Miles prefirio ignorar.

— Quiero a toda nuestra gente de maquinas preparada y lista para el abordaje — dijo Miles al fin —. Ellos saben que no tienen velocidad para escaparse de nosotros; mi suposicion es que dejaran preparada alguna clase de bomba de tiempo, subiran a su lanzadera salvavidas y trataran de volar su nave en nuestras narices. Pero si no perdemos tiempo con la lanzadera y somos suficientemente rapidos para entrar por la puerta trasera mientras ellos salen por el costado, podriamos desactivar la bomba y tomar intacta esa arma, lo que quiera que sea.

Auson fruncio los labios desaprobando el plan.

— ?Llevar a todos mis ingenieros? Podriamos destruir la lanzadera en sus abrazaderas si nos acercaramos lo suficiente… y atraparlos a todos a bordo…

— ?Y luego tratar de abordar una nave tripulada los cuatro maquinistas y yo? — le interrumpio Miles —. No, gracias. Por otra parte, arrinconarlos podria activar la clase de suicidio espectacular que quiero evitar.

— ?Y yo que hare si usted no es suficientemente rapido al desactivar su caza-bobos?

Una siniestra sonrisa cruzo el rostro de Miles.

— Improvisar.

Los pelianos, al parecer, no eran de un escuadron tan suicida como para despreciar la leve posibilidad de vida que les brindaba su lanzadera. Miles y sus tecnicos se deslizaron, con el estrecho margen de tiempo con el que contaban, abriendose camino, ruda pero rapidamente, a traves de la esclusa de aire controlada por codigo.

Miles maldijo la incomodidad de su traje de presion, demasiado grande para el. Su piel rozaba y patinaba en lugares vacios. Descubrio que «sudor frio» era una expresion con significado literal. Miro los pasillos de la oscura y desconocida nave. Los tecnicos se separaron, cada uno hacia su cuadrante asignado.

Miles tomo una quinta y menos definida direccion, para realizar una rapida comprobacion de la sala de tacticas, del puente y de los camarotes de la tripulacion en busca de artefactos destructivos y de cualquier material de inteligencia que fuera de utilidad, abandonado en la huida. Se encontro por todas partes con paneles de control destruidos y con almacenes de datos fundidos. Controlo el tiempo; en cinco minutos escasos, los pelianos en la lanzadera estarian a salvo lejos del alcance de, por ejemplo, la radiacion de los motores explosionados.

Un graznido triunfante le perforo los oidos por el auricular del traje.

— ?Lo hice! ?Lo hice! — grito un tecnico de maquinas —. ?Tenian preparada una explosion! Reaccion en cadena interrumpida… Estoy desactivandola ahora.

Los vitores se hicieron eco en el auricular. Miles se desplomo en una silla de mando del puente, con el corazon en la boca, palpitando; luego, parecio detenerse. Transmitio un mensaje general a todo volumen, por encima de las demas voces.

— No creo que podamos dar por sentado que solo dejaron una caza-bobos, ?no? Sigan buscando por lo menos diez minutos mas.

Preocupados grunidos reconocieron la orden. En los siguientes tres minutos se oyo unicamente el respirar rabioso de los hombres por los auriculares de comunicacion. Miles, al pasar por la cocina en busca de la cabina del capitan, aspiro con fuerza. Un horno de microondas, con su panel de control destrozado apresuradamente y el contador del tiempo funcionando aun, tenia dentro un envase de oxigeno de alta presion. La contribucion del personal tecnico de nutricion al esfuerzo de la guerra, aparentemente. En dos minutos mas eso habria hecho volar la cocina y la mayoria de las camaras adyacentes. Miles retiro el oxigeno y continuo el recorrido.

Una voz al borde del llanto siseo por el auricular.

— ?Oh, mierda! ?Oh, mierda!

— ?Donde esta usted, Kat?

— En la armeria. ?Son demasiadas! ?No puedo con todas! ?Oh, mierda!

— ?Siga trabajando! Vamos para alli.

Miles ordeno al resto de la partida dirigirse a la armeria y echo a correr. Una verdadera luz, que hacia innecesario el dispositivo infrarrojo de su casco, le guio al llegar. Se lanzo hacia una camara de deposito y encontro a la tecnica frente a una silla de relucientes pertrechos.

— ?Cada una de estas bombas diente de leon esta a punto de explotar! — grito la mujer, echandole una mirada.

Su voz estaba conmocionada, pero sus manos no dejaron en ningun momento de trabajar desactivando los codigos. Miles, con los labios separados por la concentracion, miro como operaba la tecnica y comenzo a imitar los movimientos en la fila siguiente. La gran desventaja de llorar de miedo en un traje espacial, descubrio Miles, era que uno no podia secarse la cara ni la nariz; si bien los limpiadores sonicos del interior, en la placa frontal del casco, preservaban de posibles estornudos esa valiosa superficie informativa. Aspiro subrepticiamente por la nariz. Su estomago libero un eructo acido que le quemo la garganta. Sentia sus dedos como salchichas. Podria estar en Colonia Beta en este momento… podria estar en casa, en mi cama… podria estar en casa, debajo de mi cama…

Otro tecnico se les unio, segun pudo ver Miles, desviando apenas un ojo. Nadie perdio en tiempo en charlas sociales; trabajaban juntos en un silencio, quebrado solo por el desigual ritmo de la hiperventilacion. El traje de Miles redujo su flujo de oxigeno en avara desaprobacion de su estado mental. Bothari jamas le hubiera permitido unirse a la partida de abordaje… quizas no debio haberle ordenado quedarse a cargo de la refineria. A por la siguiente bomba… y la siguiente y la… No habia una siguiente. Habian terminado. Kat se irguio y senalo una de las bombas.

— ?Tres segundos! Tres segundos y… — Estallo en un llanto descontrolado y se echo sobre Miles, quien le palmeo torpemente el hombro.

— Eso es, eso es… llore cuanto quiera. Se lo ha ganado…

Corto momentaneamente la linea de su intercomunicador y aspiro fuertemente por la nariz.

Miles salio tambaleandose de la nueva nave capturada hacia el desembarcadero de la refineria, aferrando una inesperada adquisicion: una armadura de combate peliana casi tan pequena como para el. La armadura era, por supuesto, de mujer, pero Baz seguramente podria transformarla. Distinguio a Elena entre su comite de recepcion y alzo su botin orgullosamente.

— ?Mira lo que he encontrado!

Elena torcio la nariz con asombro.

— ?Has capturado una nave entera para conseguir una armadura espacial?

— ?No, no! Lo otro. El… el arma, sea lo que sea. Esta es la nave cuyo disparo penetro vuestro escudo. ?Hizo algun dano? ?Que ha hecho?

Uno de los oficiales felianos miro con furia… a Elena.

— Abrio un agujero. Bueno, no un agujero, en el sector de la prision. Estaba perdiendo aire y ella los dejo salir a todos.

Su gente, advirtio Miles, se movilizaba en grupos de tres o mas.

— No hemos podido reunirlos del todo todavia — se lamento el feliciano —, se ocultan por toda la estacion.

Elena parecia angustiada.

— Lo siento, mi senor.

Miles se froto las sienes.

— Uh, me parece que sera mejor que el sargento me guarde las espaldas un tiempo, entonces.

— Cuando despierte.

— ?Que?

Elena bajo la vista a sus botas.

— Estaba custodiando el solo el sector de la prision, durante el ataque… intento detenerme y evitar que los liberara.

— ?Lo intento? ?Y no tuvo exito?

— Le dispare con mi inmovilizador. Me temo que va a estar bastante enojado… ?No hay problema si me quedo contigo un rato?

Miles fruncio los labios en un mudo e involuntario silbido.

— Por supuesto. ?Algun prisionero…? No, espera. — Alzo la voz —. Comandante Bothari, alabo su iniciativa.

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