encontrado, el estado del cuerpo o partes del cuerpo y la ubicacion, mas facil seria descartar llamadas de chiflados y de gente que solo les haria perder el tiempo; mas facil seria distinguir cuando la persona que llamaba tenia informacion autentica.
Al mismo tiempo, la policia tenia que reconocer que era prudente mantener una buena relacion laboral con los medios de comunicacion, aunque en el caso de Grace esta se habia avinagrado rapidamente durante las dos ultimas semanas. Lo habian puesto en ridiculo en las noticias de hoy por la muerte de dos sospechosos, y la semana pasada se habian ensanado con el por admitir ante el tribunal, durante un juicio por asesinato, que habia consultado a un medium.
– Estoy en una colina bajo la puta lluvia. ?En que ayuda eso a nuestra investigacion?
– En nada, es por tu educacion. Solo ves mierdas.
– No tiene nada de malo ver Mujeres desesperadas.
– Y que lo digas, yo vivo con una. Pero tengo informacion para ti.
– ?Ah, si?
– Una abogada en practicas… Una asistente de abogado. Acaba de llegar.
– Vaya, eso si que es una gran perdida -dijo Grace con sarcasmo.
– ?Sabes, tio? Estas enfermo.
– No, soy sincero.
Como a la mayoria de sus companeros policias, a Roy Grace no le gustaban los abogados, en especial los penalistas, para quienes la ley solo era un juego. Todos los dias, los policias arriesgaban su vida para intentar detener a delincuentes; sus abogados se ganaban muy bien la vida intentando burlar la ley y ponerlos en libertad. Grace sabia que habia que proteger a los inocentes detenidos, por supuesto. Pero Glenn todavia estaba al principio de su carrera, aun no llevaba el tiempo suficiente en la policia. No habia visto a suficientes desechos humanos que eludian la justicia gracias a abogados listos.
– Si, bueno. Hoy no ha ido a trabajar. Una de sus amigas ha ido a su piso. No esta. Estan muy preocupados.
– ?Y? ?Cuando la vieron por ultima vez?
– Ayer por la tarde, en el trabajo. Tenia una reunion con un cliente importante esta manana y no ha ido. No ha llamado. Su jefe dice que no es normal en ella. Se llama Janie Stretton.
– Tengo una lista con cuatro nombres mas, Glenn. ?Que hace que esta sea especial?
– Solo es una corazonada.
– ?Janie Stretton?
– Si.
– La anadire a la lista.
– Ponla en primer lugar.
La lluvia le estaba empapando el traje y le resbalaba por la cara. Grace regreso a cubierto bajo el toldo.
– Aun no tenemos la cabeza -dijo-, y me da la impresion de que no vamos a encontrarla por una muy buena razon. Ya hemos realizado un analisis de huellas, que ha dado negativo. Vamos a mandar muestras a los laboratorios de Huntingdon para que realicen un analisis prioritario de ADN, pero tardaran un par de dias.
– La he encontrado -dijo Glenn Branson-. Me apuesto lo que quieras.
– ?Janie Stretton? -dijo Grace.
– Janie Stretton.
– Seguramente estara en la cama, tirandose a un abogado que cobre tres mil libras la hora.
– No, Roy -insistio el sargento-. Creo que la tienes ahi delante.
Capitulo 12
Tom paso la tarde en las oficinas de un cliente nuevo importante, Polstar Vodka, recortando los precios -y el margen de beneficio- al maximo para evitar que la competencia se hiciera con el negocio. Con la desventaja anadida de no tener con el su portatil, se sentia desanimado ante un pedido de cincuenta mil copas de martini grabadas y de posavasos plateados sobreimpresos que, en un principio, confio que le reportarian unos buenos beneficios. Ahora tendria suerte si cubria costes. Al menos era facturacion para ensenar al banco, pero era terriblemente consciente de lo que rezaba el dicho: «La facturacion es vanidad, los beneficios son sentido comun».
Con suerte, espero poder generar un negocio mas rentable en el futuro.
Regreso a la oficina un poco antes de las cinco y se tranquilizo al ver que su portatil volvia a funcionar, aunque fuera pagando siete horas del caro tiempo de un tecnico informatico que no podia permitirse. La mesa de Peter Chard estaba vacia y Simon Wong estaba al telefono; Maggie tambien estaba ocupada hablando por telefono. Olivia le llevo un fajo de cartas para que las firmara.
Se ocupo de ellas y luego centro su atencion en Chris Webb, quien habia logrado recuperar algunos datos. El tecnico le explico la actualizacion del sistema que habia realizado y el nuevo
Despues de que Chris se marchara, Tom dedico media hora a ponerse al dia con el correo electronico. Luego, por curiosidad, abrio su navegador Internet Explorer e hizo clic en la barra de direcciones, que le mostro todas las paginas web que habia consultado en las ultimas veinticuatro horas. Habia un par de visitas a Google, varias a ask.co.uk y una a Railtrack, de cuando habia buscado el horario de los trenes de ayer. Tambien habia una a la pagina de Polstar Vodka, que habia visitado ayer para informarse sobre la reunion de esta tarde. Luego, aparecia una que no reconocio en absoluto.
Era una larga y compleja sucesion de letras y barras. Chris Webb se habia despedido diciendole que no debia entrar en ninguna pagina desconocida, pero Tom ya llevaba muchos anos utilizando Internet y sabia bien como funcionaba. Sabia que podia entrarle un virus por abrir un archivo adjunto, pero no aceptaba que pudiera entrarle uno por visitar una web. Cookies, si. Sabia que muchos negocios de Internet utilizaban el truco poco honesto de enviar una cookie cuando te conectabas a su pagina. La cookie se almacenaba en tu sistema y les informaba de todo lo que consultabas despues en Internet. De ese modo, podian crear perfiles de los clientes en su base de datos y averiguar que productos interesaban a la gente. Pero ?un virus? Imposible.
Entro en la direccion.
Casi al instante, aparecio el siguiente mensaje en la pantalla:
Acceso denegado. Intento de conexion no autorizado.
– ?Necesitas algo mas hoy Tom?
Alzo la vista. Olivia, con el bolso en la mano, estaba junto a su mesa.
– No, puedes irte, gracias.
Estaba sonriendo.
– Tengo una cita. ?Tengo que ir a la peluqueria!
– ?Buena suerte!
– Es director de marquetin de un grupo editorial de revistas. Podria surgir algo.
– ?Ve a por el!
– ?Lo hare!
Tom volvio a mirar la pantalla e hizo clic de nuevo en la direccion.
Al cabo de un momento, volvio a aparecer el mismo mensaje.
Acceso denegado. Intento de conexion no autorizado.
Mas tarde, aquella misma noche -despues de tomarse un martini mas largo de lo normal, cenar y beberse casi toda una botella de un chardonnay australiano de Margaret River que estaba especialmente rico, en lugar del habitual par de copas-, Tom se sento en su estudio, encendio el portatil, consulto el correo electronico y se puso a trabajar. Cada pocos minutos, recibia mas mensajes.
Tenia dos seguidos que contenian nuevos pedidos aceptables, lo cual le complacio. Uno era del director de marquetin de uno de sus clientes mas importantes, para agradecerle personalmente su contribucion a que su