alcohol de la noche anterior. Se guardo el paquete en el bolsillo; estaba a punto de entrar en la sala cuando oyo unos pasos tras el.
– Eh, viejo, ?que tal la cita?
Se dio la vuelta y vio a Glenn Branson, con una chaqueta de piel reluciente como un espejo, un capuchino en la mano. Tenia espuma alrededor de la boca, como un bigote blanco.
– Bien -contesto el.
– ?Bien? Eso es todo, ?«bien»? -Sus ojos escudrinaron los de Grace picaramente.
Grace masco el chicle y sonrio con timidez.
– Bueno, quizas un poco mejor que bien, creo.
– ?No lo sabes?
– Intento recordarlo. Bebi demasiado.
– ?Follaste?
– No era ese tipo de cita.
Branson lo miro de forma extrana.
– Tio, ?que raro eres a veces! Creia que ese era el proposito de las citas. -Luego, esbozo una gran sonrisa-. Quiero que despues me lo cuentes todo con pelos y senales. ?Le gusto tu ropa?
Grace miro su reloj, consciente de que ya eran mas de las ocho y media.
– Lo unico que dijo era que mi sastre debia de tener un sentido del humor increible.
Abrio la puerta y entro en la sala, Branson detras.
– ?Dijo eso? ?En serio? ?Viejo? ?Anda, vamos!
Todo el equipo estaba sentado alrededor del area de trabajo, todos vestidos con ropa informal menos Norman Potting, que parecia haberse puesto sus mejores galas de domingo, ataviado con un traje beis perfectamente planchado, una corbata de colores vivos y un panuelo de un color aun mas vivo que asomaba alegremente por el bolsillo.
Hoy Grace tambien iba informal, en parte porque era domingo y en parte porque estaba tan cansado que no le habia apetecido ponerse traje, pero sobre todo porque tenia una cita. Era con una jovencita muy especial -su ahijada Jaye So-mers- y no queria parecer un viejo aburrido con traje.
Asi que se habia puesto ropa nueva que habia comprado ayer: una camiseta blanca, unos vaqueros que le iban estrechos en la entrepierna, pero que Glenn Branson le habia asegurado que «eran muy modernos», unos zapatos de cordones que parecian botas de futbol sin tacos, que al parecer tambien «eran muy modernos», y una chaqueta fina de algodon.
Los padres de Jaye Somers, Michael y Victoria, eran policias los dos y habian sido dos de los mejores amigos de Sandy y el; ademas, le habian apoyado muchisimo durante esos dificiles meses inmediatamente posteriores a la desaparicion de Sandy. Y habian seguido apoyandolo igual los siguientes anos. Con sus cuatro hijos, de edades comprendidas entre los dos y los once anos, se habian convertido casi en una segunda familia para el.
Habia quedado con Jaye el domingo anterior, con la intencion de ir al zoo de Chessington porque la nina estaba obsesionada con ver una jirafa, pero habia tenido que interrumpir su visita media hora despues cuando lo llamaron para acudir a la escena de un crimen. Le habia prometido llevarla este domingo.
Le gustaba mucho Jaye; era la clase de hija que le habria encantado tener: muy inteligente, guapa, interesada por todo y sensata para su edad. Esperaba no tener que decepcionarla una segunda vez. Al margen de otras cosas, no contribuiria demasiado a que confiara en la formalidad de los adultos.
El primer punto de su agenda era Reginald D'Eath, el delincuente sexual cuyo ordenador habian requisado. Grace informo de que el sargento Jon Rye de la Unidad de Delitos Tecnologicos habia descubierto rutas identicas en este ordenador a las que habia encontrado en el portatil de Tom Bryce. Estas rutas habian podido llevar a Bryce a la pagina web donde, creia Branson despues de interrogar exhaustivamente al hombre, parecia probable que realmente hubiera sido testigo del asesinato.
Grace le dijo al equipo que esperaba una llamada a las diez de alguien del programa de proteccion de testigos que le daria la direccion de D'Eath. Asigno a Norman y a Nick la tarea de acompanarlo a interrogar al hombre; por alguna razon que no podia explicar, este interrogatorio le daba mala espina y creia que podia ser necesaria una exhibicion de fuerza.
Nick Nicholl informo de que habia continuado su visita a todos los bares, pubs y discotecas de Brighton hasta altas horas de la madrugada con la fotografia de Janie Stretton, pero seguia sin tener nada.
Norman informo sobre su busqueda de clientes de la agencia de acompanantes BCA-247. Por el momento, les dijo, no habia encontrado a ningun cliente que admitiera conocer a Janie ni ninguno que encajara con la identidad del que se llamaba Anton.
– Pero -dijo- he descubierto algo sobre otra agencia de acompanantes. Parece ser que la senorita Stretton trabajaba para las dos.
Levanto una fotografia distinta, aun mas provocativa, de Janie Stretton que la que Grace habia visto en las oficinas de BCA-247. Aparecia totalmente desnuda, aparte de unas borlas en los pezones, botas negras de charol hasta los muslos y esposas de piel con tachuelas; tenia una mano en la cadera y con la otra sujetaba un latigo de nueve nudos.
A Grace le sorprendio aquella eficacia repentina. Quizas habia juzgado mal a Potting.
– ?De donde la has sacado?
– De Internet -dijo Potting-. Busque a todas las chicas que se ofrecian en las agencias locales y reconoci su cara.
Grace habia imaginado que para un detective de la vieja escuela como Potting Internet seria una herramienta de busqueda demasiado complicada.
– Estoy impresionado, Norman -dijo Grace, preguntandose por dentro si Potting habia buscado a las chicas de las agencias por razones puramente investigadoras relacionadas con este caso.
– Gracias, Roy. A este perro viejo aun le queda vida -dijo el sargento, que se sonrojo un poco. Luego, guino un ojo lascivamente a Emma-Jane, quien respondio bajando la mirada a sus papeles.
– Tiene una buena delantera -dijo Potting, y le paso la fotografia al sargento Nicholl, que estaba sentado a su lado y que, hizo caso omiso del comentario.
Aparte de su area de trabajo, el MIR Uno estaba casi vacio cuando Grace llego, pero cada pocos minutos entraba mas gente, que ocupaba las otras dos areas. El crimen no respetaba los fines de semana. Era el pan de cada dia para todos los equipos de casos importantes.
Emma-Jane informo sobre la tarea que Grace le habia encomendado la noche anterior. Se habia puesto en contacto con todas las empresas de taxis privados de la zona de Bromley, en busca del conductor que habia recogido la caja de escarabajos peloteros en Erridge and Robinson. Pero por el momento no habia tenido suerte.
Un estallido de musica rap los interrumpio. Era el nuevo tono de llamada del movil de Branson.
– Lo siento, cosas de mi hijo -se disculpo alzando la vista. Luego contesto con un seco-: Sargento Branson.
Al cabo de un momento, con el telefono pegado al oido, Branson se alejo del area de trabajo.
– Senor Bryce -oyo Grace que decia-, ?en que puedo ayudarle?
Branson se quedo callado unos momentos, escuchando.
– Lo siento, no tengo mucha cobertura… -dijo entonces-. ?Su mujer, ha dicho?… ?No volvio anoche?… ?Aun no ha vuelto?… ?Puede darme la descripcion del coche que conducia?
Branson volvio al area de trabajo, se sento y se puso a escribir en su libreta.
– De acuerdo, senor. Hablare con Trafico. Un Audi A4 sedan, deportivo. Volvere a llamarle… ?a este numero?
– ?Un Audi A4, has dicho? -dijo Nick Nicholl cuando colgo.
– Si. ?Por que?
Nicholl escribio en su teclado, luego se inclino hacia delante y bajo el cursor por la pantalla de registro de incidentes.
– Si -dijo-, eso me parecia.
Grace lo miro con curiosidad.
– Esta madrugada, a las cuatro y media -dijo Nicholl, sin dejar de mirar la pantalla-. Han encontrado un Audi familiar que ardia en Ditchling Beacon. La matricula estaba quemada.