De todos modos, aquel era algun tipo de vinculo. No se habia comportado mal; se las habia arreglado para conversar con las dos mujeres sentadas a su lado, a pesar de sus conocimientos nulos sobre el mundo de los caballos -aparte de su pequena apuesta en el Grand National de todos los anos-. Y al menos habia adivinado que el vino tinto era frances, aunque fuera de pura chiripa.

– Que gente mas horrible -dijo Kellie de repente-. ?Prefiero a nuestros amigos! ?Al menos son personas de verdad!

– Creo que puedo sacarle un buen negocio.

Kellie se quedo callada un momento, luego dijo de mala gana:

– Una casa increible, eso si. Un sueno.

– ?Te gustaria vivir en un sitio tan grande?

– Si, por que no, si tuviera todos esos criados. -Luego, en el ultimo momento anadio-: Seguro que algun dia la tenemos. Creo en ti.

Tom alargo la mano y encontro la de Kellie. Se la apreto y ella hizo lo mismo. Siguio agarrandola, conduciendo con una mano mientras volvian a sumirse en el silencio, en sus pensamientos. Iban camino de casa, de regreso a la realidad.

Su decision de ir a la policia lo atormentaba. Habia hecho lo correcto, por supuesto; ?que alternativa tenia? ?Podria haber vivido con ese cargo de conciencia? Habian tomado la decision juntos; es lo que debian hacer un marido y una mujer. Eran un equipo.

Estaban aproximandose a la salida. Se coloco en el carril de la izquierda de la carretera casi vacia, libero su mano, ahora necesitaba las dos, siguio la curva pronunciada, luego subio por la cuesta y salio en la rotonda de arriba.

Menos de un minuto despues, tras bajar al valle, giro a la izquierda y entro en Goldstone Crescent. Luego tomo una curva pronunciada a la izquierda y entro en su calle. Subio por la cuesta empinada, metio el coche en el garaje, apago el motor y se bajo. Kellie se quedo sentada con el cinturon abrochado. Tom, con el llavero en la mano, el dedo en el boton del cierre automatico, espero a que saliera. Pero no se movio. El miro a su alrededor, a los coches aparcados a cada lado de la calle, todos bien iluminados por las farolas. Sus ojos escudrinaron cada sombra. Buscando. ?Que? ?Un movimiento repentino? ?Una figura solitaria en un coche aparcado?

«Paranoico», se dijo. Luego abrio la puerta de Kellie.

– ?Hogar, dulce hogar! -dijo.

Ella siguio sin moverse.

Tom la miro y se pregunto si estaria dormida, pero tenia los ojos abiertos; simplemente miraba al frente.

– ?Carino? ?Hola?

Ella lo miro de forma extrana.

– Hemos llegado, ya lo se -le dijo.

Tom fruncio el ceno. Parecia que estaba teniendo un «momento Kellie». Y cada vez eran mas frecuentes. No sabia exactamente a que se debian estos momentos, pero de vez en cuando, durante unos segundos, a veces mas, parecia desaparecer en su mundo. La ultima ocasion que habia sacado el tema, ella le habia contestado bruscamente que en ciertos momentos necesitaba espacio, tiempo para pensar. Pero estaba claro que a veces elegia sitios y momentos raros para hacerlo.

Al final, Kellie se desabrocho el cinturon y bajo. Tom cerro el coche, camino hacia la puerta, metio la llave, abrio y se aparto educadamente para que ella entrara primero.

El televisor estaba a todo volumen. Dios santo, penso, los ninos estaban durmiendo. ?Es que Mandy carecia de sentido comun? Luego, miro a su alrededor, sorprendido de que Lady no hubiera ladrado ni se hubiera acercado trotando a recibirles.

Kellie asomo la cabeza por la puerta del salon.

– ?Hola, Mandy, ya hemos vuelto! ?Has tenido una buena noche? Baja el volumen, ?quieres, cielo?

La respuesta de la canguro quedo ahogada por el estruendo del televisor.

Tom entro en el salon. Como tenia que conducir, habia bebido muy poco y ahora le apetecia tomarse una buena copa antes de acostarse, pero seria prudente esperar a haber llevado a Mandy de vuelta. Habia unos tres kilometros largos hasta su casa; era una estupidez arriesgarse.

En la pantalla del televisor, una chica estaba en un callejon azotado por la lluvia, gritando, mientras una sombra se le echaba encima. Mandy estaba despatarrada en el sofa. Habia una revista para adolescentes abierta, tirada en la moqueta, junto con varios envoltorios de caramelos, una caja vacia de pizza y una lata de Coca-Cola. Absorta en la pelicula, sin apartar los ojos de la pantalla, movio la mano por la moqueta, buscando el mando, pero se encontraba a varios centimetros de su objetivo.

Justo cuando la chica de la tele se puso a gritar aun mas fuerte, Tom se arrodillo, cogio el mando del suelo y quito el sonido.

– ?Todo bien, Mandy?

La adolescente se quedo un poco sorprendida por el repentino silencio, bostezo y luego sonrio.

– Si, todo bien, senor Bryce. Los ninos no me han dado ningun problema, se han portado como angelitos los dos. Pero estoy un poco preocupada por Lady.

– ?Por? -pregunto Kellie.

Mandy se incorporo y mientras se ponia las botas contesto:

– No parece ella. Normalmente viene a sentarse conmigo, pero esta noche no ha querido moverse de su capazo.

Tom y Kellie se dirigieron inquietos a la cocina. Lady, enroscada en su capazo, ni siquiera abrio un ojo. Kellie se arrodillo y le acaricio la cabeza.

– Lady, cielo, ?estas bien?

Mandy los siguio.

– Ha bebido bastante agua hace un rato.

– Seguramente habra pillado un virus -dijo Tom, mirando una mitad de pizza solidificada sobre la encimera, junto con un cuchillo y un tenedor, y un bote destapado de helado de caramelo crujiente derretido.

Se arrodillo y tambien acaricio la cabeza del pastor aleman. Ladeando la cabeza hacia el perro, le pregunto, sonoliento de repente:

– ?Has pillado un virus, Lady? ?Estas pachucha?

Kellie se levanto.

– Esperaremos a ver si se encuentra mejor por la manana. Si no, habra que llamar al veterinario.

Tom vio con tristeza que una gran factura se le venia encima, pero no podia evitarse. Queria al perro; formaba parte de su familia, de su vida.

– Buen plan -dijo.

Kellie pago a la canguro, luego le dijo a Tom que ella llevaria a Mandy a casa.

– No pasa nada, yo ire -dijo Tom-. Me he privado de todos esos buenos vinos, asi que mejor la llevo yo.

– Yo tampoco he bebido mucho -dijo Kellie-. Estoy bien. Tu ya has hecho suficiente conduciendo antes. Tomate una copa y relajate.

No le costo demasiado convencerlo.

Tom se sirvio dos dedos de armanac, se dejo caer en el sofa, cogio el mando y cambio la pelicula de terror que estaba viendo Mandy por un clasico del humor, Porridge. Vio un rato a Ronnie Barker en la carcel antes de volver a cambiar, esta vez a un partido de futbol americano. Oyo que se cerraba la puerta de entrada, el sonido del Audi que arrancaba. Noto una sensacion agradable, calida, cuando el primer trago de alcohol se deslizo por su garganta.

Luego, pensativo, miro dentro del vaso e hizo girar el liquido oscuro. Se preguntaba que diferencia habia entre Philip Angelides y el. ?Que cualidades habian convertido a Angelides en un exitoso financiero y a el en un fracasado total? ?Era cuestion de suerte? ?De genes? ?De crueldad?

Fuera, Kellie dio marcha atras y salio a la calle, luego comenzo a bajar la cuesta mientras charlaba con Mandy. Aunque hubiera mirado mas detenidamente por el retrovisor, nunca habria visto el coche que arranco para seguirla.

Estaba a mas de cien metros y no llevaba las luces encendidas.

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