habia ingresado nadie que respondiera al nombre de Kellie.

Luego, consiguio el numero principal de la policia de Sussex, tras llamar otra vez a informacion, y lo marco. Pero despues de pasarle con Trafico, y dejarle en espera unos minutos, le dijeron que no se habia informado de ningun accidente en el que estuviera implicada su esposa o su coche.

Despues, no supo que hacer.

Capitulo 43

Solo era la segunda vez que Wendy Salter trabajaba de noche. Hacia tres semanas que la agente en periodo de prueba habia salido de la academia de policia de Ashford, en Kent, y aun le quedaban casi dos anos completos para convertirse en una policia hecha y derecha, como su companero. El agente Phil Taylor, al que le faltaban unas semanas para cumplir treinta y siete anos, estaba al volante del Vectra de la policia. Conducia deprisa, con las luces azules encendidas, pero como la carretera estaba vacia no hacia falta poner la sirena.

Estaban a menos de kilometro y medio de la central del Departamento de Investigacion Criminal en Sussex House, y habian atravesado casi todo Brighton y Hove en dos minutos desde que habian recogido la llamada de emergencia de la sala de control. Acababan de resolver una discusion entre borrachos por una cuenta que habia desembocado en una pelea, en la discoteca Escape, justo al lado del paseo maritimo de Brighton.

A Wendy le emociono cruzar la ciudad a toda velocidad -no pudo evitarlo-, era como montarse en la mejor atraccion del mundo. Y habia muchos policias que sentian lo mismo. La expresion de Taylor decia que era uno de ellos.

Eran las cuatro y cuarto de la manana y, a traves del parabrisas, Wendy vio los primeros rayos de luz gris en la boveda negra del cielo nocturno. Un conejo aterrado salto a la carretera iluminado por el resplandor de los faros del coche y desaparecio bajo el capo. Espero oir el golpe y se quedo aliviada cuando no se produjo.

– Maldito conejo kamikaze -dijo Phil Taylor con alegria.

– Creo que no le has dado.

– Lei en alguna parte que un tipo ha publicado un libro con formulas para matar animales con el coche, en Estados Unidos.

– Solo podia ser en Estados Unidos -dijo Wendy

La verdad es que nunca habia estado alli y tenia una imagen del pais muy influida por todos los chiflados de California que habia visto en television, o sobre los que habia leido, anadiendole un poco de Michael Moore por si acaso.

Estaban pasando por un bosque a la derecha y por una pendiente pronunciada a la izquierda que bajaba hacia las luces de Brighton y Hove. Luego, al doblar una curva cerrada a la derecha, vieron el resplandor rojo delante de ellos.

Por un breve instante, Wendy penso que era el sol que comenzaba a salir, pero descarto la idea cuando cayo en la cuenta de que iban practicamente en direccion oeste. El resplandor se intensifico a medida que se acercaban y luego, de repente, lo olio.

El hedor repugnante, acre, de pintura, goma y vinilo que se quemaban.

Taylor freno y se detuvo a poca distancia del coche en llamas, que estaba en un aparcamiento en un lugar pintoresco con unas vistas magnificas de dia. Pero lo unico que Wendy Salter vio mientras se desabrochaba el cinturon, bajaba del coche y se ponia diligentemente el sombrero fue un humo denso y asfixiante que la fuerte brisa empujaba hacia ellos y que provocaba que le lloraran los ojos. Se dio la vuelta un momento, tosio y, luego, ella y su companero se acercaron corriendo al vehiculo hasta que el calor los detuvo.

A lo lejos, oyo el gemido de una sirena. Seguramente serian los bomberos, penso, el hedor a pintura y a goma quemadas era ahora cien veces mas fuerte, y el crujido y el rugido de la hoguera le inundaban los oidos.

Ahora veia el interior del coche, la mayor parte de los cristales de las ventanas ya habia ardido, y para su alivio, estaba vacio. Era un coche familiar y al llegar a la parte delantera reconocio la calandra del radiador.

– Un Audi -le grito al agente Phil Taylor.

– Es un modelo reciente. Se ve por la calandra -dijo el.

– Lo se. El nuevo A4.

Taylor la miro.

– Menuda fanatica de los coches estas hecha, ?no? -le dijo, reconociendo a reganadientes su admiracion.

– No tanto como el que ha hecho esto -contesto ella.

– Crios -dijo como si fuera una palabrota-. Cabrones. Mira que incendiar el coche nuevo de alguien.

– ?Gamberros?

– Seguro -dijo-. ?Quien si no?

Capitulo 44

Roy Grace se desperto a las seis y media el domingo por la manana con el pitido del radiodespertador, tenia la boca seca y un dolor de cabeza atroz. Las dos capsulas de paracetamol que se habia tomado con un vaso de agua sobre las cinco de la manana habian tenido casi el mismo efecto que las primeras dos que habia tragado unas horas antes. O sea, no mucho.

Cuando le dio al boton de repeticion, para silenciar el despertador temporalmente, lo sustituyo el fuerte canto de un pajaro, incesante, como un CD estropeado. La luz entraba a raudales por un hueco grande en las cortinas, que vio que no habia corrido bien.

?Cuanto habia bebido anoche?

Mientras organizaba sus pensamientos, la cabeza perezosa, sintiendo como si alguien se hubiera pasado la noche sacando cables de ella al azar, alargo la mano para coger el movil. Pero no habia recibido ningun mensaje mas de Cleo.

No podia esperar que hubiera ninguno, ya que solo eran las seis y media de la manana y seguramente Cleo estaria profundamente dormida, pero la logica no era una caracteristica fundamental de su razonamiento en estos momentos, con el martilleo dentro de su cabeza, con el maldito pajaro y, ademas, sabiendo que tenia que levantarse y enfrentarse a todo un dia de trabajo. Nada de quedarse el domingo en la cama, chaval.

Cerro los ojos y se puso a recordar. Dios santo, Cleo era encantadora en todos los sentidos, una persona verdaderamente afectuosa y hermosa. Era muy, muy especial, ?y se habian llevado tan bien! Entonces recordo el beso en la parte trasera del taxi, un beso largo, largo e increible. E intento recordar quien lo habia comenzado. Habia sido Cleo, le parecio recordar. Ella habia dado el primer paso.

Sintio un deseo vehemente de hablar con ella, de verla. De repente, creyo oler su perfume. Solo un rastro levisimo en su mano; se la acerco a la nariz y ?si! Lo olia mas fuerte en la muneca; seria del momento en que le paso el brazo por los hombros en el taxi. Se quedo con la muneca pegada a la nariz un buen rato, inhalando el olor a almizcle, y algo muy escondido en su corazon, que creia muerto hasta hacia pocos dias, se desperto.

Luego se sintio un poco culpable. «Sandy.» Pero no hizo caso y aparto el sentimiento de culpa de su mente, decidido a no entrar ahi, a no dejar que le estropeara el momento.

Volvio a mirar el reloj para comprobar la hora, centrandose, a su pesar, en el trabajo: en la reunion de las ocho y media. Luego recordo que tenia que ir a recoger el coche.

Calculo que si se levantaba ahora tendria el tiempo justo para ir corriendo al aparcamiento subterraneo donde anoche habia dejado el Alfa, le iria bien el aire fresco para despejarse. Pero su cuerpo le decia que no necesitaba correr, que necesitaba unas ocho horas mas de sueno. Cerro fuertemente los ojos, para intentar aplacar el dolor que le atravesaba el craneo como un taladro -y no escuchar el maldito pajaro, al que le habria pegado un tiro de buena gana si hubiera tenido un arma-, y se quedo pensando unos minutos deliciosos en Cleo Morey.

Parecieron haber pasado solo unos segundos cuando el despertador sono de nuevo. A reganadientes, se levanto de la cama, acabo de descorrer las cortinas y entro desnudo en el cuarto de bano para lavarse los dientes.

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