— Perdon, senor, he oido el rumor de que ha llegado nuestra paga.

Los labios de Miles se tensaron en una sonrisa incontrolable; se esforzo por mantenerlos sobrios.

— Ya lo ve.

?Quien, despues de todo, podia saber cual era la cotizacion del mili-pfennings…? ?Quien podia contradecir cualquier cifra que el quisiera asignarle? En la medida en que sus mercenarios estuvieran en el espacio, aislados de los mercados, nadie. Por supuesto, cuando lo averiguaran, no habria sufcientes piezas de el para todos, como en el descuartizamiento de Yuri, el Emperador Loco.

La boca del mercenario formo una «o» al ver el tamano de la pila.

— ?No deberia poner un guardia, senor?

— Exactamente, recluta Nout. Buena idea. Ah… ?por que no busca una carretilla flotante y pone a buen resguardo este dinero en… el lugar habitual? Elija dos camaradas de confianza para que le releven por turnos.

— ?Yo senor? — Los ojos del mercenario se abrieron enormemente —. ?Confia usted en mi…?

?Que podria hacer, acaso? ?Robarlo e ir a comprar una rebanada de pan?, penso Miles. En voz alta, contesto:

— Si, confio. ?Usted cree que no he estado evaluando su rendimiento en las ultimas semanas? — Esperaba no haberse equivocado en el nombre del mercenario.

— ?Si, senor! ?Ahora mismo, senor!

El mercenario le dirigio un saludo perfectamente innecesario y salio, saltando como si tuviera bolillas de goma en las botas.

Miles hundio la cara en la pila de mili-pfennings y se rio desesperadamente, casi al borde de las lagrimas.

Vio como se llevaban aquellos papeles aun frio deposito y permanecio en la sala de reuniones. Bothari pronto le estaria buscando, cuando terminara de poner bajo control feliciano al ultimo de los prisioneros.

Al fin le prestaban un poco de atencion a la RG 132, flotando fuera, mas alla de los ventanales. El casco estaba tomando la apariencia de una colcha a medio remendar. Miles se pregunto si alguna vez se animaria a subirse a ella sin el traje a presion puesto y con el yelmo bajo el brazo.

Jesek y Mayhew le encontraron mirando pensativamente.

— Los pusimos en su sitio — manifesto Baz, plantandose a lado de Miles. Una salvaje alegria habia reemplazado la ardiente indignacion de su mirada.

— ?Eh? — Miles se libero de su melancolico ensueno —. Han puesto en su lugar a quien y respecto de que.

— A los felicianos y a ese grasiento trepador de Gamad.

— Con el tiempo, alguien tenia que ahcerlo — asintio Miles ausente. Se preguntaba cuanto le pagarian por la RG 132 como carguero de cabotaje. Preferentemente, no en mili-pfennings. O como chatarra… No, no podia hacerle eso a Arde.

— Ahi vienen ahora.

— ?Eh?

Los felicianos estaban de vuelta: el capitan, el cajero y lo que parecia ser la mayoria de los oficiales de la nave, mas alguna clase de comandante de la marina espacial, a quien Miles no habia visto antes. De la deferencia que el capitan le dispenso al atravesar la puerta, Miles dedujo que debia ser el oficial de mayor jerarquia. Un coronel, quizas, o un general joven. Gamad estaba notablemente ausente. Thorne y Auson entraron en ultimo termino.

Esta vez el capitan se puso en posicion de firme y saludo.

— Creo que le debo una disculpa, almirante Naismith. No comprendi cabalmente la situacion aqui.

Mile apreto el brazo de Baz y se puso de puntillas para susurrarle al oido urgentemente:

— Baz, ?que le estuviste diciendo a esta gente?

— Solo la verdad — empezo a decir Baz, pero no habia tiempo para mayores explicaciones; el oficial superior estaba adelantandose, con la mano extendida.

— ?Como esta usted, almirante Naismith? Soy el general Halify. Tengo ordenes de mi alto mando de mantener esta instalacion por los medios que sean necesarios.

Se estrecharon las manos y se sentaron. Miles ocupo la cabecera de la mesa, a manera de experimento. El general feliciano se sento formalmente y sin objeciones a la derecha. Hubo ciertos forcejeos interesantes por el resto de los asientos.

— Dado que nuestra segunda nave se perdio combatiendo con los pelianos cuando veniamos hacia aqui, la mia es la poco envidiable tarea de defender este sitio con doscientos hombres; la mitad de mi dotacion — prosiguio Halify.

— Yo lo hice con cuarenta — observo automaticamente Miles. ?Adonde queria llegar el feliciano?

— Tambien tengo la tarea de retirar el armamento betano que encuentre para enviarlo con el capitan Sahlin, aqui presente, a fin de continuar la guerra en nuestro pais, que, desgraciadamente, se ha convertido en el frente.

— Eso lo hara mas complicado para usted — convino Miles.

— Hasta que los pelianos trajeron a los galacticos, nuestras respectivas fuerzas estaban bastante equilibradas. Creiamos que estabamos a punto de negociar un acuerdo. Los oseranos volcaron ese equilibrio.

— Eso tengo entendido.

— Lo que los galacticos pueden hacer, los galacticos seguramente pueden deshacer. Queremos contratar a los Mercenarios Dendarii para romper el bloqueo oserano y limpiar el espacio local de toda fuerza extraplanetaria. De los pelianos — el general olisqueo, como con desprecio — podemos encargarnos nosotros.

Voy a dejar que Bothari termine de estrangular a Baz…

— Una valiente declaracion, general. Me gustaria poder ayudarle. Pero, como usted debe de saber, la mayor parte de mis fuerzas no estan aqui.

El general cruzo sus manos fuertemente sobre la mesa.

— Creo que podemos resistir el tiempo necesario para que usted envie a por ellas.

Miles miro a Thorne y Auson, reflejados en el plastico sombriamente reluciente de la mesa. Quiza no fuera el mejor momento para explicar lo larga que podria resultar la espera…

— Para hacer eso tendriamos que atravesar el bloqueo y, por otra parte, mis naves de salto no estan en condiciones en este momento.

— Felice tiene tres naves comerciales de salto todavia, ademas de las que quedaron aisladas fuera del bloqueo cuando este comenzo. Una de ellas es muy veloz. Seguramente, en combinacion con sus naves de guerra, podria usted lograrlo.

Miles estaba a punto de replicar bruscamente cuando, de golpe, se ilumino: ahi estaba el escape, en bandeja. Pondria a sus vasallos en la nave de salto, usaria a Thorne y a Auson para atravesar el bloqueo y le volveria la cara a Tau Verde IV y a todos sus habitantes para siempre. Era arriesgado, pero podia hacerse… de hecho, era la mejor idea que habia tenido en todo el dia… Se levanto, sonriendo suavemente.

— Una interesante propuesta, general. — No debia parecer demasiado ansioso —. Y exactamente, ?como se propone pagar mis servicios? Los dendarii no resultan baratos.

— Estoy autorizado a aceptar los terminos que usted imponga. Si son razonables, por supuesto — agrego prudentemente el general.

— Para decirlo lisa y llanamente, general, eso es un monton de… mili-pfennings. Si el mayor Daum no tenia autoridad para contratar fuerzas ajenas, tampoco la tiene usted.

— Ellos dijeron: por los medios que sean necesarios. — El menton de Halify se puso tieso —. Me respaldaran.

— Quiero un contrato por escrito, firmado por alguien que pueda ser convenientemente exprimido… esto es, hacerse responsable despues. Los ingresos de los generales retirados no son famosos por lo abultados.

Un destello de contento brillo brevemente en la mirada de Halify y asintio.

— Lo tendra.

— Se nos debe pagar en dolares betanos. Tengo entendido que no los tienen.

— Si el bloqueo se rompe, podemos conseguir moneda extranjera nuevamente. Tendra sus dolares.

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