uno, pero ahora el abismo que le separaba de algo tan caro parecia tan grande como el que distanciaba a un caracol en la valla de su jardin del planeta Marte.
Mastico desconsoladamente su sandwich de atun y maiz tierno con pan de centeno. La combinacion de atun y maiz tierno no lo volvia loco y no le gustaba el sabor fuerte de la alcaravea del centeno, pero esta manana se habia levantado mas decidido que nunca a comer sano, y se suponia que esta cosa era baja en grasas, baja en todo. Habria preferido mil veces su sandwich de siempre de beicon y huevo, o de cheddar y pepinillo. El colmo habia sido que Kellie lo llamara «barrilete» anoche en la cama, pinchandole juguetonamente la barriga.
Miro la primera pagina de la revista comercial Promociones e Incentivos y vio que uno de sus competidores, cuyo negocio estaba floreciendo, se preparaba para salir a bolsa. Se pregunto cual seria su secreto. ?Que diablos habian hecho tan bien que el habia hecho tan mal?
Dio otro mordisco y miro al tecnico informatico, Chris Webb, un hombre de cuarenta anos, laconico, de pelo lacio, que llevaba un pendiente y al que llamaba para que le solucionara todos los problemas informaticos -y que le trataba como si fuera un nino retrasado-, mientras hurgaba con un destornillador en las entranas de un Mac portatil. Cada pocos minutos, Tom miraba la pantalla en blanco, esperando contra todo pronostico que resucitara.
Y pensando en lo que habia visto anoche.
No habia podido quitarse de la cabeza la imagen de la chica apunalada y habia generado una pesadilla tan real que se habia despertado gritando a las tres de la manana. Debia de ser una pelicula o una especie de trailer de alguna pelicula.
Pero, por algun motivo, parecia muy real, joder.
– Me temo que has perdido los datos, colega -dijo Chris Webb, con una alegria insufrible.
– Ya, es lo que te he dicho -dijo Tom-. Necesito que los recuperes.
Mientras el tecnico se ponia otra vez con la maquina, Tom, que se sentia perdido sin su ordenador e incapaz de concentrarse en la revista, contemplo las exposiciones de algunos de los productos de su empresa, y penso que todos estaban ya un poco vistos, llevaban alli demasiado tiempo, necesitaban agudizar el ingenio.
Examino el escaparate de cristal de Team Jaguar, que exhibia un anorak, una gorra de beisbol, un polo, un boligrafo, un llavero, guantes de conducir, una corbata y un panuelo de cabeza, todo en los colores distintivos de Jaguar. Habian producido disenos mas nuevos que deberian estar expuestos ahi, penso. Luego centro su atencion en otro escaparate de alfombrillas para ratones, boligrafos, calculadoras y paraguas con el logotipo de Weetabix. Este tambien habia que actualizarlo.
Olivia, su secretaria, una joven atractiva de veintitantos anos que saltaba de una crisis sentimental a otra, entro en la habitacion con una bolsa del Pret a Manger, el movil pegado a la oreja, enfrascada en una conversacion. Detras de su mesa vacia, estaba sentado su mejor vendedor, Peter Chard, que vestia uno de sus elegantes trajes de marca, el pelo lacio y brillante, la viva imagen del actor Leonardo DiCaprio, absorto en una revista de coches y comiendo con un tenedor unos fideos de lata. A la mesa de al lado estaba sentado Simon Wong, nacido en Hong Kong, un hombre callado y ambicioso de treinta anos que estaba ocupado rellenando un formulario de pedidos. Era de un cliente nuevo, se trataba de un pedido decente; una pequena alegria, penso Tom.
Un telefono comenzo a sonar. Olivia, que seguia hablando por el movil, parecia ajena a el. Peter y Simon tampoco parecieron oirlo. Maggie habia salido de la oficina a comer.
– ??Que alguien coja el puto telefono!! -grito Tom.
Su secretaria levanto un brazo para disculparse y se dirigio a grandes zancadas a su mesa.
– Bueno, vuelve a contarme exactamente que paso -dijo Chris Webb, que parecia exasperado, como si se dirigiera al tonto de la clase.
Los dos vendedores miraron a Tom.
– He encendido el ordenador en el tren esta manana y no arrancaba. Se ha muerto -contesto.
– Arranca bien -dijo el tecnico-, pero no hay datos, ?no? Por eso no aparece nada en la pantalla.
– No lo entiendo -dijo Tom, que bajo la voz para intentar perder audiencia.
– No hay mucho que entender, colega. Se ha borrado la base de datos.
– No es posible-dijo Tom-. Quiero decir que… Yo no he hecho nada.
– O bien entro un virus o un pirata informatico.
– Creia que en los Mac no entraban virus.
– Hiciste lo que te dije, ?verdad? Por favor, dime que si. ?No lo conectaste al servidor de la oficina?
– No.
– Menos mal. Te habria destrozado toda la base de datos.
– Entonces, hay un virus.
– Ahi dentro tienes algo. El
Tom miro tras el. El resto del equipo parecia haber perdido interes.
– ?Que quieres decir con eso de estupido? Es un ordenador, ?no? Es lo que hace. Tiene un
Webb levanto el disco.
– He hecho una lectura, lejos de cualquier maquina que pudiera danar. Es
– Anoche.
– Te lo tienes bien merecido por no dejarlo en Objetos Perdidos de inmediato.
A veces Tom no podia creer que le pagara a este tipo para que lo ayudara.
– Muchas gracias. Solo queria ayudar; pense que podria encontrar una direccion a la que poder mandarlo.
– Si, bueno, la proxima vez que te pase, enviamelo a mi y yo le echare un vistazo. Bueno, aparte de esto, ?has abierto algun documento adjunto que no reconocieras?
– No.
– ?Estas seguro?
– No lo hago nunca, me advertiste de que no lo hiciera, hace anos. Solo los que me llegan de gente que conozco.
– ?Porno?
– Chistes, porno, lo habitual.
– Te sugiero que te pongas condon la proxima vez que navegues por Internet.
– No tiene gracia.
– No era un chiste. Has cogido un virus muy peligroso; es sumamente agresivo. Si te hubieras conectado al servidor de la oficina esta manana, lo habrias borrado todo, incluyendo los ordenadores de tus companeros. Y la copia de seguridad.
– Mierda.
– Buena palabra -dijo Chris-. Ni yo mismo lo habria expresado mejor.
– Entonces, ?como me deshago de el?
– Pagandome mucho dinero.
– Genial.
– O puedes comprarte un ordenador nuevo.
– Tu si sabes como animarme, ?verdad?
– Quieres hechos y te los doy.
– No lo entiendo. Creia que en los Mac no entraban virus.
– No es habitual, pero hay algunos flotando por ahi. Puede que simplemente tuvieras mala suerte. Pero lo mas probable es que fuera el CD. Aunque existe otra posibilidad, claro. -Miro a su alrededor, encontro la taza de te que habia dejado hacia un rato y bebio un trago.
– ?Y cual es? -pregunto Tom.
– Podria ser alguien que estuviera cabreado contigo. -Al cabo de un momento, Webb anadio-: Que corbata mas fardona que llevas.
Tom bajo la vista; era de color lavanda con caballos plateados. De Hermes. Kellie la habia comprado hacia