La manana despues del dia de los Caidos, Harry Bosch volvio al hospital Martin Luther King, donde recibio una severa reprimenda por parte de su medico. El doctor McKenna parecio disfrutar perversamente cuando le arranco las vendas caseras de su hombro y le aplico una solucion salina para limpiar la herida. Bosch paso dos dias descansando antes de ser conducido al quirofano para recomponer los musculos que la bala habia desgajado del hueso.

En el segundo dia tras la operacion, una enfermera le trajo el Times del dia anterior para que se distrajera. El articulo de Bremmer estaba en primera pagina e iba acompanado de una foto de un cura frente a un ataud solitario en Syracuse, Nueva York. Era el funeral del agente especial del FBI, John Rourke. Bosch dedujo por la foto que habia habido mas gente -aunque fueran periodistas- en el entierro de Meadows. Pero Bosch dejo a un lado la primera seccion del periodico cuando hojeo las primeras paginas y vio que no salia Eleanor. Bosch paso directamente a la seccion de deportes.

Al dia siguiente tuvo una visita. El teniente Harvey Pounds informo a Bosch de que, cuando se recuperara, tenia que volver a Homicidios de Hollywood. Pounds dijo que ninguno de los dos tenia otra eleccion. Era una orden directa del sexto piso del Parker Center. El teniente no tenia mucho mas que decir y ni siquiera menciono el articulo del Times. Bosch recibio la noticia con una sonrisa y poco mas, ya que no queria expresar lo que sentia o pensaba.

– Por supuesto, todo esto depende de que superes el examen medico del departamento cuando te den el alta -anadio Pounds.

– Por supuesto -dijo Bosch.

– Bosch, ya sabes que algunos agentes prefieren el retiro por invalidez con un ochenta por ciento de paga. Podrias buscarte un trabajo en el sector privado y vivir muy bien. Y te lo merecerias.

«Ah -penso Harry-, esa es la razon de la visita.»

– ?Es eso lo que quiere que haga el departamento, teniente? -pregunto-. ?Eres el mensajero?

– Claro que no. El departamento quiere que hagas lo que tu quieras. Solo estoy buscando las ventajas de la situacion. No se, piensatelo. Dicen que la investigacion privada es un mercado en alza en los noventa. La gente ya no se fia de nadie, ?me entiendes? Hoy en dia todo el mundo se dedica a investigar a sus futuros conyuges: informes medicos, financieros, sentimentales…

– No es mi estilo.

– O sea, ?que te quedas en Homicidios?

– En cuanto pase el examen medico.

Al dia siguiente tuvo otra visita, esta vez la esperaba. Era una ayudante del fiscal del distrito. Se llamaba Chavez y queria saber que paso la noche en que murio Tiburon. Bosch supo entonces que Eleanor se habia entregado. Bosch declaro que habia estado con Eleanor, lo cual confirmo su coartada. Chavez dijo que tenia que comprobarlo antes de que comenzaran a hablar de un trato. Ella le hizo un par de preguntas mas sobre el caso y luego se dispuso a irse.

– ?Que le va a pasar? -pregunto Bosch.

– No puedo comentar nada al respecto, detective.

– ?Y extraoficialmente?

– Extraoficialmente tendra que ir a la carcel, pero no creo que sea por mucho tiempo. Es un buen momento para que todo se lleve silenciosamente. Ella se entrego, se trajo un buen abogado y parece que no fue responsable directa de las muertes. En mi opinion, ha tenido mucha suerte. Se declarara culpable y le caeran como mucho treinta meses en Tehachapi.

Bosch asintio y Chavez se fue.

Harry tambien se fue al dia siguiente para hacer reposo durante seis semanas antes de volver a la comisaria de Wilcox. Cuando llego a su casa en Woodrow Wilson encontro un papel amarillo en el buzon. Lo llevo a la oficina de correos y le dieron un paquete plano envuelto en papel de estraza. Bosch no lo abrio hasta que llego a casa. Aunque no lo ponia, el sabia que era de Eleanor Wish. Despues de romper el papel y el forro de burbujas, encontro una copia enmarcada de Aves nocturnas, de Hopper. Era el cuadro que habia visto en la pared de su casa la primera noche que paso con ella.

Bosch lo colgo en el pasillo cerca de la puerta principal y de vez en cuando se detenia a contemplarlo cuando entraba, especialmente despues de un largo dia o noche de trabajo. El cuadro nunca dejaba de fascinarlo o de evocar recuerdos de Eleanor Wish. La oscuridad. La dura soledad. El hombre solo sentado y con el rostro vuelto hacia las sombras. «Yo soy ese hombre», pensaba Harry Bosch cada vez que lo miraba.

Michael Connelly

***

Hieronymus Bosch

Edward Hopper

Nighthawks ***
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