pudo.

Centro su atencion en el bidon. Antes habia quitado la tapa y al aproximarse percibio un intenso olor acre. Respiro hondo y, sujetando el bidon con firmeza, muy consciente y temeroso de las consecuencias si se le caia, lo inclino para llenar el cubo de plastico, pero la sustancia se derramo y aterrizo en el suelo al lado del cubo.

– Mierda.

Se levanto vapor del suelo. El acido reaccionaba con algo, lo cual era buena senal.

– ?Que estas haciendo?

– Solo estoy probando un experimento.

– ?Que? ?Que estas probando? -pregunto Kellie, con la voz conmovedoramente tensa.

Por lo poco que recordaba de las clases de quimica, algunos acidos no disolvian ni el metal ni el plastico. El hecho de que aquellos bidones fueran de plastico le decia que no disolveria el cubo.

El hedor acre y abrasador era cada vez peor; lo notaba en lo mas profundo de su garganta. Retrocedio unos pasos, respiro hondo, luego desplazo el bidon unos centimetros hacia atras y volvio a intentarlo. Esta vez el acido entro repiqueteando en el cubo. Lo lleno hasta la mitad y coloco el bidon en posicion vertical; luego, cogio la Palm y examino detenidamente el cubo para asegurarse de que no habia acido en el asa ni en ningun sitio que fuera a tocar.

Vertio una pequena cantidad de acido sobre un par de eslabones de la cadena.

No sucedio nada. Volutas de vapor apestoso se elevaron desde el lugar del suelo en el que estaban los dos eslabones, e inmediatamente alrededor, pero no parecio que se produjera ninguna reaccion con el acero.

Frustrado y desesperado, Tom se quedo mirando y solto un taco. Era como si hubiera echado agua.

Capitulo 84

Carl Venner se paseaba arriba y abajo por su despacho, con un puro recien encendido en la boca, retorciendose las manos, dirigiendo su ira por turnos a Luvic, que mascaba chicle y fumaba un cigarrillo a la vez, y al ruso.

– Chicos, no nos encontramos en una buena situacion. No es nada buena.

Se llevo una mano a la boca, cogio el puro y comenzo a morderse otra vez la piel del dedo indice. A arrancarsela. El ruso, que hablaba en contadas ocasiones, dijo:

– Hay que sacar a Yuri de hospital antes de que el despertar.

– Hay que sacarlo o silenciarlo -dijo Venner.

– Yo no matar mi hermano -dijo tenebrosamente.

– Trabajas para mi, Roman. Haras lo que yo te diga.

– Entonces, no trabajar para ti.

Venner se acerco a el con aire chulesco.

– Escucha, pedazo mierda, estarias conduciendo un puto tractor en Ucrania si no fuera por mi, asi que no vuelvas a amenazar con dejarlo porque podria aceptar tu dimision y, entonces, ?que cono harias?

El ruso parecia malhumorado, pero no dijo nada.

Luvic hizo un gesto con la mano para indicarle que le cortaria el cuello.

– Yo encargar.

El ruso se acerco al albanes y se planto delante de el; le sacaba una cabeza bien buena al ex luchador a puno limpio.

– Matar mi hermano -dijo-, y yo matar a ti.

El albanes se quedo mirando al ruso con sorna, todavia mascando chicle. Se llevo el cigarrillo a la boca dos veces muy seguidas, dio dos caladas rapidas, inhalo intensamente y expulso el humo.

– Yo hacer que senor Smith decir. Yo obedecer senor Smith.

– Tenemos un problema aun mas urgente -dijo Venner-. Ese imbecil de John Frost, Gidney, con su mierda de partes meteorologicos, ?pues la cago con uno de sus putos pronosticos!

Los dos hombres lo miraron con curiosidad.

– ?Lluvia acida! Vaya dia de perros ha tenido.

El ruso sonrio; el albanes, que no tenia sentido del humor, no pillo el chiste. Habia metido el cuerpo del Hombre del Tiempo en el tanque de acido sulfurico, como era habitual; dentro de un par de dias trasladaria los huesos al tanque del acido clorhidrico. Despues de eso, no quedaria ni rastro de el.

– Nuestro problema -prosiguio Venner- es que no sabemos que ha hecho, que ha podido decir. Y mintio sobre el telefono, ?verdad?

El albanes asintio con la cabeza.

– Estaba en coche, fuera, encendido.

– Sabemos que significa eso, ?verdad? -dijo Venner.

Sus dos empleados asintieron.

– La policia puede pedir a su compania telefonica que determine su ruta por Brighton y Hove, horas y lugares exactos. Caballeros, me temo que hay que largarse. Hay que salir de aqui y volver a Albania hasta que la cosa se calme.

– Yo prefiero quedar aqui -dijo el ruso.

Venner se dio unos golpecitos en el pecho.

– Tengo cincuenta y nueve anos. ?Te crees que quiero pasar el resto de mi vida en ese pais de mierda, si puedo evitarlo? Hasta tiene las mujeres mas feas. Estamos aqui, en este pais, porque nos gusta. Pero la habeis cagado.

– ?En que? -dijo el ruso, que ahora parecia enfadado.

– ?En que? -dijo Venner, como si le asombrara la pregunta-. Mik deja que le sigan desde Kemp Town hasta un aparcamiento del centro de Brighton…

– Si, pero perder policia en aparcamiento -lo interrumpio el albanes.

– Si, y el puto Golf tambien.

– Yo recuperar.

Pasando de el, Venner dirigio su ira contra el ruso.

– El idiota de tu hermano llama la atencion de la policia, luego tiene un accidente de coche y deja que se lleven el portatil con nuestra pelicula de D'Eath, ?y eso no te parece una cagada?

El ruso se quedo callado.

– Esto es lo que vamos a hacer -dijo Venner, en un tono mas conciliador de repente-. Vamos a grabar la pelicula del senor y la senora Bryce ahora mismo y a librarnos de ellos. Despues, nos largamos. Esta tarde nos vamos a Paris. Y desde alli seguiremos el viaje. ?De acuerdo?

Los dos hombres asintieron en silencio.

– ?Donde grabar pelicula? -dijo entonces el albanes.

– Aqui -dijo Venner-. En esta habitacion. Tengo algunas ideas creativas. El senor Bryce nos ha hecho sufrir mucho. Y me gustaria que primero viera todas las cosas que vamos a hacerle a la senora Bryce.

Miro al ruso.

– Roman, subelos. Desatales solo las piernas y amordazalos con cinta adhesiva. Siempre me ha gustado arrancar esa cosa.

Y, de repente, de mejor humor al pensar en algunas de las cosas tan imaginativas que iba a hacerles a los Bryce, Carl Venner empezo a tararear.

Capitulo 85

– ?Tom!

La urgencia repentina del susurro de Kellie hizo que Tom alzara la vista. «?Mierda!» El rectangulo de luz habia vuelto a aparecer al fondo de la habitacion. Alguien estaba entrando, un hombre alto y delgado vestido de negro.

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