. — Auson estudio las lecturas de su pantalla; la preocupacion le marcaba arrugas en su ancho rostro —. No se donde estan nuestros muchachos. Este tipo de cosas seria justo su estilo.

Miles interpreto, correctamente, que «nuestros muchachos» significaba para Auson sus antiguos camaradas, los oseranos. El desliz no le molesto; ahora Auson estaba comisionado. Miles le miro de soslayo y creyo saber exactamente por que los pelianos no habian traido a sus pistoleros alquilados. Hasta donde los pelianos sabian, por el contrario, una nave oserana se les habia vuelto en contra. Los ojos de Miles brillaban ante la idea del desmayo y la desconfianza que deberia estar reverberando en este momento entre el alto mando peliano.

El Triumph describio un gran arco hacia la posicion de los atacantes. Miles se comunico con la sala de navegacion.

— ?Estas bien, Arde?

— Para volar ciego, sordo, mudo y paralitico, no esta mal — respondio Mayhew —. El piloto manual es un castigo, es como si la maquina me operara a mi. Es terrible.

— Sigue haciendo bien tu trabajo — dijo Miles animadamente —. Recuerda, nos interesa mas conducirlos hasta que esten al alcance de nuestras armas que golpearlos nosotros mismos para derribarlos.

Miles se reclino y miro las pantallas.

— No creo que se imaginen realmente cuanta artilleria ha traido Daum. Estan repitiendo la misma tactica que usaron la ultima vez, segun informaron los oficiales felicianos. Por supuesto, funciono una vez…

Las naves de la vanguardia peliana acababan de entrar en el alcance de la refineria. Miles contuvo el aliento como si con ello pudiese forzar a sus hombres a contener el fuego. Estaban ahi fuera, solitarios, escasos y nerviosos. Habia mas armas desplegadas que personal para manejarlas, aun con fuego controlado por ordenador; en particular, porque los sistemas de control habian presentado problemas durante la instalacion, y algunos aun no estaban del todo resueltos. Baz habia trabajado hasta el ultimo momento — seguia trabajando, por lo que Miles sabia —, y junto a el estaba Elena. Miles deseo haber tenido alguna excusa para mantenerla, en cambio, a su lado.

La nave lider de los pelianos vomito un centelleante rosario de bombas de diente de leon, que formaron un arco en direccion a los colectores solares. Otra vez no, gruno para si Miles, contemplando las repareciones de dos semanas a punto de ser arruinadas. Las bombas se abrieron en sus cientos de agujas. El espacio fue de repente bordado por hilos de fuego a medida que el armamento defensivo tejio sus disparos para interceptarlas. La propia nave peliana estallo en pedazos, como una erupcion de piedras, cuando alguien junto a Miles anoto un tiro directo; quiza de suerte. Una porcion de los restos continuo con su antigua direccion y velocidad, casi tan peligrosa en su inercia como un arma inteligentemente guiada.

Las naves que venian detras comenzaron a virar y a desviarse, sacudidas de su complaciente linea en «V». Auson y Thorne, en sus naves respectivas, las acosaban ahora cada una desde un lado, como un par de perrosm ovejeros enloquecidos que atacan a su rebano. Miles golpeo el puno contra el panel que tenia delante, en un paroxismo de gozo ante la belleza de la formacion. Si tuviera tan solo una tercera nave de guera para encerrar completamente sus flancos, ninguno de los pelianos tendria escapatoria posible. Como estaban las cosas, los mantenian comprimidos en na franja cuidadosamente calculada, para que ofrecieran el maximo blanco a las defensas de la refineria.

A su laso, Auson compartia su entusiasmo.

— ?Miralos! ?Miralos! Derechito a las fauces, como aseguraste que harian… Y Gamad juraba que estabas loco al desproteger el flanco solar… ?Bajito, eres un tio genial!

La emocion de Miles fue mitigada por la sobria reflexion de que nombres se hubiera ganado de haberse equivocado. El alivio le hizo casi desvanecerse. Se recosto en la silla de mando y dejo escapar un largo, largo suspiro.

Una segunda nave peliana estallo en el olvido, y una tercera. Un guarismo, en un atestado rincon de la pantalla de Miles, subio velozmente de una cifra menor a una mayor.

— ?Aja! — senalo Miles —. ?Ya los tenemos! Estan empezando a acelerar otra vez. Estan desistiendo del ataque.

El impulso que traian los pelianos no les daba mas alternativa que atravesar el area de la refineria, pero toda su atencion estaba puesta ahora en hacerlo tan rapido como fuera posible. Thorne y Auson los acosaron desde atras para apresurarlos en su camino.

Una nave peliana hizo un tirabuzon al pasar por la instalacion y disparo…, ?que? Los ordenadores de Miles no presentaron interpretacion del… ?rayo? No era plasma, ni laser, ni masa impulsada, para los cuales la factoria podia generar algun escudo, dejando necesariamente que los colectores solares se valieran solos. No resulto de inmediato evidente el dano que aquello habia causado, ni siquiera si habia hecho impacto. Extrano…

Miles cerro su mano suavemente alrededor de la representacion holografica de la nave peliana, como si asi pudiera operar magia simpatetica.

— Capitan Auson, intentemos atrapar esa nave.

— ?Por que molestarse? Se esta yendo a casa con sus camaradas, a todo trapo…

Miles bajo el tono de su voz hasta el susurro.

— Es una orden.

Auson asintio vigorosamente.

— ?Si, senor!

Bien, a veces funciona, reflexiono Miles.

El oficial de comunicaciones obtuvo un ruidosa y confusa linea con el Ariel, y el nuevo objetivo fue transmitido. Auson, grunendo entusiasmado, reia ante la posibilidad de probar los limites de su nueva nave. El emisor de parasitos, confundiendo al enemigo con multiples blancos falsos, resulto particularmente util; mediante el mismo averiguaron el alcance del misterioso rayo y la extrana demora entre los disparos. ?Recarga, tal vez? Cargaron entonces rapidamente hacia la nave fugitiva.

— ?Cual es el texto, senor Naismith? — pregunto Auson —. ?Detengase-o-los-haremos-pedazos?

Miles se mordio el labio pensativamente.

— No creo que eso resulte. Me parece que nuestro problema, mas probablemente, sera evitar que se autodestruyan cuando nos acerquemos. Las amenazas no surtirian efecto, me temo; no son mercenarios.

— Hm. — Auson se aclaro la garganta y se ocupo de observar sus pantallas.

Miles reprimio una sonrisa sardonica, con cierto tacto, y se dedico a leer la informacion de sus propios paneles. Los ordenadores le adelantaron con clarividentes calculos su acercamietno y el alcance a la nave peliana; luego se detuvieron, esperando respetuosamente mas inspiracion meramente humana. Miles trato de pensar lo que haria si estuviera en la piel del capitan peliano. Sopeso la demora, el trayecto y la velocidad con la cual podrian cercar a los pelianos si emplearan al limite la maxima aceleracion.

— Esta cerca — dio mientras miraba el holograma del resultado. La maquina suministro un vivido y escalofriante cuadro de lo que podria pasar si se equivocara al coordinar los elementos.

Auson espio los fuegos artificiales en miniatura y murmuro algo sobre un «… condenado suicidio… » que

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