– ?El senor D'Eath nos esta esperando? -pregunto Nicholl.
– Con cafe recien hecho y una caja de bombones jovencitos, espero -dijo Norman Potting, y solto una risita gutural.
– La mujer de la agencia de proteccion de testigos con la que he hablado -dijo Grace, sin hacer caso al chiste horrible- me ha dicho que le habian dejado un mensaje.
Se detuvieron delante del numero 29. La casita de los cincuenta parecia un poco menos cuidada que el resto, el revestimiento rugoso marron del exterior necesitaba una reparacion; hacia bastante tiempo que la habian pintado. El pequeno jardin delantero tambien estaba en muy mal estado, lo que recordo a Grace que tenia que cortar el cesped de su casa en algun momento del fin de semana, y hoy era el dia perfecto. Pero ?cuando tendria tiempo?
Le dijo a Norman Potting que esperara en la calle, por si Reginald D'Eath no habia recibido el mensaje de que iban a visitarle e intentaba escapar. Luego, acompanado por Nicholl, se dirigio a la puerta de la casa. Le preocupo que las cortinas del cuarto delantero aun estuvieran corridas a las once menos cuarto de la manana de un domingo. ?Quizas el senor D'Eath se levantaba tarde? Pulso el timbre de plastico. En el interior de la casa, sonaron unas campanillas. Luego, silencio.
Espero un momento y volvio a llamar.
Tampoco hubo respuesta.
Abrio la tapa del buzon, se agacho y llamo al hombre.
– Hola, senor D'Eath, ?Soy el comisario Grace, del Departamento de Investigacion Criminal de Brighton!
Tampoco hubo respuesta.
Seguido de Nicholl, fue al lateral de la casa, por el estrecho espacio que quedaba entre los cubos de basura, y abrio una verja alta de madera. El jardin trasero estaba mucho peor que el delantero, el cesped cubierto de malas hierbas y muy alto, y los arriates eran una marana triste de correhuelas y ortigas. Paso por encima de una regadera de plastico tirada en el suelo, luego llego a la puerta de la cocina de cristales esmerilados, uno de los cuales estaba roto. En el camino de ladrillos habia fragmentos de cristal.
Miro a Nick Nicholl, cuyo ceno fruncido era un reflejo de su propia inquietud. Intento girar el pomo y la puerta se abrio sin oponer resistencia.
Entraron en una cocina de otro tiempo, con un viejo frigorifico Lee, tristes modulos imitacion madera y encimeras de formica en las que habia una tostadora destartalada y un hervidor de agua de plastico. En una mesita deprimente habia restos de una comida -un plato de huevos y alubias resecos y a medio comer, ademas de una taza de te medio vacia- y, junto a una fuente, descansaba una revista, abierta a doble pagina, con ninos desnudos.
– Dios mio -comento Grace con repugnancia al ver la revista. Luego, metio un dedo en el te; estaba frio. Se seco con un pano de cocina que colgaba de un estante, luego grito-: ?Hola! ?Reginald D'Eath! ?Policia de Sussex! ?Puede salir, es seguro! ?Solo hemos venido a hablar con usted! ?Necesitamos que nos ayude en una investigacion!
Silencio.
Era un silencio que no gusto a Grace, un silencio que le recorrio toda la piel. El olor que percibia tampoco le gustaba. No era el olor de la vieja cocina destartalada y cerrada, sino un olor mas picante que conocia, pero que no podia ubicar, aunque algo en su memoria le decia que no era propio en absoluto de una casa.
Necesitaban desesperadamente a D'Eath. Estaba impaciente por hablar con el sobre lo que miraba en su ordenador. Por lo que le habia dicho Jon Rye, sabia que Reggie D'Eath habia seguido los mismos links que Tom Bryce y no dudaba que el pederasta tendria informacion sobre lo que habia visto su testigo.
De momento, era la mejor pista que tenian en la investigacion sobre el homicidio de Janie Stretton. Y, como no dejaba de pensar, no se trataba solo de hacer avanzar la investigacion, sino de salvar su carrera.
«Tenia que resolver este caso, maldita sea.»
Con un gesto, le indico a Nick Nicholl que comenzara a buscar por el resto de la casa. El detective salio de la cocina, y Grace lo siguio hasta un pequeno salon, donde el olor era aun mas fuerte. Alli habia un sofa y dos sillones baratos a juego, un viejo televisor, un par de posteres de cuadros de Turner muy mal enmarcados en las paredes y una unica fotografia sobre la repisa de una chimenea electrica.
Grace contemplo a la pareja de la fotografia, que estaba posando muy erguida: un hombre de aspecto debil y con cara de nino de unos treinta anos, con poco pelo y vestido con un traje gris, corbata chillona y el cuello de la camisa demasiado alto, que rodeaba con un brazo a una rubia recia, delante de la entrada de lo que parecia un juzgado de paz.
Entonces oyo un grito.
– ?Roy! ?Dios mio!
Asustado, salio corriendo del salon y vio al detective en el pasillo a poca distancia, con una mano en la cara, tosiendo delante de una puerta abierta.
Cuando llego a donde estaba, el olor acre y penetrante le apreso la garganta. Aguanto la respiracion y tras pasar por delante del detective entro en un cuarto de bano color verde aguacate. Y, mientras sentia que se asfixiaba, se encontro cara a cara con Reggie D'Eath.
O, al menos, con lo que quedaba de el.
Capitulo 48
Entonces Grace supo exactamente que era ese olor. Le vino a la mente una cancioncilla morbosa que su maestro de ciencias habia ensenado a todo el mundo en el colegio:
Ay, aqui descansa el pobre Joe.
Ay, ha dejado de respirar.
Porque lo que creia que era H20,
era H2S04.
A Grace le picaban los ojos y le escocia la cara. Era peligroso estar en el cuarto mas de unos segundos, pero le bastaron para ver lo que tenia que ver.
Reggie D'Eath estaba en una banera, sumergido hasta el cuello en un liquido transparente como el agua, pero que, en realidad, era acido sulfurico. Ya habia consumido casi toda la piel, musculos y organos internos por debajo del cuello, dejando un esqueleto limpio, en parte disuelto, alrededor del cual unos pocos filamentos palidos tendinosos, aun pegados a el, iban encogiendose mientras miraba.
Una anilla de metal, alrededor de su cuello, estaba atada a un toallero encima. Los gases corrosivos estaban afectando a la cara de D'Eath, que tenia la piel llena de ampollas y pustulas amoratadas.
Grace salio deprisa del cuarto y choco con Nicholl. Los dos hombres se miraron en silencio, anonadados.
– Necesito aire -dijo Grace, jadeando, y se dirigio vacilante hacia la puerta de entrada y salio al jardin.
Nicholl le siguio.
– ?Todo bien? -pregunto Norman Potting, apoyado en el coche, chupando su pipa.
– No exactamente -dijo Grace, muy mareado, tan afectado que, durante un momento, le resulto imposible pensar con claridad.
El policia tomo unas bocanadas largas y profundas de aire fresco. A poca distancia, en la calle, un hombre lavaba su coche. Cerca, se oia el ruido metalico de un cortacesped.
A Nicholl le entro una tos aspera e intensa.
Grace saco su telefono nuevo del bolsillo y miro las teclas; habia practicado con el un par de veces, pero aun no habia utilizado la camara. Con un panuelo sobre la nariz, volvio a entrar en la casa, se paro junto al bano, respiro hondo delante de la puerta, entro y saco varias fotografias, deprisa, una tras otra. Luego volvio a salir del cuarto. Nick Nicholl estaba alli.
– ?Estas bien, jefe?
– Nunca he estado mejor -farfullo Grace, tragando aire; luego, se guardo la camara en el bolsillo. No le hacia ninguna gracia lo que tenia que hacer a continuacion.
Respiro hondo otra vez, se sumergio en el cuarto de bano, cogio una toalla grande de un toallero, envolvio la cabeza de Reggie D'Eath y tiro con fuerza de ella.