Despues de varios intentos, la cabeza, junto con la medula espinal, se liberaron de la anilla. Sorprendido de lo mucho que pesaba y aguantando aun la respiracion, Grace la saco del bano y la dejo en el suelo del pasillo.
El joven detective la miro, se desplomo, se golpeo contra la pared y vomito.
Grace, recordando algo del curso de primeros auxilios, corrio a la cocina, encontro un cuenco en un armario, lo lleno con agua fria, luego volvio a toda prisa y lo vacio sobre la cara de D'Eath para intentar eliminar el acido. Si habia en el alguna prueba forense, quiza lograria salvarla y, en cualquier caso, contribuiria a la identificacion. El olor del vomito del detective hizo que le entraran arcadas, y mientras corria a rellenar el cuenco, apenas pudo contener las ganas de vomitar.
Luego, regreso a la cocina y llamo por radio al equipo de apoyo. Solicito agentes del SOCO, un vigilante de la escena y algunos policias para llevar a cabo el interrogatorio puerta por puerta. Mientras hablaba, vio que debajo de la revista repugnante que al parecer D'Eath habia estado leyendo mientras comia habia un telefono inalambrico.
En cuanto acabo, cogio el telefono con cuidado, utilizando su panuelo, se lo acerco a la oreja y pulso el boton de rellamada. Aparecio un numero local en la pantalla, luego el telefono sono. Una voz de hombre casi excesivamente educado contesto despues de solo dos tonos.
– Buenos dias, Dobson's. ?En que puedo ayudarle?
– Soy el comisario Grace del Departamento de Investigacion Criminal de Brighton. Creo que un tal senor Reginald D'Eath -procuro pronunciar bien el apellido- les ha llamado hace poco. ?Puede decirme que relacion tienen con el?
– Lo siento muchisimo -dijo el senor Educacion-. No me suena el nombre. Quizas hablara con uno de mis companeros.
– ?Y a que se dedican ustedes exactamente? -pregunto Grace.
– Somos una funeraria.
Grace le dio las gracias al hombre, colgo y marco el 1471 para comprobar el ultimo numero entrante. Al cabo de un momento, oyo una voz grabada: «Lo sentimos, numero oculto».
Colgo. La ultima llamada de D'Eath habia sido a una funeraria que no le tenia registrado. ?Habian dejado asi el telefono sus asesinos para forzar una broma de mal gusto?
Absorto en sus pensamientos, salio e invito a Norman Potting a entrar en la casa. Le parecio una maldad dejarle fuera con aquel sol maravilloso, solo, disfrutando de su pipa.
Los primeros agentes de la escena del crimen, entre los que estaba un Joe Tindall muy contrariado, tardaron casi una hora en llegar. El hombre era un fan de Roy Grace cada vez mas desencantado.
– Lo estas convirtiendo en una costumbre dominical, ?verdad, Roy?
– Yo antes tambien tenia vida propia -le espeto Grace, que tenia el sentido del humor atrofiado.
Tindall meneo la cabeza.
– Solo me quedan quince anos, ocho meses y siete dias para jubilarme, y restando… -dijo-. Voy tachando cada puto segundo.
Grace los condujo al interior de la casa, a traves del pasillo hacia el cuarto de bano y la imagen que recibio a Joe Tindall no mejoro en nada su dia.
Grace dejo al agente del SOCO, volvio fuera, se agacho para pasar por debajo de la cinta de la policia que ahora acordonaba la casa y se abrio paso educadamente por entre el grupo de vecinos curiosos que comenzaba a congregarse en el exterior y se dio cuenta de que durante una hora entera no habia pensado en Cleo Morey. En la calle habia ahora media docena de coches de policia y el Vehiculo de Incidentes Graves estaba aparcando marcha atras.
Dos agentes uniformados de apoyo a la comunidad estaban llamando a la puerta del vecino de al lado, para comenzar sus interrogatorios puerta por puerta.
Subio un poco por la calle, alejandose para que no lo oyeran, y primero llamo a los Somers y se disculpo con Jaye por tener que volver a cancelar su salida. La decepcion que oyo en su voz hizo que se sintiera fatal. Irian la proxima semana, le prometio. Pero no parecio que la nina acabara de creerle.
Luego, marco el numero de Cleo.
Solo oyo su buzon de voz.
– Hola -dijo Grace-. Solo llamo para decirte que me encanto verte anoche. Llamame cuando tengas un momento. Ah, y espero que hoy no tengas guardia, por tu bien. Tengo un cadaver muy desagradable entre manos.
El dolor de cabeza, la resaca, lo que fuera, volvia para vengarse, y tenia la garganta como papel de lija. Mientras regresaba a la casa, se sintio debil. Se acerco a Nicholl y a Potting, que estaban fuera, charlando con el agente de la vigilancia.
– ?A alguien le apetece una copa? Porque yo necesito una, joder.
– Siempre que no sea agua del bano del senor D'Eath -dijo Potting.
Grace estuvo a punto de sonreir.
Capitulo 49
Kellie intentaba moverse, pero el dolor que sentia en los brazos empeoraba cada vez que hacia un esfuerzo; la cuerda, el alambre, o lo que fuera con que los tenia atados, se le clavaba mas y mas en la piel. Y cuando intentaba gritar, el sonido grave hacia que le temblara toda la cara; el ruido quedaba atrapado en su boca.
– Mmmmnnnnnuuuuuuuug.
No veia nada, no podia abrir los ojos. Habia una oscuridad negra como el carbon detras de las imagenes que veia en su cabeza. No oia nada, excepto el sonido de su sangre rugiendo en sus oidos. El sonido de su propio miedo.
Temblaba de terror y de frio. Y por la falta de alcohol.
Tenia la garganta seca. Necesitaba una copa. Necesitaba un trago de vodka desesperadamente, desesperadamente. Y agua.
Tenia la entrepierna fria y le picaba. Hacia un rato, cuando por fin habia liberado la orina que ya no podia seguir reteniendo, habia notado algo extrano, comodamente calido durante varios minutos. Hasta que habia empezado a estar frio. De vez en cuando, lo olia; luego, era otra vez el olor de un sotano, frio y humedo.
No tenia ni idea de que hora era ni de donde estaba. Le estallaba la cabeza. Un miedo frio e intenso se arremolinaba en el pozo profundo y negro de sus entranas, se arremolinaba en la sangre que corria por sus venas. Estaba tan asustada que le resultaba imposible pensar con claridad.
Solo de vez en cuando, creia oir el sonido apagado del trafico. Una sirena ocasional. ?Venia a rescatarla?
Pero no tenia ni idea de donde estaba.
De sus ojos tapados brotaban lagrimas. Queria ver a Tom, queria ver a Jessica y a Max, oir sus voces, sentir sus brazos rodeandola. Intento recordar esos momentos, esos momentos confusos que habian pasado a toda velocidad.
Habia llevado a Mandy Morrison a casa. Habia parado delante de la casa moderna de estilo espanol de sus padres en la elegante Tongdean Lane, una cuesta empinada cerca del estadio de Withdean. Se habia quedado sentada en el coche, la musica sonaba en la radio, esperando a que la chica entrara sana y salva antes de arrancar.
Mandy habia abierto la puerta, habia entrado, se habia girado, habia saludado y habia cerrado la puerta.
Luego, se habia abierto la puerta del copiloto.
Y la puerta trasera de detras de ella.
Una mano fuerte como el acero le habia agarrado el cuello y echado hacia atras. Luego, algo mojado y acre le habia presionado la nariz.
Gimoteo al recordarlo.
Despues, estaba aqui.
Temblando incontrolablemente.
Tumbada en un suelo duro como una piedra.