gesto de que mantener la calma.

Uniformes de personal de lineas de carga y de pasajeros, un hombre de piel y cabello blanco con un arco emplumado — Miles, advirtiendo la brillante bandolera y el rifle de plasma que llevaba, no se sintio inclinado a reir —; una mujer de cabello oscuro, de unos treinta y tantos anos y sobrenaturalmente hermosa, ocupada en dirigir un equipo de cuatro tecnicos, le miro y le contemplo abiertamente luego, con una expresion muy extrana en su rostro. Miles se irguio un poco. No soy un mutante, senora, penso irritado. Cuando el tubo se vacio finalmente, delante de el habia un centenar de personas esperando ordenes en el desembarcadero. A Miles la cabeza le daba vueltas.

Thorne, Baz y Arde se pusieron a su lado, inmensamente complacidos consigo mismos.

— Baz… — Miles abrio sus manos en desamparada suplica —, ?que es esto?

— ?Reclutas Dendarii, mi senor! — Jesek se irguio.

— ?Te pedi que reclutaras gente? — No habia estado nunca tan borracho, le parecio…

— Usted dijo que ni teniamos personal suficiente para manejar nuestro equipo, asi que aplique un poco de logica al problema y… ahi lo tiene.

— ?Donde diablos los encontraste?

— En Felice. Debe de haber unos dos mil galacticos atrapados alli por el bloqueo. Personal de naves mercantes, de pasajeros, gente de negocios, tecnicos, un poco de todo. Incluso soldados. Estos no son soldados, por supuesto. No todavia.

— Ah. — Miles se aclaro la garganta —. ?Seleccionados?

— Bueno… — Baz se miro las botas, como si buscara senales de desgaste —. Les he dado algunas armas para desmontar y rearmar. Si no trataban de encajar el cartucho del arco de plasma en el mando del inhibidor nervioso, los contrataba.

Miles paseo la vista por las filas, confundido.

— Ya veo. Muy ingenioso. Dudo que hubiera podido hacerlo mejor yo mismo. — Senalo con un gesto a los kshastryanos —. ?Adonde iban?

— Es una historia muy interesante — dijo Mayhew —. No fueron exactamente atrapados por el bloqueo. Parece que algun magnate feliciano de la… economia negra, los habia contratado hace unos anos como guardaespaldas. Hace unos seis meses fallaron en su trabajo, con lo que se quedaron ellos mismos desempleados. Haran cualquier cosa con tal de salir de aqui. Los encontre yo — agrego con orgullo.

— Comprendo. Ah, Baz… ?cetagandanos? — Bothari no habia quitado los ojos de sus vistosos y feroces rostros desde que habian salido por el tubo.

Jesek separo las manos abriendo las palmas hacia arriba.

— Estan… entrenados.

— ?Te das cuenta de que algunos Dendarii son barrataranos?

— Ellos saben que yo lo soy, y con un nombre como Dendarii, cualquier cetagandano hubiera establecido la conexion. Esa cadena de montanas dejo una impresion en ellos durante la Gran Guerra. Pero tambien quieren irse de aqui. Fue parte del contrato, ya lo ve, mantener el precio bajo… casi todo el mundo quiere que le despachen fuera del espacio local feliciano.

— Tambien yo — murmuro Miles. La nave rapida feliciana flotaba fuera de la estacion de desembarco. Miles queria echarle una mirada mas de cerca —. Bien… vete a ver al capitan Tung y disponed cuarteles para todos ellos. Y… horarios de adiestramiento…

Mantenerlos ocupados mientras el… ?desaparecia?

— ?El capitan Tung? — pregunto Thorne.

— Si, el es Dendarii ahora. Yo tambien he estado haciendo algunos reclutamientos. Deberia ser como una reconciliacion familiar para usted… Bel — miro al betano con severidad —, ustedes son ahora camaradas de armas. Como Dendarii, espero que lo recuerde.

— Tung… — Thorne parecia mas asombrado que celoso —. Oser estara echando espuma.

Miles se paso la tarde examinando los expedientes de sus nuevos reclutas en los ordenadores del Triumph, uno por uno, el mismo y por propia decision; la mejor forma de familiarizarse con el contenido de aquel robo humano. De hecho, estaban bien elegidos; la mayoria tenia experiencia militar previa, y el resto, invariablemente, poseia alguna especialidad tecnica valiosa y misteriosa.

Algunas, ciertamente misteriosas. Detuvo el monitor para estudiar el rostro de la mujer extraordinariamente hermosa que le habia estado mirando en el desembarcadero. ?Que demonios tuvo en cuenta Baz al contratar a una especialista en sistemas de comunicacion bancarios de seguridad como mercenario? Seguramente, ella habia querido a toda costa dejar el planeta… No importaba. Su expediente explicaba el misterio; alguna vez habia tenido el rango de subteniente en las fuerzas espaciales de Escobar. Le habian dado una honorable baja medica tras la guerra con Barrayar, diecinueve anos atras. Las bajas medicas debian de estar de moda por entonces, penso Miles, relacionando el hecho con lo que le ocurrio a Bothari. Su humor se congelo, y sintio que se le ponia la carne de gallina. Grandes ojos oscuros, la linea del menton nitidamente encuadrada… su apellido era Visconti, tipico de Escobar. Su primer nombre, Elena.

— No — se susurro a si mismo Miles, con firmeza —, no es posible. — Languidecio —. En cualquier caso, no es verosimil…

Leyo el expediente una vez mas, cuidadosamente. La mujer habia venido a Tau Verde IV un ano atras, a instalar un sistema de comunicaciones que su compania habia vendido a un banco feliciano. Debia de haber llegado solo unos dias antes de que la guerra empezara. Se registro en Felice como soltera, sin personas a su cargo. Miles giro su silla dandole la espalda a la pantalla; luego se encontro espiando otra vez aquel rostro. Hubiera sido inusualmente joven para ser una oficial durante la guerra Escobar-Barrayar… alguna especie de talento precoz, quiza. Miles se juzgo a si mismo con ironia, preguntandose cuando habia empezado a sentirse tan maduro en edad.

Pero si fuera, solo por conjeturar, la madre de su Elena, ?como se habia mezclado con el sargento Bothari? Bothari rondaba los cuarenta en ese entonces, y era mucho mas parecido a como ahora se le veia, a juzgar por los videos que Miles conocia de los primeros anos de matrimonio de sus padres. El gusto no era la explicacion, quiza.

En su imaginacion afloro un reencuentro fantastico, espontaneo, galopando antes de cualquier evidencia. Llevar a Elena no ante una tumba, sino ante su tan ansiada madre en persona, para saciar por fin aquel hambre secreta, mas acuciante que una espina, que la habia acompanado toda su vida; un hambre gemela a la que el mismo sentia de complacer a su padre… Eso seria una hazana por la que valia la pena esforzarse. Mejor que cubrirla con los mas fabulosos regalos materiales… Miles se deshacia, imaginando la alegria de Elena.

Y sin embargo, sin embargo… era solo una hipotesis. Comprobarla podia resultar dificil. Se habia dado cuenta de que el sargento no habia sido del todo veraz cuando dijo no recordar nada de Escobar, pero pudo haber sido en parte. Y esta mujer podia ser alguna otra persona totalmente ajena. Lo comprobaria de forma confidencial, entonces, reservadamente. Si estaba equivocado, no haria ningun dano.

Miles tuvo su primera reuion completa de oficiales al dia siguiente; en parte para conocer a sus nuevos secuaces, pero, mas que nada, para dar lugar a ideas al respecto de como romper el bloqueo. Con tanto talento militar y ex militar a su alrededor, tenia que haber alguien que supiera que hacer. Se distribuyeron mas copias del «Reglamento Dendarii», y finalmente Miles se retiro a la cabina, que se habia apropiado en su nave capitana, para examinar en el ordenador una vez mas los parametros de la nave correo feliciana.

Habia aumentado la capacidad de pasajeros estimada en esa nave para un viaje de dos semanas a Colonia Beta, de cuatro personas apinadas, a cinco estrujadas, eliminando casi todo el equipaje y falsificando tanto como se atrevio las cifras de los sistemas de seguridad; seguramente, debia de haber una forma de elevar la tripulacion a siete. Tambien trato con esfuerzo de no pensar en los mercenarios, que esperarian ansiosamente su regreso con los refuerzos. Y esperarian. Y esperarian.

No debian demorarse mas tiempo alli. El simulador de tacticas del Triumph habia demostrado que, pensar que se podia vencer a los oseranos con solo doscientos hombres era pura megalomania. Sin embargo… No. Se obligo a si mismo a pensar razonablemente.

La persona logica a quien dejar alli era Elli Quinn, la de la cara deshecha. No era sirviente suya, en realidad. Luego, un cara o cruz entre Baz y Arde. Llevar a Baz de vuelta a Colonia Beta seria exponerle al arresto y la

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