– Hay un alimentador de esos automaticos en la cocina -dijo Tindall.

Roy Grace siguio al agente del SOCO. A diferencia del exterior del edificio y del destartalamiento de las zonas comunes, el piso de Janie Stretton era espacioso, muy ordenado, y la decoracion, aunque barata, estaba elegida con mucho gusto. El vestibulo y el salon tenian el suelo de madera pulida cubierto con alfombras blancas y todas las cortinas y la tapiceria mullida tambien eran blancas, con la carcasa de los muebles lacada negra, excepto seis sillas de plexiglas dispuestas alrededor de la mesa de comedor. En las paredes habia fotografias en blanco y negro, un par de ellas desnudos bastante eroticos, observo Grace.

A un lado del salon, en la entrada de un mirador habia una mesa pequena, de aspecto bastante endeble, con un portatil Sony encima y un telefono con contestador. La luz de mensajes parpadeaba.

Habia una cocina minuscula, un cuarto de invitados igual de pequeno, luego un dormitorio principal grande, con un toque muy femenino y en el que persistia la fragancia de un perfume elegante que Grace reconocio vagamente y que le gusto. Era extranamente doloroso pensar que la persona que lo habia llevado estaba ahora muerta y que, sin embargo, esta parte suya perduraba. La habitacion tenia moqueta blanca y habia una mancha grande en el centro, de medio metro de diametro mas o menos, luego varias manchas mas pequenas alrededor. Manchas de sangre que alguien habia intentado sacar, sin exito.

A traves de una puerta abierta, vio el interior de un bano en suite. Se acerco, rodeando con cuidado las manchas de sangre, y miro dentro. Habia un cubo de plastico vacio y un cepillo de fregar en el suelo junto al bano.

Recorrio el dormitorio con la mirada, asimilandolo todo, mientras otro miembro del SOCO vestido de blanco empolvaba afanosamente todas las superficies en busca de huellas. Miro el arcon de cedro a los pies de la cama de matrimonio, los cojines esparcidos encima, el largo espejo de pie de madera antiguo, las persianas venecianas cerradas, las dos lamparas de las mesitas de noche, encendidas, las puertas de espejo del armario enfrente de la cama. Vio los lugares en la pared que el asesino se habia descuidado de limpiar. O quiza se habia dado por vencido con las manchas de la moqueta…, o lo habian sorprendido en plena limpieza.

Sin embargo, el cubo estaba impoluto, igual que el cepillo de fregar.

Otro enigma.

Bins entro en la habitacion y se restrego en la pierna de Grace, que volvio a acariciar al gato, distraidamente. Luego, viendo que Tindall miraba hacia arriba, se fijo de repente en el techo de espejo encima de la cama.

– Un poco insolito, ?no te parece? -dijo el agente del SOCO.

– Bastante pervertidillo -comento Branson-. ?Si!

– Quiza le dolia la espalda -sugirio Grace, medio en broma-. Y era la unica forma que tenia para poder maquillarse.

– Hay mas -anadio el del SOCO abriendo el arcon a los pies de la cama.

Grace y Branson miraron dentro. Asombrado, Grace vio que estaba lleno de objetos que habria esperado encontrar en una mazmorra sadomasoquista.

Sin que le hiciera falta tocar el contenido, vio un latigo, unas esposas, una mascara de goma, varios arneses, incluido un collar de perro con pinchos que era evidente que no habia sido disenado con mentalidad perruna, un rollo de cinta adhesiva plateada, una fusta de bambu y un surtido de vibradores.

Grace silbo.

– Creo que has encontrado su caja de juguetes.

– Si a ella le ponia… -dijo Joe Tindall.

Grace se arrodillo y miro mas detenidamente.

– ?Algo mas?

– Si, en la mesilla de noche hay una veintena de revistas porno recientes. Material fuerte, porno duro.

Grace y Branson echaron un vistazo rapido a la coleccion de revistas. Hombres con mujeres, mujeres con mujeres, hombres con hombres y diversas variaciones. A pesar de las circunstancias, Grace sintio una punzada de lascivia mientras pasaba algunas de las paginas de mujeres con mujeres; no pudo evitarlo y, en realidad, se alegro bastante de que, por fin, despues de tantos anos, los sentimientos, los deseos, volvieran a aflorar.

– ?Es «normal» esta mierda? -pregunto Glenn Branson.

– He encontrado porno en los cajones de muchos hombres antes -dijo Tindall-. No lo encuentro a menudo en los de las mujeres.

Grace se alejo de los dos hombres y paseo, solo, por todo el piso. Queria familiarizarse con el lugar. Y cuanto mas caminaba, menos acogedor le parecia.

Recordo que el arquitecto Le Corbusier dijo que las casas son maquinas para vivir. Es lo que parecia aquel piso. Estaba limpisimo. Habia un desinfectante fresco Pato WC en el vater, en el bano en suite; la pila estaba reluciente, todos los articulos de tocador, salvo un cepillo de dientes electrico y un dentifrico blanqueador, estaban guardados en los armarios del bano. Estaba increiblemente limpio, para ser de una estudiante.

Comparo el dormitorio que Janie tenia aqui con el de casa de su padre, con el poster en la pared, los peluches, la coleccion de conchas, los libros; uno podia formarse una imagen de una persona a traves de su habitacion, pero en este caso no.

Grace paso al salon y, utilizando su panuelo, pulso el ultimo numero marcado en el telefono. Sono algunas veces, luego oyo el contestador del bufete de abogados donde trabajaba Janie. Luego marco el 1471 para comprobar el ultimo numero entrante, pero estaba oculto. Despues, pulso la tecla de reproduccion de mensajes del contestador. El gato estaba cerca de el, pero no se fijo. Miraba una fotografia enmarcada de Janie que habia sobre la mesa, junto al contestador: llevaba un largo vestido de noche y parecia que estaba delante de la opera de Glyndebourne. Era interesante, observo, que en todas las fotografias que habia visto de ella pareciera estar posando. El contestador se puso en marcha y oyo una voz de mujer bastante anodina: «Ah, emm, hola, Janie, soy Susan, la secretaria del senor Broom. Son las once y cuarto del miercoles. El senor Broom te esperaba esta manana a las ocho para ultimar con el las notas para la instruccion con el abogado. ?Puedes llamarme, por favor?».

Grace anoto la informacion en su libreta.

Habia otro mensaje similar de la misma mujer, dos horas despues. Luego, a las tres y media de la tarde, una mujer distinta, de voz mas joven y bastante despierta: «Hola, Janie, soy Verity. Estoy un poco preocupada porque no has aparecido hoy. ?Estas bien? Quiza me paso luego cuando me vaya a casa. Llamame o mandame un mensaje o algo».

Luego, una hora despues, habia un mensaje distinto de una mujer de voz excesivamente jovial: «Ah, hola, Janie, soy Claire. Tengo algo para ti. Llamame, por favor».

El siguiente mensaje era de Derek Stretton: «Hola, Janie, cielo. He recibido tu tarjeta de cumpleanos, eres un encanto. Tengo muchas ganas de verte el viernes. He reservado mesa en tu restaurante preferido. ?Podemos salir y darnos un gran festin de marisco! Llamame antes si tienes un momento. Te quiero mucho, mucho. ?Soy papa!».

Luego, una voz de hombre bastante tosca: «Ah, hola, senorita Stretton. Me llamo Darren. La llamo de Beneficial para saber si querria que le hicieramos un presupuesto para el seguro del hogar. Volvere a llamarla».

Luego, otra vez la voz alegre de Claire, esta vez un poco inquieta: «Ah, hola, Janie, soy Claire otra vez. Me preocupa que no escucharas mi mensaje de ayer. Intentare llamarte otra vez al movil, era para esta noche».

Grace fruncio el ceno. ?Para «esta noche»? Miercoles por la noche. ?Cuando ya llevaba muerta unas veinticuatro horas?

Habia varios mensajes mas del bufete el dia siguiente, jueves. Y otra vez de la mujer llamada Claire, que parecia muy molesta. Tambien habia otro mensaje de su padre, esta vez sonaba intranquilo: «Janie, cielo, me han llamado de tu bufete. Dicen que no has ido a trabajar desde el martes y estan muy preocupados. ?Estas bien? Por favor, llamame. Te quiero mucho. Soy papa».

Grace rebobino la cinta hasta el primer mensaje de la alegre Claire: «Ah, hola, Janie, soy Claire. Tengo algo para ti. Llamame, por favor».

Habia algo en aquel mensaje que le molestaba, pero no sabia decir que. Comprobo si el contestador registraba los numeros de telefono entrantes, pero parecia que no.

– Glenn -dijo-. Eres lo mas parecido que tengo a un informatico. ?Puedes entrar en el archivo de direcciones de su portatil?

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