Tom tenia tanta vision, tantos planes increibles y, al contrario que su padre, todo muy bien pensado. Queria ganar experiencia trabajando para una de las empresas de mayor exito de su campo y luego crear la suya.

Y ella habia creido en el. Le habia parecido imposible que Tom fracasara. A sus amigos les cayo bien de inmediato. Sus padres lo adoraban. Kellie se habia enamorado esa noche. Dos noches despues, se habia acostado con el, en su diminuto apartamento en un sotano cerca del paseo maritimo de Hove, con un CD de Scott Jopling sonando una y otra vez durante horas. Desde entonces, apenas habian pasado una noche separados.

Durante los primeros anos de su matrimonio, todo fue fenomenal. Tom creo su propio negocio y prospero de verdad. Se mudaron a un piso mayor, y luego a la casa donde ahora vivian. Las cosas comenzaron a ir mal cuando dejo su empleo de maestra de la escuela de primaria poco despues de que naciera Max. Empezo a aburrirse cada vez mas, luego sufrio una larga depresion posparto. Le costaba pasarse todo el dia en casa con un bebe, mientras Tom se marchaba temprano a Londres y volvia tarde, normalmente demasiado cansado para hablar. No seria siempre asi, le prometio el. Tan solo necesitaba dedicarle tiempo ahora, para invertir en su futuro.

Luego nacio Jessica, y se repitio la misma lucha solitaria. Ademas, el negocio de Tom se complico. Trabajaba aun mas horas y hablaba menos con ella. Kellie comenzo a llevar a Max al colegio e hizo un monton de amistades nuevas. Todas las otras mujeres parecian tener maridos de exito, ropa increible, coches bonitos, casas elegantes, vacaciones maravillosas.

Todo este asunto de eBay, que Tom no parecia entender, habia comenzado por intentar ayudarle. De acuerdo, algunas cosas las compraba para ella, pero principalmente eran gangas que adquiria con la intencion de revender y obtener beneficios.

De todos modos, parecia que nunca conseguia pujas que se acercaran a los precios que habia pagado ella.

Habia otra razon para gastar, tanto en eBay como en el canal de compras QVC, que nunca podria contarle a Tom: encubrir las cuarenta libras semanales que cogia del dinero para la casa para costearse el vicio del vodka.

Tan solo era una etapa, una forma de superar el estres. No era alcoholica, se decia. Solo hacia frente, a su modo, a una pequena crisis que estaba atravesando. Como para convencerse, cogio el Argus y busco la seccion de ofertas de empleo. Seria la mejor solucion, encontrar algo de media jornada. Contribuir a la economia familiar, como minimo. Ademas, podria obtener dinero para comprar alcohol de vez en cuando, aunque, en realidad, no lo necesitara.

Le sono el movil. Estaba en la cocina, donde lo habia dejado.

Maldiciendo, se puso en pie con dificultad y salio de la habitacion, tambaleandose un poco. Miro la pantalla, vio que era su mejor amiga, Lynn Cottesloe, y contesto.

– Hola, ?como eshtas? -dijo, consciente de que arrastraba un poco las palabras.

– Estoy en el restaurante Orsino. ?Donde estas tu?

– Oh, no, mierda -dijo Kellie-. Lo… shiento.

– ?Te encuentras bien?

«Mierda -penso Kellie-. ?Mierda, mierda, mierda!» Se habia olvidado por completo de que hoy habia quedado para comer. Miro la hora: la una y cuarto.

– Kellie, ?estas bien?

– ?Bien? ?Yo? Claro -dijo alegremente.

Capitulo 10

En la habitacion estrecha que hacia las veces de despacho en Londres y salon de exposicion de BryceRight Promotional Merchandise Limited, Tom Bryce estaba sentado a su mesa, triste, las mangas de la camisa arremangadas y la corbata a media asta. Estaba temblando y pensaba en volverse a poner la chaqueta. Maldito clima ingles. Ayer el calor era casi insoportable, hoy hacia un frio horrible.

El lugar daba la imagen correcta; estaba en una zona de moda y aunque no era grande, la habitacion tenia unas proporciones elegantes con grandes ventanas y conservaba el estuco original en el techo. Habia el espacio justo para las mesas de los cinco, una sala de espera que tambien era la zona de exposicion de productos y, al fondo, una cocina pequena detras de un tabique.

El nombre de la empresa habia sido idea de Kellie. Un poco cursi, penso en su momento, pero como ella senalo, era un nombre que la gente recordaria con facilidad. BryceRight suministraba regalos de empresa y ropa de promocion para negocios y clubes. Su linea de productos iba desde boligrafos, calculadoras, alfombrillas para ratones y juguetes de escritorio para ejecutivos hasta camisetas, gorras de beisbol, ropa deportiva y trofeos, todo sobreimpreso.

Despues de graduarse en la escuela de Negocios de Brighton, Tom habia trabajado para una de las empresas mas importantes del sector, Motivation Business, y luego, diez anos atras, animado por Kellie, se habia hipotecado hasta el cuello y habia montado su propio negocio. Habia operado desde su estudio y los dos dormitorios libres de su casa hasta poco despues de nacer Max, momento en el que habia acumulado el capital suficiente para arrendar este local prestigioso, aunque pequeno, al lado de Bond Street, asi como un almacen cerca de Brick Lane en el este de Londres.

Durante los seis primeros anos el negocio prospero. Era un vendedor nato, caia bien a sus clientes, todo marchaba como una seda. Luego tuvo lugar el 11 de septiembre y durante dos dias el telefono no habia sonado. Y desde entonces, parecia que no habia vuelto a sonar con regularidad.

Tenia contratados a cuatro vendedores, dos trabajaban aqui en Londres, uno en el norte de Inglaterra y otro en Escocia. Ademas, su secretaria, Olivia, estaba en este despacho, igual que su auxiliar administrativa, Maggie, que se encargaba de las relaciones con los clientes y de buscar proveedores. Tenia cuatro empleados mas en el almacen: alguien que cursaba los pedidos, un supervisor de control de calidad y dos personas que recibian y mandaban los productos. Y era alli donde tenia muchos problemas, seguramente porque no pasaba el tiempo suficiente en el almacen.

BryceRight tenia una cartera de clientes de primera, con algunas de las casas mas importantes. Suministraba a Weetabix, Land Rover, Legal and General Insurance, Nestle, Grants of Saint James's, ademas de a muchos otros clientes menores.

Durante los primeros anos, le encantaba ir a trabajar y, durante un tiempo, disfruto del reto que supuso el 11 de septiembre, pero mas recientemente, con el ultimo bajon economico y la competencia cada vez mayor, la facturacion habia caido en picado hasta el punto de que ya no ganaba el dinero suficiente para cubrir los gastos indirectos. Estaba perdiendo clientes en favor de la competencia, los que le quedaban realizaban pedidos menores y ultimamente una serie de cagadas le habian hecho perder aun mas clientela.

La bandeja de entrada de su mesa estaba llena de facturas, algunas tenian mas de noventa dias. Una vez mas, a final de mes iba a tener que hacer malabarismos entre los cobros y las deudas para asegurarse de que no le devolvieran los cheques de las nominas. Y, como siempre, a esa ecuacion tambien se sumarian las compras de Kellie.

Su mujer le sonreia desde el marco de plata que tenia sobre la mesa, junto a Max y a Jessica, los tres habian reaccionado a algo que habia dicho el fotografo. Era una gran fotografia, con un enfoque suave favorecedor, que les daba un toque ligeramente irreal. Mirandola con carino, le pidio a Dios que por un tiempo no le diera mas sorpresas desagradables.

?Como le daria la noticia si tenian que vender la casa y recortar gastos? E irse, ?donde? ?A un piso? ?Como podria decirles a Max y Jessica que quiza ya no tendrian jardin?

Miro por su ventana del segundo piso a traves de la lluvia hacia las ventanas del otro lado de la calle. Conduit Street era estrecha y los edificios altos hacian que pareciera un barranco. Incluso cuando hacia sol, en su despacho daba siempre la sombra.

Miro abajo y vio el torrente de personas que iban a almorzar, el mar de paraguas y las hileras de coches, taxis y furgonetas que esperaban en el semaforo para cruzar la interseccion con Bond Street. En concreto, se quedo mirando un Bentley Continental granate nuevo. Desde que habian salido al mercado habia anhelado tener

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