Mientras, yo me mordia las unas temiendo las proximas reuniones del Congreso, el visto bueno de Seguridad para Tuli y todo lo demas. Ahora el invierno se habia instalado en serio, muy abundante en nieves, como predijo Ted, y amargamente frio. Pense con tristeza en las islas de Hawai cada vez que tuve que salir al exterior.

Poco antes de Navidad, el comandante Vincent vino y nos invito a ir a la Base de la Fuerza Aerea en Hanscom, en donde se encontraba de visita por unos cuantos dias. Su tono parecia misterioso.

Era un dia gris y muy frio cuando conduje el coche hasta Climatologia para recoger a Ted. Luego, juntos, nos dirigimos a la base Aerea. El comandante nos recibio en la puerta y nos condujo hasta la linea del cercado de una de las pistas de cinco kilometros de longitud. Aparcamos y nos apinarnos en el coche mientras iba disminuyendo el calor producido por la calefaccion.

— ?Que es lo que tendremos que ver? — pregunto Ted.

Aguarden un momento; estara aqui pronto.

Un policia del aire, con casco y arma al cinto, se acerco para inspeccionarnos. Cuando vio al comandante, le saludo militarmente.

Una capa gris de nubes habia bloqueado el sol y un viento crudo soplaba desde las distantes colinas, sin ninguna obstruccion al cruzar aquel campo de aviacion tan extenso. El viento y la humedad hacian que todo pareciese mas frio de lo que era en realidad y el humo de la estacion generadora de energia de la base aerea parecia casi congelado en el aire frigido y pesado.

— ?Que es esto, una prueba de resistencia? — Gruno Ted.

Luego olmos un avion por los aires.

— ?Aqui viene! — el comandante Vincent salto del coche.

Cuando le seguimos, senalo un puntito lejano que acababa de cruzar las nubes. Rapidamente fue creciendo hasta alcanzar las dimensiones solidas: un avion que circundo el campo una vez, dos, y que luego se preparo para abordar la pista.

— Inmenso — dijo Ted mientras el aparato se deslizaba por los aires.

Ahora pude distinguir su tren de aterrizaje con multiples ruedas bajo el fuselaje. Durante un momento parecio perder en mitad del aire, como si no tuviera ganas de volver a la tierra. Luego sus neumaticos chirriaron en la pista y marcho hacia nosotros.

Ted se equivocaba, no era grande. Era inmenso. Un reactor de seis turbinas, de alas rectas, que se cernia gigantesco mientras se trasladaba hacia la linea de vuelo en donde estabamos nosotros, los reactores chirriando dolorosamente en nuestros oidos. Parecia un avion trasatlantico cuyas alas se hubieran desarrollado en exceso. La cola quedaba a una altura inconcebible con respecto a nosotros; el fuselaje parecia lo bastante grande para contener a toda la flota de autobuses de una ciudad.

— Es completamente nuevo — el comandante Vincent practicamente hervia de entusiasmo -. El primero de una serie reciente. Es un vuelo inaugural… le llamamos Dromedario.

Ted se encogio de hombros.

— ?Una joroba o dos?

— Ninguna joroba. ?Y tampoco tripulacion! Eso intereso a Ted.

— ?Aterrizo de manera automatica?

— Cierto. Es la primera vez que se posa en el suelo en tres dias. Ha estado volando en vuelo automatico setenta y dos horas. A proposito, esto es informacion clasificada. No se la comuniquen a nadie que no tenga el visto bueno de seguridad.

— ?Y que tiene que ver con…? -comence a preguntar.

Pero Ted se me adelanto.

— Podria convertirse en un avion-observatorio meteorologico no tripulado… en muchos aspectos mejor que un satelite, porque vuela a traves del aire que se quiere medir, en lugar de pasar por encima. Podria tomar las temperaturas, las presiones, la humedad, el total.

Ahora contemplaba el enorme aparato con admiracion.

— ?Cuanto tiempo ha estado fabricandose? ?Podriamos entrar y echar un vistazo? ?Que instrumentos han puesto en el? ?Que hay de…?

El comandante levanto las manos.

— Esta bien, esta bien, suban a bordo y examinenlo. Originalmente no fue creado para observacion meteorologica, pero parte de nuestros jefes cree que podemos adaptarlo a esa mision.

— ?Estupendo! — Ted estaba radiante mientras nos dirigiamos hacia la escotilla delantera del avion -. Y podria llevar suficiente material de siembra para misiones modificativas.

— No habia pensado en eso — dijo el comandante Vincent -. Pero queria que viesen el avion. Trabajar con el Pentagono no solo son dificultades y molestias.

Ted me miro de reojo y me imagine que pensaba en la reunion con el doctor Weis. Sin embargo, como excepcion, guardo silencio.

Aun permanecia silencioso mientras volviamos, al caer la tarde, hacia Boston.

— Parece ser que el Pentagono se mueve muy deprisa en su proyecto del tiempo — dije.

Ted asintio.

— Demasiado. Se necesitara algo en verdad grande para quitarles la pelota.

Sin apartar los ojos de la serpenteante linea de luces rojas que se extendian en la carretera delante nuestro, pregunte:

— ?Tienes alguna idea de lo que…?

— Huracanes — dijo Ted, mas para si que para mi--. Es la unica manera de detener a Vincent.

— ?Que?

— Tenemos que proporcionar a Weis un gran programa que lleve el asunto del control del tiempo a la primera pagina de los periodicos y que deje boquiabierto al Pentagono impidiendole toda accion. Los huracanes serviran. Vamos a detener los huracanes.

XV

SISTEMAS DE PRESION

Los huracanes eran el objetivo y Ted puso a contribucion hasta el ultimo gramo de su energia para elaborar un programa de detencion de los huracanes para el doctor Weis. Durante todo aquel nevado diciembre apenas vimos a nuestro amigo. Barney tuvo que sacarle de su escritorio para que pasase el dia de Navidad con nosotros en Thornton.

Tuli, mientras, encontro la clave del problema de la contaminacion del aire de la Cupula de Manhattan. La Cupula habia creado una inversion de temperatura dentro de si misma: el aire calido, atrapado en lo alto, impedia que los humos de los automoviles y de otras maquinas subieran lo bastante por encima del nivel de la calle para que los extractores de la Cupula lo sacaran y purificaran el ambiente contaminado.

— ?Y como solucionaran eso? — le pregunte cuando me explico el problema con detalle.

— No sera muy dificil, ahora que saben en que consiste la dificultad — dijo Tuli -. Probablemente instalaran ventiladores de succion a nivel de la calle para sacar el humo antes de que adquiera proporciones notables.

— Eso costara millones.

— Supongo que si — contesto impasible -. Es una lastima que hayan construido la Cupula. Dentro de unos pocos anos mas, Ted quizas este dispuesto para acondicionar el aire de toda la nacion… sin cupulas de plastico.

Eolo gano mucho dinero con el trabajo de Tuli y el parecia complacido con su mision de consejero. Pero ahora apenas tenia trabajo. Suspendido por Climatologia, sin hacer nada en Eolo, empezo a trabajar por las noches con Ted en la idea de los huracanes.

Dias antes de que terminase el ano, Ted me llamo y me pidio que fuese a su apartamento despues de cenar. No me sorprendio encontrarme a Barney recorriendo la nevada calle cuando me aproxime a la casa.

Tuli, claro, ya estaba alli, montando a horcajadas en una silla de la cocina, los brazos cruzados sobre el respaldo y su barbilla descansando en las mangas. Parecia un jinete mongol meditativo. Ted paseaba inquieto por

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