— Bueno — contesto de mala gana -. Solucionemos ese detalle.

Yo marque el numero particular del Consejero Cientifico en el telefono instalado en el asiento del coche. Despues de unas breves palabras con una secretaria, el rostro tenso del doctor Weis aparecio en la pantalla.

— Se han salvado — dijo triste.

— ?Desencantado?

— Tal como tenemos el huracan viniendo sobre nosotros, no nos hubiese venido mal un martir o dos.

— El dirigirlo no resulto — dijo Ted -. Lo unico que nos queda probar es lo que se debio hacer desde el primer momento.

— ?Control del tiempo? ?Absolutamente, no! Que nos azote un huracan es cosa mala, pero si ustedes tratan de trastear con el tiempo en toda la nacion, cada granjero, cada individuo en vacaciones, cada alcalde y gobernador y policia de trafico, saltara contra nosotros.

Ted echaba chispas.

— ?Y que piensan hacer? ?Sentarse y aguardar? El control del tiempo es la ultima posibilidad de detener a este monstruo…

— Marrett, casi estoy dispuesto a creer que preparo usted la tormenta a proposito para obligarnos a permitirle que pusiera en practica su idea favorita.

— Si hubiera podido hacerlo, no estaria aqui sentado discutiendo con usted.

— Claro que no. Pero, escucheme. El control del tiempo queda fuera de toda consideracion. Si hemos de aguantar un huracan, lo haremos; tendremos que reconocer que THUNDER era un proyecto demasiado ambicioso para que triunfase la primera vez. Tendremos que retirarlo. Intentaremos algo como THUNDER de nuevo el ano que viene, pero sin todo este alboroto. Usted tendra que llevar durante unos cuantos anos una vida muy tranquila, Marrett, pero por ultimo lograremos seguir adelante.

— ?Y por que retroceder cuando se puede seguir adelante y detener este huracan? — arguyo Ted -. ?Podriamos empujar a Omega hacia el mar, lo se muy bien!

— ?Del mismo modo en que trato de dirigirlo antes? Tenga la certeza de que volveria a caer sobre usted.

?Intentamos mover seis trillones de toneladas de aire con un plumero para el polvo! Hablo del verdadero control del tiempo, de sus sistemas a traves del continente. ?Resultara!

— No puede garantizar que resultara e, incluso si pudiese, no le creeria. Marrett, quiero que vaya al cuartel general de THUNDER y se siente tranquilito alli. Puede usted operar en cualquier nueva perturbacion que aparezca. Pero dejara en paz absolutamente al Omega. ?Esta claro? Si trata usted de tocar a esta tormenta de cualquier forma, procurare que haya terminado su carrera. ?Para siempre! — anadio.

El doctor Weis corto la comunicacion. La pantalla quedo a oscuras, casi tanto como el ceno en el rostro de Ted.

Durante el resto del viaje al cuartel general del Proyecto, no dijo nada. Simplemente permanecio alli sentado, como desplomado, retirado en si mismo, los ojos hechos brasas.

Cuando el coche se detuvo, nos miro.

— ?Que hariais si diese la orden de lanzar a Omega lejos de la costa?

— Pero el doctor Weis dijo…

— No me importa lo que dijera o lo que haga despues. ?Podemos detener a Omega!.

Barney se volvio y me miro.

— Ted… yo siempre puedo volver a Hawai y ayudar a mi padre a conquistar su vigesimo millon. Pero ?y tu, que? Weis puede acabar con tu carrera permanentemente. ?Y que sera de Barney y del resto del personal del Proyecto?

— La responsabilidad es mio. Weis no se preocupara por los otros miembros. Y a mi me importa muy poco lo que haga… No puedo quedarme sentadito como si fuese un tonto y dejar que ese huracan sigo su camino. Tengo que ajustarle las cuentas al Omega.

— ?Sin pensar en lo que te costara?

Asintio muy serio.

— Sin pensar en nada. ?Estais conmigo?

— Me parece que estoy tan loco como tu — le oi decir -. Hagamoslo.

Salimos del coche y subimos hasta el centro de control. Cuando el personal empezo a arremolinarse en nuestro torno, Ted alzo los brazos reclamando silencio.

— Escuchen ahora… el proyecto THUNDER esta muerto. Tenemos que efectuar un trabajo de reconformar el tiempo. Vamos a empujar a ese huracan hacia el mar.

Luego empezo a dar ordenes como si hubiese estado ensayando toda su vida la llegada de este instante.

Cuando me dirigi hacia mi cabina, Barney me cogio del brazo.

— Jerry, pase lo que pase despues, gracias por ayudarle.

— Somos complices — dije -. Antes, durante y despues del hecho.

Sonrio.

— ?Crees que yo seria capaz de mirar una nube en el cielo si tu no hubieses accedido a ayudarle en esto?

Antes de que pudiera pensar en una respuesta, ella dio media vuelta y se dirigio a la seccion de computadores'.

Apenas teniamos treinta y seis horas antes de que Omega azotase la costa de Virginia y se encaminase hacia Washington subiendo por Chesapeake Bay. Treinta y seis horas para manipular el tiempo por todo el continente norteamericano.

A las tres horas, Ted nos tenia en torno a su escritorio, sosteniendo en la mano derecha un grueso fajo de notas.

— No es tan mala la cosa como podria haberlo sido — nos dijo, gesticulando hacia la pantalla trazadora -. Este gran Anticiclon, posado cerca de los Grandes Lagos, es una masa de aire frio y seco que puede formar una pantalla por toda la Costa Este, si podemos hacerlo cambiar de posicion. Tuli, esa es tu tarea.

Tuli asintio con los ojos brillantes de emocion.

— Barney, necesitaremos predicciones exactas para cada parte del pais, aun cuando se necesite emplear todos los computadores del Departamento de Meteorologia para proporcionarnoslas.

— De acuerdo, Ted.

— Jerry, las comunicaciones son la clave. Ponte en contacto con toda la nacion encargada de este servicio. Y vamos a necesitar aviones, cohetes, incluso quizas hondas. Pon la pelota en marcha antes de que Weis descubra lo que maquinamos.

— ?Que hay de los canadienses? Tambien estaras afectando su tiempo.

— Comunicate con ese individuo de enlace del Departamento de Estado y dile que el Departamento Meteorologico canadiense se ponga en contacto con nosotros. Sin embargo, al enlace no le expliques para que.

— Es solo cuestion de tiempo que Washington se entere — dije.

— La mayor parte de lo que tengamos que hacer es preciso realizarlo esta noche. Para cuando despierten, manana por la manana, ya estaremos lanzados.

Las velocidades centrales del viento en Omega habian ascendido a ciento veinte nudos al caer la tarde y seguian subiendo. Mientras el huracan marchaba hacia la costa, su furia aullante casi quedaba conjuntada por el estrepito de la accion en nuestro centro de control. No comimos, no dormimos. ?Trabajamos!

Una media docena de satelites militares armados con lasers empezaron a lanzar torrentes de energia en zonas senaladas por las ordenes de Ted. Sus dotaciones habian sido alertadas semanas antes para cooperar con lo que les pidiese el Proyecto THUNDER y Ted y otros miembros de nuestro personal tecnico les instruyeron antes de que comenzase la temporada de huracanes. Escuadrillas de aviones despegaron para sembrar productos quimicos a todo lo largo de Long Island, en donde habiamos creado una celula debil tormentosa, en un vano intento de dirigir al Omega. Ted queria que la baja presion se profundizase, se intensificase… un agujero de presiones inferiores en el que el Anticiclon de los Grandes Lagos pudiera resbalar.

— intensificar la baja hara que Omega entre mas deprisa tambien — destaco Tuli.

— Lo se — fue la respuesta de Ted -. Pero los numeros estan de nuestra parte, creo. Ademas, cuanto mas

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