Pasaron mas de dos dias hasta que el local se enfrio lo suficiente como para que los investigadores forenses pudieran entrar y comenzar su desagradable tarea.

Al final, se encontraron restos humanos pertenecientes a tres personas distintas. A la primera la identificaria al cabo de unas semanas su hermano, que seguia bajo vigilancia policial en el hospital, a partir del medallon de oro parcialmente derretido que le colgaba del cuello. La segunda, solo una calavera humana, identificada a partir de archivos dentales, era Janie Stretton. La tercera, tambien identificada a partir de archivos dentales, era Andy Gidney

El calor intenso habia imposibilitado determinar, por lo poco que quedaba de sus huesos, la causa exacta de la muerte de Gidney. Y nadie fue capaz de ofrecer ninguna explicacion sobre que hacia en esas instalaciones.

Al cabo de un par de meses, el sargento Jon Rye de la Unidad de Delitos Tecnologicos entregaria un informe al juez de instruccion del caso. Y, por falta de pruebas, el juez no tendria mas remedio que sentenciar que no habia podido establecerse la causa de la muerte. Mas sucinto pero menos informativo que un pronostico maritimo.

Eran las cuatro y media cuando Roy Grace se marcho por fin del incendio, que aun no estaba en absoluto controlado. Fue directamente al hospital del condado de Sussex y se dirigio a urgencias para ver a Glenn Branson.

La hermosa mujer de Glenn, Ari, ya estaba alli. Nunca se habia mostrado demasiado cordial con Grace. El sospechaba que lo culpaba de que su marido estuviera tan poco en casa. Y hoy no estuvo menos fria. Glenn habia tenido suerte. Solo le habia alcanzado una bala, que le habia atravesado el abdomen y pasado a un centimetro de la columna vertebral. Le doleria un tiempo, y Grace no dudaba de que pasaria la mayor parte de la convalecencia viendo peliculas en las que los heroes de la pantalla recibian disparos y sobrevivian.

Despues, en la Unidad de Cuidados Intensivos, conocio a los padres de Emma-Jane. Su madre, una mujer atractiva de unos cuarenta y cinco anos, le ofrecio una sonrisa estoica. Su padre era un hombre callado que estaba sentado apretando una pelota de tenis amarilla como si la vida de su hija dependiera de ello. Parecia que Emma-Jane mejoraba; era lo unico bueno que podian decir.

Cuando se marcho del hospital, estaba deprimido y se preguntaba que clase de lider dejaba que dos miembros de su equipo estuvieran a punto de morir. Se detuvo en un cafe de trabajadores, entro y pidio una buena fritanga y un te cargado.

Cuando acabo de comer, se sintio bastante mejor. Se quedo sentado, encorvado sobre la mesa de formica, y realizo una serie de llamadas. Cuando se levanto para marcharse, le sono el movil. Era Nick Nicholl, para preguntarle como estaba. Luego le dijo que no habia tenido oportunidad de informarle de su reunion con el agente de la Met, sobre la chica encontrada muerta en Wimbledon Common que llevaba un brazalete que tenia grabado un escarabajo pelotero. Resulto ser un callejon sin salida. Una coincidencia. El novio de la chica habia confesado el asesinato. Bella Moy, que habia estado trabajando con todos los demas cuerpos policiales, no habia encontrado otros asesinatos en que se hubiera hallado un escarabajo pelotero en la escena del crimen.

«?Quizas hemos tenido suerte y los hemos cogido pronto?», se pregunto Grace. Pero no lo bastante pronto para la pobre Janie Stretton.

Le dijo al joven detective que se fuera a casa, que abrazara a su mujer, que daria a luz en cualquier momento, y que le dijera que la queria. Nick Nicholl, que parecio sorprendido, le dio las gracias. Pero era lo que Grace sentia en estos momentos: que la vida era preciosa. Nunca sabias lo que habia a la vuelta de la esquina. Habia que valorar lo que se tenia mientras se tenia.

Cuando subio al coche, le llamo Cleo, que parecia estar alegre y feliz.

– ?Hola! -dijo-. ?Siento haber tardado tanto en devolverte la llamada! ?Puedes hablar?

– Por supuesto -dijo.

– Bien. He tenido un dia horrible. Cuatro cadaveres. ?Ya sabes como esta la cosa despues del fin de semana!

– Lo se.

– Un muerto en accidente de moto, un hombre de cincuenta anos que se cayo de una escalera y dos ancianas. Por no hablar de los restos que llegaron ayer de un hombre, la cabeza y poco mas, pero creo que ese caso ya lo conoces.

– Un poquito.

– Luego, a la hora de comer, he tenido que ir al centro de Brighton a comprar un regalo de aniversario para mis viejos P.

– ?Tus viejos que?

– ?Mis padres!

– Ah.

– Y me han bloqueado el coche en el aparcamiento de Bartholomew Square. Ha habido una amenaza de bomba, ?te lo puedes creer?

– ?En serio?

– Cuando por fin he conseguido sacar el coche, ?toda la puta ciudad estaba colapsada!

– Si, algo he oido -dijo.

– Bueno, ?que tal tu dia? -pregunto.

– Oh, ya sabes, lo de siempre.

– ?Ninguna gran emocion?

– Que va.

Durante unos momentos, se hizo un silencio extrano pero comodo entre ellos.

– Llevo todo el dia deseando hablar contigo -dijo ella-. Pero queria hacerlo cuando tuvieramos tiempo. No queria que fuera todo deprisa y corriendo en plan: «?Hola! Un polvo increible anoche. ?Adios!».

Grace se rio. De repente, le parecio que hacia muchisimo tiempo que no se reia. Hacia muchos, muchos dias.

Despues, mucho despues, tras horas en el despacho trabajando en la montana de papeles que lo mantendria ocupado el resto de la semana y mas, Grace se encontro de nuevo en el piso de Cleo.

Esa noche, despues de hacer el amor, durmio en sus brazos como un bebe. Durmio el sueno de los muertos. Y durante unas horas durmio sin pensar en ninguno de los temores de los vivos.

Capitulo 88

El jueves por la manana, con las manos aun vendadas y sufriendo el dolor atroz de las quemaduras del acido, Tom Bryce fue a la oficina un par de horas.

Era evidente, por los saludos efusivos de sus trabajadores y por el monton de recortes de prensa que encontro sobre la mesa, que los titulares de portada que habian protagonizado el y Kellie, a nivel nacional durante los ultimos dos dias, no habian perjudicado en absoluto a BryceRight Promotional Merchandise. Los dos vendedores que tenia en la oficina, Peter Chard y Simon Wong, estaban desbordados; no recordaban la ultima vez que habian tenido tal nivel de solicitudes de informacion, tanto de clientes actuales como potenciales.

– Ah -anadio Chard, de pie frente a su mesa-, la buena noticia es que hemos entregado los Rolex a Ron Spacks. Los veinticinco. ?El margen es la leche!

– No llegue a ver el resultado final -dijo Tom, un poco preocupado de repente. Si hubiera habido alguna cagada en el grabado de veinticinco Rolex, habria sido un desastre economico.

– ?Tranquilo! Lo llame ayer para comprobar que todo estuviera bien. Ha quedado encantado.

– Pasame el papeleo, ?vale?

Al cabo de unos minutos, Chard le dejo la carpeta sobre la mesa. Tom la abrio y miro el pedido. El margen era fantastico, 1.400 libras de beneficio por reloj. Multiplicado por veinticinco. Eso eran 35.000 libras. Nunca antes habia obtenido un beneficio asi en ningun pedido, nunca.

Entonces, su jubilo se ensombrecio. Kellie habia accedido a ingresar en una clinica, para desintoxicarse. Despues, volverian a comenzar de cero. Pero los sitios buenos costaban una fortuna; los mejores podian llegar a las dos mil libras a la semana, multiplicado por varios meses. Unas 30.000 o 40.000 libras, si realmente querian

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