Kellie le habia sorprendido. Al parecer, no la conocia tan bien como creia. Habia imaginado que antepondria la seguridad de su familia. En especial, despues de contarle la amenaza del e-mail.
Su mujer habia tardado menos de dos minutos en tomar una decision.
– Imagina que esa tal Janie Stretton fuera Jessica dentro de veinte anos -le habia dicho-. Imagina, sabiendo todo eso, que eres testigo de lo sucedido, quizas el unico testigo. Tu testimonio podria contribuir a la detencion del asesino, y a impedir que volviera a matar y que las vidas de todas aquellas personas relacionadas con la victima quedaran destruidas. Imagina que a Jessica la matara un asesino al que la policia podria haber detenido solo con que alguien hubiera tenido la valentia de hablar.
Tom entro en la cocina, cogio una botella de Bowmore, su whisky preferido, y se sirvio varios dedos. Hacia unas pocas horas habia tomado la decision de acatar la opinion de Kellie; pero la verdad era que habia esperado que le dijera que tenian que anteponer la seguridad de la familia a todo lo demas. Y si eso significaba no hacer nada, lo preferia antes que ponerles en peligro. No obstante, Kellie se mantuvo inflexible en su decision de acudir a la policia, a pesar de las consecuencias.
Sentado en un taburete, miro su reflejo en la ventana. Vio a un hombre encorvado llevarse el vaso de whisky a los labios y beber; vio al hombre dejar el vaso.
Vio la desesperacion total en su rostro.
Apuro el whisky, luego volvio al salon para despertar a Kellie. Tenian que seguir hablando.
Hablaron hasta bien entrada la noche. Al final, exhausto, Tom intento dormir. Pero a las tres de la madrugada seguia despierto. Y a las cuatro. Se daba la vuelta; cambiaba de posicion. Inquieto, la garganta seca, sediento, con un dolor de cabeza atroz.
Esta noche estaban a salvo. Esta noche no tenia que preocuparse por las amenazas. El punto de vista de Kellie era que la policia los protegeria. Tom no compartia su confianza.
Comenzaba a despuntar el dia. A las cinco oyo el chirrido de unos neumaticos, un ruido de botellas. Dentro de una hora mas o menos, los ninos empezarian a despertarse, entrarian corriendo en su cuarto y se subirian a la cama. Sabado. Por lo general, le encantaban los sabados, era su dia preferido de la semana.
Kellie le dijo que podia dar la informacion a la policia confidencialmente, y que la policia lo respetaria. ?Como iba alguien a descubrir que habia hablado con ellos?
– ?Estas bien, cielo? -dijo de repente Kellie.
– Aun sigo despierto -dijo-. No he pegado ojo.
– Yo tampoco.
Tom alargo la mano, encontro la suya y la apreto. Ella hizo lo mismo.
– Te quiero -le dijo.
– Yo tambien. -Luego, tras una pausa, Kellie le pregunto-: ?Has tomado una decision?
Tom se quedo callado un momento. Luego, contesto en voz baja.
– Si.
Capitulo 34
Roy Grace tampoco podia dormir. No dejaba de darle vueltas a una lista interminable de cosas que tenia que comprobar para la Operacion Ruisenor. Tambien pensaba en las palabras de Brent Mackenzie: «El tema es que me dicen que corres peligro, colega. Tiene que ver con este escarabajo pelotero. Tienes que tener cuidado».
?Que queria decir? ?Quiza solo habia percibido la vibracion del escarabajo, un detalle que le preocupaba muchisimo?
Entonces, sus pensamientos se centraron, por enesima vez, en Janie Stretton. Aparto toda la emocion de su padre destrozado, se habia vuelto insensible a esas cosas a lo largo de los anos, quiza mas de lo que le gustaria, pero tal vez era la unica forma de poder sobrellevarlo. Pensaba en lo que le habian hecho a la chica. ?Que sentido tenia decapitarla pero dejar una mano? ?A menos que fuera una especie de mensaje? ?Para quien? ?Para la policia? ?O quizas era un trofeo de mal gusto?
?Y por que el escarabajo?
?Queria el asesino -o la asesina- hacer alarde de su inteligencia?
Luego, volvio a acecharle la advertencia de Alison Vosper y saber que este caso era su ultima oportunidad. Para conservar su trabajo y su vida en Brighton, tenia que encontrar al asesino de Janie sin cagadas, sin titulares de periodico sobre policias que tenian escarceos con lo oculto, sin muertos en persecuciones de coches.
Tenia que andarse con pies de plomo.
Penso que quiza seria mas facil caminar sobre las aguas.
A las seis de la manana, Grace ya estaba harto del trino de los pajaros al amanecer, del golpeteo de las botellas de leche, de un perro que ladraba a lo lejos, de todas las malditas cosas que tenia en la cabeza.
Aparto el edredon, saco las piernas de la cama y se quedo sentado unos momentos. Los ojos le picaban por la falta de sueno y tenia la cabeza a punto de estallar. No habia conseguido dormir mas de media hora en toda la noche. Y hoy tenia una cita. Una cita seria de verdad.
Sabia que en gran parte no habia podido dormir por eso. La emocion. ?Como un adolescente enamorado! No podia evitarlo. No recordaba la ultima vez que se habia sentido asi.
Camino hasta la ventana, descorrio las cortinas un poquito y miro afuera. Iba a hacer un buen dia; el cielo era un lienzo azul oscuro despejado. Todo era quietud. Un tordo enorme saltaba con torpeza por el cesped impregnado de rocio, picoteando el suelo en busca de gusanos. Grace contemplo el jardin acuatico zen que Sandy habia creado, con su forma ovalada y sus piedras grandes y planas, y luego todas las plantas que habia colocado en los arriates alrededor del cesped. Muchas habian muerto y las que quedaban habian crecido a su aire sin ningun control.
El no tenia ni idea de jardineria; de eso siempre se habia ocupado Sandy, aunque le gusto ayudarla a transformar los aburridos quinientos metros cuadrados de cesped rectangular y arriates en un jardin especial. Cavo alli donde le dijo que cavara, puso abono, rego, cargo bolsas de turba arriba y abajo, desherbo, planto; fue un sirviente voluntarioso para Sandy la capataz.
Habian sido buenos tiempos, en los que estaban construyendo su futuro, formando un hogar, su nido, consolidando su vida juntos.
El jardin que Sandy habia creado y habia adorado estaba ahora sumido en el abandono. Incluso el cesped parecia levantado y estaba lleno de malas hierbas. Grace se sentia culpable por ello, a veces se preguntaba que diria Sandy si volviera.
Los sabados por la manana. Recordo cuando salia a correr temprano y volvia de la panaderia de Church Road con un cruasan de almendras para Sandy y con el
Descorrio las cortinas del todo y la luz inundo la habitacion. Y, de repente, por primera vez en casi nueve anos, la vio de otro modo.
Vio el cuarto de una mujer, decorado casi en su totalidad con diferentes tonos de rosa. Vio un tocador Victoriano de caoba -que habian comprado por cuatro perras en un puesto del mercado de Gardner Street- lleno de objetos de mujer: cepillos, peines, maquillaje, frascos de perfume. Habia una fotografia enmarcada de Sandy con un traje de noche y de el con esmoquin, junto al capitan del barco de vapor Black Watch en el unico crucero que habian realizado.
Vio sus zapatillas aun en el suelo, su camison colgado en la pared junto a la cama. ?Que pensaria cualquier mujer de todo aquello si la llevaba alli?
?Que pensaria Cleo?
Y se dio cuenta de que nunca se le habia ocurrido pensar en eso. El tiempo se habia detenido en aquella casa. Todo estaba exactamente igual que aquel dia, ese martes, 26 de julio, en el que Sandy habia desaparecido de la faz de la Tierra.
Y todavia lo recordaba con absoluta claridad.
La manana de su treinta cumpleanos, Sandy lo habia despertado con una bandeja en la que habia una tarta diminuta con una sola vela, una copa de champan y una tarjeta de cumpleanos muy picarona. Habia abierto los regalos que le habia dado y luego habian hecho el amor.