termometro y marcaba 27,2°. Diez minutos mas tarde marcaba 28,3°. O sea, que no tenemos la temperatura exacta ni del cuerpo ni de la caneria.

– ?Y eso que significa? -dijo Bosch.

– Que no puedo decirte nada aqui mismo. Tengo que llevarmelo y hacer numeros.

– Es decir, darselo a alguien que realmente sepa hacerlo -apunto Bosch.

– Lo tendras cuando asistas a la autopsia; no te preocupes.

– Por cierto, ?quien corta hoy?

Sakai no contesto; estaba demasiado ocupado con las piernas del muerto. Primero agarro los zapatos y movio un poco los tobillos, luego fue palpando las piernas y finalmente las levanto por los muslos para comprobar si se doblaban las rodillas. A continuacion apreto las manos sobre el abdomen como si estuviera buscando droga. Por ultimo metio la mano por debajo de la camisa e intento girar la cabeza, pero esta no se movio. Bosch sabia que el rigor mortis se extendia de la cabeza al tronco y luego a las extremidades.

– El cuello esta tieso -explico Sakai-. El estomago lo esta a medias y las extremidades todavia tienen flexibilidad.

Sakai se saco un lapiz de detras de la oreja y lo uso para apretar la piel del costado. La parte del cuerpo mas cercana al suelo presentaba unas manchas violaceas, como si estuviera lleno de vino hasta la mitad. Era la lividez post mortem; cuando el corazon deja de bombear sangre, esta se concentra en la zona mas baja del cuerpo. Al apretar la goma del lapiz contra la piel oscura, el area no emblanquecio, lo cual indicaba que la sangre se habia coagulado. El hombre llevaba varias horas muerto.

– La lividez es uniforme -prosiguio Sakai-. Segun ese dato y el rigor mortis, yo diria que este tio lleva muerto entre seis y ocho horas. No te puedo decir mas hasta que analice la temperatura, asi que de momento tendras que conformarte.

Sakai no levanto la mirada al decir esto, sino que el y su amigo Osito empezaron a registrar los bolsillos del pantalon militar del cadaver. Todos, incluidos los enormes bolsillos laterales, estaban vacios. Luego le dieron la vuelta para verificar los de atras, hecho que Bosch aprovecho para examinar de cerca la espalda desnuda del cadaver. La piel se habia tornado violacea a causa de la lividez y la suciedad, pero Bosch no vio ningun rasguno o marca que indicara que el cuerpo habia sido arrastrado.

– En los pantalones no hay nada para identificarlo -dijo Sakai, todavia sin alzar la vista.

A continuacion empezaron a tirar cuidadosamente de la camisa negra con el objeto de descubrir la cabeza. El muerto tenia el cabello ondulado, con mas canas que pelo negro. Llevaba una barba descuidada y aparentaba unos cincuenta anos, por lo que Bosch dedujo que tendria unos cuarenta. En el bolsillo de la camisa habia algo que el ayudante del forense se apresuro a sacar; despues de examinarlo un momento, lo metio en una bolsita de plastico que le ofrecio su companero.

– ?Eureka! -comento Sakai, pasandole la bolsita a Bosch-. El equipo completo. Esto nos facilita el trabajo.

Acto seguido, Sakai levanto los parpados agrietados del cadaver. Los ojos eran azules, con un barniz lechoso y unas pupilas reducidas al tamano de la punta de un lapiz. Bosch sintio que le miraban, y cada pupila era un pequeno agujero negro.

Sakai tomo notas en un bloc, aunque ya habia tomado una decision. Saco una almohadilla de tinta y una ficha de su caja, entinto los dedos de la mano izquierda del cadaver y los estampo sobre la ficha. Bosch estaba admirando la destreza y rapidez con la que llevaba a cabo esta operacion cuando, de pronto, el ayudante del forense se detuvo.

– Eh, mira.

Movio el dedo indice con delicadeza y lo hizo girar en todas direcciones. La articulacion estaba rota, aunque no habia senal de inflamacion o hemorragia.

– Parece post mortem -opino Sakai.

Bosch se acerco para examinar el dedo con cuidado, quitandole la mano a Sakai y palpandola directamente, sin guantes. Luego lanzo una mirada recriminatoria, primero a Sakai y luego a Osito.

– No empieces, Bosch -protesto Sakai-. A el no lo mires. Nunca haria algo asi; es alumno mio.

Bosch no le recordo a Sakai que era el quien iba al volante de la camioneta de Homicidios cuando, unos meses antes, perdieron un cadaver atado a una camilla de ruedas en plena autopista. La camilla rodo por la salida de Lankershim Boulevard y se estrello contra un coche aparcado en una gasolinera. Para colmo, por culpa de la separacion de vidrio en la camioneta, Sakai no se entero hasta que llego al deposito.

Bosch devolvio la mano del muerto al ayudante del forense, quien se volvio hacia Osito y le hizo una pregunta en espanol. El rostro pequeno y moreno de Osito se ensombrecio y luego nego con la cabeza.

– Ni siquiera le ha tocado las manos. Antes de acusar a alguien, asegurate de que es el culpable.

Cuando Sakai termino de tomar las huellas dactilares, le paso la ficha a Bosch.

– Mete las manos en bolsas -le dijo este, a pesar de que no hacia falta-. Y los pies.

Bosch retrocedio un poco y empezo a agitar la ficha para secar la tinta, mientras con la otra mano aguantaba la bolsa con la prueba que le habia pasado Sakai. Contenia una aguja hipodermica, una ampollita medio llena de algo que parecia agua sucia, un poco de algodon y una caja de cerillas. Era un equipo completo para chutarse, con aspecto de estar relativamente nuevo. La aguja estaba limpia, sin rastro alguno de corrosion. El algodon, supuso Harry, solo habia sido usado como colador una o dos veces, porque habia unos cristalitos de color marron blancuzco entre las fibras. Dandole la vuelta a la bolsa de plastico consiguio ver el interior de la caja de cerillas y descubrio que solo faltaban dos.

En ese momento, Donovan salio a gatas de la tuberia. Llevaba un casco de minero y unas cuantas bolsitas de plastico que contenian objetos tan diversos como un periodico amarillento, un envoltorio y una lata de cerveza arrugada. En la otra mano sostenia un plano que mostraba donde habia encontrado cada cosa en la tuberia. Le colgaban telaranas del casco y el sudor le surcaba el rostro, manchando la mascarilla que le tapaba boca y nariz. Cuando Bosch le mostro la bolsa con el equipo para chutarse, Donovan se paro en seco.

– ?Has encontrado una olla? -le pregunto Bosch.

– ?No me digas que es un yonqui! -exclamo Donovan-. Lo sabia… ?Entonces por que cono estamos haciendo todo esto?

Bosch no contesto, sino que espero a que se calmara.

– La respuesta es si. He encontrado una lata de Coca-Cola -contesto finalmente Donovan.

El experto en huellas repaso las bolsitas de plastico y le paso a Bosch una que contenia dos mitades de una lata de Coca-Cola. La lata parecia bastante nueva; la habian cortado en dos con una navaja y habian usado la superficie concava de la parte inferior para calentar la heroina y el agua: una olla. La mayoria de drogadictos ya no utilizaban cucharas porque llevar una encima constituia motivo de detencion. Las latas, sin embargo, eran faciles de obtener y se podian usar y tirar.

– Necesitamos las huellas dactilares del equipo y la lata lo antes posible -afirmo Bosch. Donovan asintio y se llevo su cargamento de bolsitas de plastico hacia la camioneta. Harry volvio su atencion a los hombres del forense.

– ?Llevaba navaja? -pregunto. -No -confirmo Sakai-. ?Por que? -Me falta la navaja. Sin navaja, la escena esta incompleta.

– ?Y que? El tio es un yonqui. Los yonquis se roban entre ellos. Seguramente la navaja se la llevaron sus colegas.

Con las manos enguantadas, Sakai enrollo las mangas de la camisa del muerto, dejando al descubierto una red de cicatrices en ambos brazos: viejas senales de pinchazos y crateres que eran el resultado de abscesos e infecciones. En el pliegue del codo izquierdo habia un pinchazo fresco y una gran hemorragia amarilla y violacea bajo la piel.

– Voila -dijo Sakai-. El tio se metio una mierda en el brazo y la dino. Yo ya decia que era un caso de sobredosis, Bosch. Hoy te podras ir a casa temprano y ver a los Dodgers.

Bosch se inclino otra vez para examinar el brazo mas de cerca.

– Eso me dice todo el mundo -comento.

Sakai probablemente tenia razon, penso Bosch, pero aun no queria dar carpetazo al caso. Habia demasiados cabos sueltos: la ausencia de huellas en la tuberia, la camisa sobre la cabeza, el dedo roto, la falta de navaja.

– ?Por que todas las marcas son antiguas excepto esa? -pregunto Bosch, mas para si mismo que para Sakai.

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