– ?Que ha querido decir con eso de que «la muerte nos sentaria bien»?

– Solo intentaba asustarnos -contesto Tom, que intento parecer convincente, y que se esforzo por conseguir que la tapa se moviera, consciente de que su voz sonaba bastante mas fuerte de lo normal. Un plan impreciso, poco solido, cobraba sentido en su mente.

Despacio, la tapa comenzo a girar. Hicieron falta cinco, quiza seis vueltas completas para que pudiera soltarse. Un hedor acre repugnante y abrasador le lleno la nariz al instante. Retrocedio tambaleandose, ahogandose, solto la tapa y oyo como se alejaba rodando en la oscuridad.

– ?Tom?-lo llamo Kellie, alarmada.

Siguio tosiendo, le ardian los pulmones. Intentaba recordar las clases de quimica en el colegio, una asignatura que se le daba fatal. En el laboratorio de quimica habia botellas de acido. El sulfurico y el clorhidrico fueron los que recordo de inmediato. ?Aquella sustancia, fuera lo que fuese, disolveria la cadena atada al tobillo?

Pero ?como podia sacarla del bidon en la oscuridad? Si el bidon caia y la sustancia se derramaba, podia extenderse por el suelo y llegar a donde estaba Kellie. O asfixiarlos.

Luego, sintio que se le paraba el corazon. Vio el rayo de luz por el rabillo del ojo. El rectangulo en la distancia. Alguien entraba.

Capitulo 79

Abajo, en el nivel 4 del aparcamiento de Bartholomew Square, un grupo de agentes de policia rodeaba el Volkswagen Golf negro. Fuera, dos policias bloqueaban la entrada. No habia nadie mas en todo el edificio.

– No quiero que el propietario sepa que lo hemos registrado -dijo Grace al joven agente de Trafico arrodillado junto a la puerta del conductor, que tenia una anilla con un juego de palancas en una mano y lo que parecia un transmisor de radio en la otra.

– No se preocupe. Podre cerrarlo de nuevo. No se enterara.

Joe Tindall, que llevaba un traje protector blanco, estaba junto a Grace, mascando chicle. Parecia estar de peor humor que habitualmente.

– ?No te basta con fastidiarme el fin de semana, Roy? -dijo el agente del SOCO-. ?Quieres asegurarte de joderme tambien la semana desde el principio, eh?

Se oyo un fuerte clic y la puerta del Golf se abrio. Al instante, se disparo una bocina, un bip-bip-bip-bip-bip ensordecedor que resono por toda la planta.

El agente de Trafico abrio el capo del coche y miro dentro. Al cabo de unos segundos, el pitido paro. El policia cerro el capo.

– Muy bien -dijo a Tindall y a Grace-. Todo suyo.

Grace, que tambien llevaba un traje protector blanco y guantes, dejo que Tindall entrara primero y el se quedo observando. Echo un vistazo rapido a su reloj, que le mostro que habian pasado veinticinco minutos desde que habian cerrado el aparcamiento.

En el exterior reinaba el caos mas absoluto: vehiculos policiales, ambulancias, coches de bomberos, docenas de compradores, gente de negocios, visitantes que se habian quedado colgados. Y la siguiente consecuencia fue que la mayoria de las calles del centro de Brighton se colapsaron.

A Grace iban a lloverle las criticas si no sacaba algo de esto.

Observo a Tindall buscar huellas primero en los lugares mas probables: el retrovisor, la palanca de cambios, el claxon, los tiradores interior y exterior de la puerta. Cuando acabo con esto, Tindall cogio un cabello del reposacabezas del conductor con unas pinzas y lo guardo en una bolsa de plastico. Luego, tambien con las pinzas, saco una de las varias colillas que habia en el cenicero y la metio en otra bolsa.

Cinco minutos despues, salio del coche, un poquito mas alegre que cuando habia llegado.

– He conseguido buenas huellas, Roy. Volvere ahora mismo y hare que los chicos las introduzcan en el NAFIS.

El NAFIS era el sistema nacional automatizado de informacion sobre huellas dactilares.

– Los resultados estaran esperandote.

– Te lo agradezco.

– En realidad, me importa una mierda que me lo agradezcas o no -dijo el agente del SOCO, mirando con dureza al comisario.

A veces, a Grace le resultaba dificil distinguir cuando Joe Tindall hablaba en serio y cuando bromeaba; el hombre tenia un sentido del humor peculiar. Ahora no sabria decir.

– ?Bien! -dijo Grace, intentando seguirle la corriente-. Admiro tu profesionalidad imparcial.

– ?A la mierda la imparcialidad! -dijo Tindall-. Lo hago porque me pagan. Me da igual que me agradezcan las cosas. -Se quito la indumentaria protectora, la metio en una bolsa y se dirigio hacia la escalera de salida.

Grace y el agente de Trafico se miraron.

– ?Puede ser un cabron cascarrabias!

– Pero lleva unas gafas guapas… -dijo el agente.

Grace registro el interior del coche, miro en la guantera, en la que solo habia el manual del usuario, y en cada uno de los compartimentos de las puertas, que estaban vacios. Toco debajo de los asientos delanteros, levanto el asiento trasero y miro debajo. Nada. No habia absolutamente ningun objeto personal en el coche; parecia mas un coche alquilado que particular.

Luego, miro en el maletero. Estaba impoluto, contenia solo una caja de herramientas, la rueda de recambio y un triangulo de presenalizacion de peligro que imagino que venian con el coche. Al final, se arrastro debajo del Golf; no habia barro, ni nada fuera de lo normal.

Volvio a ponerse en pie, le dijo al agente de Trafico que podia cerrar el vehiculo y conectar de nuevo la alarma y se fue a su coche, impaciente por regresar a Sussex House. Confiaba desesperadamente que el antipatico pero genial Joe Tindall obtuviera algun resultado con esas huellas.

Y que el equipo de vigilancia no perdiera el Volkswagen.

Paralizar Brighton no iba a mejorar en absoluto la opinion que Alison Vosper tenia de el; no favoreceria sus posibilidades de evitar el traslado a Newcastle, con Cassian Pewe o sin Cassian Pewe.

Entonces, de repente, penso en Cleo. Eran las doce y veinte. No le habia devuelto la llamada.

Capitulo 80

Tom se lanzo al suelo y palpo freneticamente la dura superficie de piedra con las manos, intentando encontrar las cuerdas. Una luz atraveso la oscuridad; se poso brevemente en Kellie, luego en su cara, luego salto a la pared, iluminando una hilera de bidones de sustancias quimicas.

Incluido el que no tenia tapa.

«Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda.»

Se tumbo de lado, muy quieto, aguantando la respiracion, las manos rigidamente a los costados, las piernas muy juntas. Estaba sudando a mares. Oyo el sonido de unos pasos que se le acercaban. El corazon le iba a mil por hora, la sangre que le recorria las venas rugia en sus oidos. La bilis amarga del terror le subia por la garganta.

Aquel era el momento. Iban a descubrirle. Dios santo, ?quizas habia cometido otra estupidez? Primero la estupidez de haber salido de casa, de haber dejado que entraran en el coche. Y, ahora, la estupidez, la estupidez increible, de haber intentado escapar.

Kellie tenia razon, con lo que habia dicho antes. Al llamarle fracasado.

Cerro los ojos un instante, rezando, esforzandose por no vomitar. ?Asi iba a acabar su vida? ?Todos sus suenos? ?No volveria a ver a los ninos? ?No volveria…?

Hubo un ruido fuerte. Oyo algo rodando por el suelo. Lo que fuera le golpeo en la cabeza. Era un objeto duro, pero ligero.

Se dio la vuelta, recordando mantener la postura, como si estuviera atado. La luz le enfoco directamente a los

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