ojos un momento, y lo cego. Entonces, oyo la misma voz de antes que hablaba en un ingles roto.
– Para orinar. Cagar no.
La luz se aparto de su cara e ilumino un objeto tirado en el suelo a unos centimetros de distancia. Era un cubo de plastico naranja.
Los pasos se alejaron. Se volvio para mirar; vio la luz de la linterna balanceandose por el suelo hasta que el hombre llego al rectangulo de luz en la distancia. Tom penso, fugazmente, que el tipo no parecia haber pensado en como iba a utilizar el cubo con las manos atadas a los costados.
La puerta de metal se cerro con un estruendo.
Y, entonces, una vez mas, la oscuridad fue absoluta.
Capitulo 81
– ?Te has vuelto loco, joder? -grito Carl Venner, la cara morada como la camisa con los botones tensados sobre la barriga. Se le marcaban las venas en las sienes. El aranazo que la joven le habia hecho durante la ultima vez que el visitante habia estado alli aun era visible-. ?Que crees que haces viniendo aqui? Te dije que no vinieras nunca, nunca, nunca, a menos que te lo dijera. ?Que parte de «no vengas nunca, nunca, nunca, a menos que te lo diga» no has entendido, John?
Andy Gidney bajo la vista a la moqueta barata beis, los ojos clavados en un fleco; intentaba calcular cuantas hebras de fibra tendria.
Venner se llevo el indice a la boca y comenzo a arrancarse la piel de la una. Un puro se consumia en el cenicero que habia sobre la mesa metalica del piso de arriba del almacen.
– Y, en cualquier caso, ?donde has estado? Hace una hora que intento hablar contigo.
– Mmmm, estaba viniendo hacia aqui.
– ?Y por que no has contestado al telefono?
– Porque me dijiste que no lo trajera nunca.
Para satisfaccion callada del Hombre del Tiempo, aquello silencio temporalmente a Carl Venner, que siguio mordiendose el dedo unos momentos, lo examino y siguio mordiendo un poco mas.
– Ha sucedido una catastrofe, por eso te he llamado.
«En realidad, son dos», penso el Hombre del Tiempo. «Una no lo conoces, aun.» Pero a el le traia sin cuidado. Carl Venner podia tener que enfrentarse a mil catastrofes y a el le traeria sin cuidado. Siguio contando las fibras.
Venner cogio el puro, se lo metio entre los labios, soplo para devolverlo a la vida y expulso el humo por la comisura.
– Una puta catastrofe, ?entiendes?
– Cromarty, Forth, suroeste rolando a norte fuerza cuatro o cinco, llegando ocasionalmente a fuerza seis en North Utsire -informo a Venner, mirando aun al suelo-. Lluvias ocasionales. Moderadas o abundantes.
– ?Que cono te pasa con esa mierda del pronostico del tiempo?
– Mmmm, de hecho… mmmm…, es el pronostico maritimo.
Venner sacudio la cabeza con incredulidad.
– Dios santo. ?Uno de nuestros socios esta en coma y tu me das el puto pronostico maritimo?
– Mmm, si. Mmm, asi es.
Venner se quedo mirandolo. No entendia a aquel imbecil.
– John, la catastrofe es que nuestro socio llevaba con el un portatil que estaba utilizando para colgar la ultima oferta para nuestros clientes. La policia se ha incautado de el. Tenemos que recuperar ese portatil.
– Lo tengo -dijo Gidney-. Y la copia que la Unidad de Delitos Tecnologicos ha sacado del disco duro.
Venner parecia asombrado.
– ?Lo tienes?
– Mmm. Si. Mas o menos.
– ?Has recuperado el portatil?
El Hombre del Tiempo asintio.
El gordo cambio de actitud completamente. Se levanto y le estrecho la mano a Gidney, que se sorprendio.
– ?Menudo listillo estas hecho, cabron! -Luego, volvio a sentarse, como si el esfuerzo lo hubiera dejado exhausto. Se llevo el puro de nuevo a los labios y alargo la mano, con glotoneria, como un escolar obeso que quisiera mas chucherias-. Venga, ?damelo! ?Lo llevas en la mochila?
– Mmm, no. Llevo el sandwich.
Uno de los dos rusos silenciosos entro en la habitacion; iba vestido como siempre, con un traje y una camiseta negros. Se quedo unos metros detras de Venner, callado y serio.
El Hombre del Tiempo volvio a bajar la vista al fleco de la moqueta, haciendo caso omiso de la mano extendida, intentando reunir el valor para decir lo que habia venido a decir. Volvio a pensar en Q de Star Trek y mascullo las palabras para si: «Si no lo puedes aguantar, quiza deberias volver a casa y meterte debajo de la cama. Ahi fuera hay peligros… Pero no es para timidos».
El Hombre que no era Timido respiro hondo.
– En realidad, no los tengo aqui -dijo tartamudeando, ruborizandose.
A Venner se le nublo el rostro.
– ?Y donde los tienes?
Gidney noto unos pasos casi silenciosos detras de el. Detecto una sombra muy tenue en la moqueta. Venner estaba atrayendo a su equipo, el ruso delante, el albanes detras, para intimidarle, pero hoy el era el Hombre que no era Timido.
Se mantendria firme.
Estaba temblando, le ardia la cara, chorros de sudor le resbalaban por dentro de la camisa blanca, pero se mantenia firme.
– Los tengo en un lugar seguro.
– ?Como de seguro? -pregunto Venner con frialdad.
– Mucho.
– Bien. Es sensato.
– Si quieres recuperarlos, tienes que pagarme lo que me prometiste. Y, y, y yo… -hablaba atropelladamente-. No quiero volver a hacer esto nunca mas.
Luego, se quedo mirando la moqueta, cogiendo aire entrecortadamente.
– ?Hablas en serio, John? -dijo Venner muy tranquilo-. ?No quieres seguir trabajando en nuestro equipo?
– Mmmm, no.
– ?Estoy muy dolido! ?Creia que nos llevabamos estupendamente! ?Sabes, John? Creia que tu y yo nos estabamos haciendo buenos amigos. Estoy muy dolido. Pero si quieres marcharte, si quieres tu dinero, no pasa absolutamente nada, por supuesto.
El Hombre del Tiempo se quedo callado; no esperaba esta reaccion. Esperaba que Venner explotara.
– Entonces, ?donde esta exactamente ese lugar tan seguro donde tienes el portatil y el disco clonado?
Sonriendo orgulloso, Gidney alzo la vista.
– No vas a creerlo. Nadie mirara alli. ?Nadie los encontrara ni en un millon de anos!
– ?En serio?
El Hombre del Tiempo asintio emocionado.
– ?Ni siquiera la policia?
– ?No, nunca!
Venner sonrio contento al Hombre del Tiempo, luego balanceo la mano izquierda bruscamente en el aire.
El movimiento dejo perplejo al Hombre del Tiempo. Parecia ser una especie de senal secreta; no tuvo mucho tiempo para preocuparse.
– ?Mira el pajarito! -dijo Venner.