la mujer mas hermosa del restaurante. ?Estaba tan guapa que quitaba la respiracion!
Solo habia un problema. De repente, no se le ocurria nada que decirle.
Ni una palabra.
Se habia quedado en blanco, como si un pirata informatico hubiera entrado en su cerebro y hubiera borrado todos sus pensamientos. Sonriendole, intentando pensar en algo que no sonara absolutamente estupido, alargo la mano para coger un paquete de palitos de pan y tiro una copa de vino vacia; cayo sobre el platito del pan de Cleo y se rompio.
Noto que se ponia rojo. Al momento, Cleo le ayudo a recoger los trozos mas grandes, antes de que interviniera un camarero.
– Lo siento -dijo Grace.
– Se supone que romper una copa trae suerte -dijo ella.
– Creia que eso era en las bodas griegas.
– En las bodas griegas son platos. Las copas son en las bodas judias.
Le encantaba su voz; era muy de clase alta, muy pija y segura. Era una voz que pertenecia a un mundo distinto al suyo. El mundo de los colegios privados, el dinero, los privilegios. La alta sociedad. Tenia demasiada categoria para trabajar en un deposito de cadaveres. Sin embargo, Janie Stretton tambien era rica, a juzgar por la casa de su padre, y, aun asi, trabajaba en una sordida agencia de chicas de compania.
Tal vez crecer en un ambiente pijo proporcionaba un toque de diferencia. Scott Fitzgerald, un escritor que le gustaba, habia escrito que los ricos eran distintos. Pero quiza no lo fueran tanto.
– Yo…, me encantan tus anillos -dijo sin conviccion. Fue lo unico que se le ocurrio.
Cleo parecio verdaderamente encantada y levanto los dedos largos, elegantes y con las unas bien arregladas, uno cada vez, mostrandole sus carisimas joyas.
– ?Tu no llevas? -le pregunto. Luego, casi de inmediato, se sonrojo, al darse cuenta de que habia metido la pata-. Lo siento, no he tenido mucho tacto.
Grace nego con la cabeza.
– Nunca lleve -dijo. Luego, estuvo a punto de anadir «cuando estaba casado», pero aun estaba casado, claro. Tecnicamente.
Llegaron las bebidas. Levanto su vaso y brindo con Cleo.
– ?Salud! -dijo Grace, y hubo algo en su sonrisa que, de repente, de manera inexplicable, le impulso a lanzarse-. No estas mal para haber salido de un deposito de cadaveres -anadio.
– ?Muchas gracias! -Cleo bebio un sorbo de su copa; luego, al cabo de unos momentos, replico-: Bueno, tu estas bastante moderno… para ser un poli.
Grace sonrio, pero por segunda vez aquel dia, de repente tuvo muchas dudas sobre la ropa que llevaba puesta. Las primeras las habia tenido en la tienda de ropa moderna Luigi's, a la que Glenn habia insistido en llevarle aquella tarde. El sargento se habia vuelto loco; cogia cosas de las estanterias como un cazador de gangas desquiciado el primer dia de las rebajas de enero, y le forzaba a meterse y sacarle del probador.
Esta noche llevaba el conjunto que Branson habia configurado especialmente para la cita: una chaqueta de ante marron sin forro de Jasper Conran, la camiseta negra mas cara que se habia comprado nunca, unos pantalones beis de Dolce & Gabana, un cinturon que costaba un rinon, mocasines marrones y unos calcetines aun mas nuevos que, insistio Branson, anadian un toque moderno.
Ademas, ahora tenia un fondo de armario totalmente nuevo para casi cualquier ocasion. La factura habia subido a mas de dos mil quinientas libras. Hasta la fecha, nunca se habia gastado mas de cien libras en una tienda de ropa.
Pero que diablos, penso; en los ultimos anos apenas se habia comprado ropa nueva. Lo adquirio todo de una vez. Y si algo no le gustaba, podia volver y cambiarlo.
– ?Para un poli? ?Es un cumplido? -le pregunto con una sonrisa burlona.
Cleo sonrio afectuosamente, examinando su rostro.
– Si quieres…
Grace se encogio de hombros en un gesto que espero que transmitiera naturalidad.
– Me he puesto lo primero que he pillado. Yo…
Cleo le miraba el hombro derecho.
– ?Y la etiqueta es parte del diseno?
Se llevo corriendo la mano izquierda al hombro; al momento, sus dedos tocaron un carton duro, atado a un cordel. Bajo la mirada malvadamente divertida de Cleo, Grace siguio el cordel hasta debajo del cuello de la chaqueta, maldiciendo su descuido.
– Es parte del diseno. -Asintio con la cabeza-. Todo es parte del diseno; es lo ultimo en chaquetas, es… mmm, una especie de… mmm… look recien salido de la estanteria.
Cleo se rio, y Grace se descubrio riendo tambien. Ya no estaba nervioso y, de repente, la cabeza le hervia de temas de los que queria hablar con aquella mujer. Pero mientras se arrancaba la etiqueta, hacia una bola con ella y la dejaba en el cenicero, ella se le adelanto.
– Siento curiosidad, Roy -dijo Cleo haciendo girar la bebida en la copa-. Por tu mujer. ?Hablas del tema? Si soy una entrometida y no es asunto mio, dimelo.
Grace se llevo la mano al bolsillo para coger el tabaco, vacilante. Tecnicamente habia dejado de fumar, pero habia momentos en que necesitaba un cigarrillo. Como ahora.
Aparecio un camarero con las cartas, dos enormes cartulinas dobladas. Grace dejo la suya sobre la mesa sin mirarla; Cleo hizo lo mismo.
– No, no eres una entrometida. -Levanto las manos un momento, con ligera impotencia, pues no sabia como comenzar su respuesta-. Siempre he hablado de ello abiertamente, quiza demasiado abiertamente. Solo quiero que la gente lo sepa, ya sabes. Siempre he pensado que si hablaba de ello a la gente lo suficiente, quizas algun dia le refrescaria la memoria a alguien.
– ?Como se llamaba?
– Sandy -respondio, y le ofrecio el paquete a Cleo, pero ella dijo que no con la cabeza. Grace saco un cigarrillo.
– ?Es verdad lo que…, lo que dice la gente? ?Desaparecio sin mas?
– El dia que yo cumplia treinta anos. -Se quedo callado un momento, estaba volviendo todo el dolor.
Cleo espero pacientemente, luego lo animo a continuar.
– ?El dia que cumplias treinta anos…?
– Me fui a trabajar. Ibamos a salir a cenar con unos amigos, para celebrarlo. Cuando me marche, Sandy estaba de muy buen humor. Habiamos estado planeando las vacaciones de verano, ella queria ir a los lagos italianos. Cuando volvi por la tarde, no estaba.
– ?Se habia llevado sus cosas?
– Su bolso y su coche no estaban.
Grace encendio el cigarrillo con el Zippo que Sandy le habia regalado, luego bebio un trago. No le parecia bien hablar de su mujer en una cita. Al mismo tiempo, sin embargo, sentia que queria ser totalmente sincero con Cleo, contarselo todo, darle el mayor numero de detalles posible, no solo sobre Sandy, sino sobre toda su vida. Habia algo en aquella mujer que le hacia sentir que podia abrirse. Mas con ella que con cualquier persona que recordara.
Dio una larga calada al cigarrillo, luego expulso el humo. Que bien sabia, santo cielo.
– ?Su bolso y su coche? -pregunto Cleo frunciendo el ceno-. ?Encontraron alguna de las dos cosas?
– Encontraron el coche la tarde siguiente en un aparcamiento de tiempo limitado del aeropuerto de Gatwick. Por otro lado, no utilizo ninguna de sus tarjetas de credito. Las ultimas transacciones se hicieron la manana que desaparecio, una de 7,25 libras en un Boots y la otra de 16,42 en una estacion de servicio del Tesco de la ciudad.
– ?No se llevo nada mas? ?Ni ropa ni otras pertenencias?
– Nada.
– ?Y las camaras de seguridad?
– Por aquel entonces, tampoco habia tantas. Las unicas imagenes que conseguimos fueron del patio del Tesco. Estaba sola y parecia estar bien. El cajero era un anciano. Dijo que la recordaba porque siempre se fijaba en las chicas guapas y que habian intercambiado unas risas. Dijo que no parecia estar bajo coaccion.