una plaza.

El conductor no estaba.

Grace freno detras, maldiciendo.

Oyo un bocinazo detras de el. Por el retrovisor vio un Range Rover. Levanto un dedo, avanzo unos metros, luego entro en el primer espacio libre que vio, apago el motor y se bajo del coche de un salto. Se dirigio corriendo a la salida, subio los escalones de dos en dos y salio a una gran plaza abierta con un restaurante japones en medio, el hotel Thistle en un lado e hileras de tiendas en los otros dos.

Pero no habia ni rastro del hombre de andares chulescos y pelo de punta.

Habia tres salidas mas por las que hubiera podido subir. Grace las recorrio todas, una a una, pero el hombre se habia esfumado.

Grace maldijo, penso detenidamente, de pie junto a la primera salida, la mas cercana al Golf y a su coche. No creia que el hombre hubiera advertido que le seguia. Pero quien podia saber cuanto tiempo pasaria hasta que regresara al coche. Podian ser cinco minutos, cinco horas…

Entonces, tuvo una idea.

Marco el numero de su destino anterior, la comisaria central de Brighton, y pidio que le pasaran con un viejo companero, Mike Hopkirk, un inspector de division de Brighton. Para su alivio, Hopkirk estaba alli.

Hopkirk era perro viejo, tenia muchos anos de servicio a sus espaldas; infundia un gran respeto en el cuerpo y caia muy bien. Grace habia elegido con sumo cuidado a quien llamar para esta tarea. Para poner todo en marcha a la velocidad que necesitaba, Hopkirk era su hombre, si accedia a hacerlo.

– ?Roy! ?Como estas? ?No dejo de ver tu nombre en los periodicos! ?Me alegra ver que tu traslado a Sussex House no ha mermado tus ganas de cabrear a la gente!

– Muy gracioso. Oye, luego charlamos. Necesito un favor… y lo necesito ya. La vida de dos personas esta en juego, tenemos motivos para creer que las han secuestrado y que sus vidas corren peligro inminente.

– ?Tom y Kellie Bryce? -dijo Hopkirk para sorpresa de Grace.

– ?Como diablos lo sabes? -Se le olvidada lo perspicaz que era Hopkirk.

El rugido de un camion que pasaba ahogo la contestacion de Hopkirk. Tapandose una oreja con la mano y apretando el movil contra la otra, Grace grito:

– ?Perdona? ?Puedes repetirlo?

– ?Salen en portada del Argus!

El jefe de prensa lo habia logrado. Genial.

– De acuerdo, Mike, esto es lo que quiero: necesito que cierres el aparcamiento de Bartholomew Square durante una hora, para que me de tiempo a registrar un coche que esta ahi.

Oyo lo que parecia un monton de aire aspirado hacia adentro muy deprisa.

– ?Cerrarlo?

– Necesito una hora.

– El mayor aparcamiento de Brighton, en pleno dia. Cerrarlo, ?te has vuelto loco?

– No, necesito que lo hagas, ahora, ya mismo.

– ?Con que motivo, Roy?

– Una amenaza de bomba. Has recibido una llamada de un grupo terrorista.

– Mierda. Hablas en serio, ?verdad?

– Vamos, es una manana tranquila de lunes. ?Despierta a las tropas!

– ?Y si la cosa se tuerce?

– Me las cargo yo.

– No te las cargaras tu, Roy me las cargare yo y lo sabes.

– Pero ?lo haras?

– ?Bartholomew Square?

– Bartholomew Square.

– De acuerdo -dijo, no parecia muy convencido, pero se resigno-. Cuelga el telefono. ?Lo necesito!

Grace tambien necesitaba el suyo. Llamo a Sussex House para que se presentaran alli de inmediato un equipo del SOCO y un agente acompanado por alguien de Trafico que fuera capaz de abrir la cerradura y el sistema de seguridad de un Volkswagen Golf.

Luego llamo a un inspector llamado Bill Ankram, que era el responsable del despliegue del equipo local de vigilancia. Gracias a un golpe de suerte extrano, Ankram tenia buenas noticias para el.

– Hoy ibamos a seguir a alguien por el centro de Brighton y el trabajo se ha cancelado, el tipo no ha aparecido. Estaba a punto de retirar al equipo y dedicar la tarde a un entrenamiento.

– ?Con que rapidez podrian cubrir tus hombres el aparcamiento de Bartholomew Square? -pregunto Grace.

– Dentro de una hora. No estamos lejos.

Grace ultimo los detalles y le dio el numero de la matricula del vehiculo y la posicion exacta del Golf. Luego, llamo al centro de investigaciones y ordeno que enviaran por fax y por correo electronico la fotografia del conductor del Volkswagen a Ankram.

Despues, hablo con Nicholl y le dijo que tendria que ir a ver al agente de la Met el solo. Mientras hablaban, se produjo una explosion de pitidos ensordecedora.

Era como si todos los vehiculos de emergencia de Brighton y Hove hubieran encendido sus sirenas a la vez.

Capitulo 78

Kellie estaba asustando a Tom. Era como estar encerrado en la oscuridad con un completo desconocido. Un desconocido absolutamente impredecible. Se sucedian largos periodos de silencio, luego, de repente, gritaba improperios histericos contra el. Ahora empezaba de nuevo, la voz quebrada y tensa de tanto chillar.

– ?Cabron de mierda! ?Idiota! ?Tu nos has metido en esto! ?Si hubieras dejado el puto CD en el tren, esto no habria pasado nunca! ???No van a soltarnos nunca!!! ??Lo entiendes, fracasado de mierda, cabron!?

Entonces, se puso a sollozar descontroladamente.

Tom se sentia destrozado por dentro. Oirla llorar era terrible, muy angustioso. Pero Kellie no parecia aceptar nada de lo que pudiera decirle. No habia dejado de hablarle desde que el gordo habia salido de la habitacion. Para intentar calmarla, tratar de animarla, levantarle la moral.

Intentar hacer lo que fuera para no pensar en el dolor punzante de la vejiga. La sed enloquecedora. Y los retortijones de hambre. Y el miedo.

Se pregunto si era el vodka el que hablaba, el que hacia que Kellie se comportara asi. ?O la falta de vodka? ?Habia llegado al limite, igual que durante los meses posteriores al nacimiento de Jessica? ?Esta situacion era la gota que habia colmado el vaso?

– ?Fracasado de mierda, cabron! -volvio a chillar.

Tom se estremecio. Fracasado. ?Asi le veia? Tenia razon. Habia fracasado en los negocios; ahora habia fracasado en lo mas importante de todo: proteger a su familia.

Cerro con fuerza los ojos unos momentos y rezo a Dios, al que no le habia dirigido la palabra en veinticinco anos. Luego, volvio a abrirlos, pero daba igual; la oscuridad seguia siendo absoluta.

Le daban rampas en las piernas de tenerlas atadas. Rodo por el suelo, pero solo completo un giro antes de que la cadena que tenia alrededor del tobillo se tensara, y grito de dolor cuando el grillete, o el cepo, o lo que fuera, se le clavo en la pierna.

«Piensa», se dijo a si mismo. «?Piensa!»

La pared y el suelo inmediatamente a su alrededor eran lisos; necesitaba algo dentado con lo que poder cortar las cuerdas. Pero no habia nada, nada de nada, maldita sea.

– ??Me oyes, fracasado de mierda, cabron!!

Se le llenaron los ojos de lagrimas. «Oh, carino, Kellie, te quiero tantisimo. No me hagas esto.»

?Que queria el gordo seboso? ?Quien demonios era? ?Como se llegaba a alguien asi? Se lo preguntaba, pero, en el fondo, sabia quien era ese hombre y por que estaban alli.

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