por la acera y se detenia a intercambiar unas palabras con un hombre corpulento que llevaba un anorak y un perro atado a una correa e iba en direccion contraria. El perro levanto la pata en una farola.

Un Ford Focus azul se detuvo y un hombre con un par de camaras alrededor del cuello se bajo. Grace lo observo, preguntandose si seria el fotografo oficial de la boda o un periodista. Al cabo de unos momentos, un Opel marron pequeno se detuvo tras el y se bajo un joven con anorak que llevaba una inconfundible libreta de reportero. Los dos hombres se saludaron y se pusieron a charlar, ambos mirando a su alrededor, esperando.

Al cabo de diez minutos, vio detenerse un todoterreno BMW plateado. Por culpa de los cristales tintados y la lluvia, no pudo distinguir quien iba en su interior, pero reconocio al instante la matricula de Mark Warren. Unos momentos despues, Warren, con una gabardina oscura, se bajo y fue corriendo hacia el sendero que llevaba a la entrada principal de la iglesia. Desaparecio dentro, luego salio casi de inmediato y regreso corriendo a su coche.

Llego un taxi y un hombre alto de aspecto distinguido y pelo canoso, vestido con un chaque con un clavel rojo en el ojal y un sombrero de copa gris en la mano, cerro la puerta de atras y camino hacia la iglesia. Por lo visto, habia pagado al taxista para que esperara. Luego llego un deportivo Audi TT plateado. Grace recordo haber visto uno igual aparcado delante de la casa de Ashley Harper.

Se abrio la puerta del conductor y Ashley, sosteniendo un paraguas pequeno, se bajo, vestida con un elegante traje de novia blanco, el pelo recogido. Una mujer mayor salio por la puerta del copiloto, ataviada con un vestido azul con adornos blancos y el pelo plateado perfectamente peinado. Ashley saludo con la mano hacia el BMW y luego se protegio debajo del paraguas. Las dos mujeres recorrieron el sendero deprisa y desaparecieron en la iglesia. Mark Warren las siguio.

Luego, a las dos menos cinco, Grace vio que el cura cruzaba el cementerio y entraba en la iglesia; decidio que era el momento de actuar. Se bajo del coche y se puso el anorak Tommy Hilfiger azul y amarillo. Mientras cruzaba la carretera, el joven de la libreta se le acerco. Tendria unos veinticinco anos, rostro perspicaz, vestia un traje gris barato, corbata con nudo grande pero flojo, por lo que se le veia el boton de arriba de la camisa, y mascaba chicle.

– Usted es el comisario Grace, ?verdad?

Grace lo miro. Estaba acostumbrado a que la prensa lo reconociera, pero de todos modos desconfio.

– ?Y usted es?

– Kevin Spinella, del Argus. Solo me preguntaba si dispone de alguna novedad sobre Michael Harrison de la que podamos informar.

– Me temo que aun no hay nada. Esperaremos a ver si se presenta a su boda.

El periodista miro su reloj.

– Esta apurando al maximo, ?no?

– No seria la primera vez que el novio llega tarde.

Grace sonrio y paso con cuidado por delante de Spinella.

– ?Cree que Michael Harrison esta vivo o muerto, comisario? -le pregunto el periodista siguiendole deprisa.

Grace se detuvo un momento.

– Estamos investigando una desaparicion -dijo.

– ?De momento?

– No hare mas comentarios, gracias.

Grace empujo la puerta pesada, entro en la oscuridad del portico y cerro la puerta tras el.

Siempre que entraba en una iglesia, Grace tenia un conflicto. ?Debia sentarse en un reclinatorio, arrodillarse y rezar, como hacia la mayoria de la gente? Como hacia de nino junto a su madre y su padre, la mayoria de los domingos por la manana de su infancia. ?O debia simplemente sentarse en un banco y dejar que el Dios en el que ya no estaba seguro de creer conociera su enfado? Durante mucho tiempo, despues de la desaparicion de Sandy, habia ido a la iglesia y habia rezado para que regresara. A veces, habia ido a misa, pero principalmente habia entrado en iglesias vacias. Sandy no era creyente y, a lo largo de los ultimos anos, al no obtener respuesta a sus plegarias, Grace se habia vuelto cada vez mas agnostico. Rezar ya no le parecia bien.

«Devuelveme a Sandy y rezare hasta que me muera; pero hasta entonces no, ?de acuerdo, senor Dios?»

Paso por delante de una hilera de paraguas mojados, un tablon de anuncios y un fajo de folletos liturgicos con los nombres de Michael John Harrison y Ashley Lauren Harper impreso delante, luego accedio a la iglesia en si, e inhalo al instante los olores familiares a madera seca y vieja, tejidos viejos, polvo y un ligero aroma a cera ardiendo. El lugar estaba bellamente adornado con flores, pero no se percibia ni rastro de su perfume.

Unas doce personas estaban en el pasillo y en la nave, todas en silencio, expectantes, como si fueran extras en el plato de una pelicula esperando a que el director les ordenara moverse.

Grace abarco rapidamente con la mirada a todo el grupo, saludo con la cabeza a Ashley, que iba de blanco puro y estaba agarrada al brazo del hombre alto del chaque que, supuso, seria su padre. A su lado, estaba la mujer que habia visto bajarse del coche con Ashley, una bella senora de unos cincuenta anos, pero que tenia el aspecto tenso de alguien que ha pasado por momentos duros de manera prolongada. Mark Warren, con un traje azul oscuro, y luciendo un clavel blanco, estaba al lado de una atractiva pareja de jovenes de treinta y pocos anos.

Se dio cuenta de que todos lo miraban. Con una voz titubeante, Ashley rompio el hielo dandole las gracias por venir y lo presento primero a la madre de Michael, que parecia estar destrozada, y luego al senor guapo, de aspecto distinguido, que habia pensado que era su padre, pero que resulto ser su tio. El hombre le dio a Grace un calido apreton de manos, se presento como Bradley Cunningham y mirando a Grace fijamente a los ojos, le dijo:

– Encantado de conocerlo, comisario.

– ?De que parte de Estados Unidos es? -le pregunto Grace al reconocer su acento norteamericano.

El hombre fruncio el ceno como sintiendose insultado.

– En realidad, soy canadiense, de Ontario.

– Perdone.

– No pasa nada, es un error clasico que cometen ustedes los ingleses.

– Supongo que usted tambien tendria problemas para diferenciar los distintos acentos de Gran Bretana -dijo Grace.

– Pues tiene razon.

Grace sonrio, mirando su chaque con aprobacion.

– Me alegra ver que alguien se viste adecuadamente para una boda.

– En realidad, los pantalones me estan matando -confeso Cunningham-. Los he alquilado en su maravilloso Moss Bros, ?pero creo que me han dado mal los pantalones! -Luego su semblante se volvio grave-. Aun asi, todo esto es terrible, ?verdad?

– Si -dijo Grace, distraido de repente-. Terrible.

Ashley los interrumpio para presentarle a Grace al cura, el reverendo Somping, un hombre bajito que llevaba barba y vestia una sotana blanca y alzacuello. Tenia los ojos leganosos y rojos y su enfado era evidente.

– Le he dicho a la senorita Harper que tendriamos que haber cancelado todo esto -dijo el reverendo Somping-. Es ridiculo hacer pasar a alguien por esta agonia. ?Y que me dice de los invitados? Todo esto es absurdo.

– Aparecera -dijo Ashley lloriqueando-. Aparecera, lo se. -Miro a Grace con ojos suplicantes-. Por favor, digale que Michael esta de camino.

Grace miro a la novia, tan triste y vulnerable, y casi tuvo que contenerse para no ir a abrazarla. Parecia tan desamparada, tan desesperada. Le entraron ganas de darle un punetazo a aquel cura tan arrogante.

– Michael Harrison aun podria aparecer -dijo.

– Pues tendria que aparecer bastante pronto -dijo el cura con frialdad-. Tengo otra boda a las cuatro.

– Creia que esto era una iglesia -dijo Grace furioso al ver la insensibilidad que mostraba para con Ashley-. No un supermercado.

El reverendo Somping miro a Grace fijamente e intento, en vano, que apartara la mirada.

– Yo trabajo para el Senor -dijo entonces defendiendose-. El me proporciona su horario.

Unos momentos despues, Grace le respondio.

– En ese caso, le sugiero que le pida a su jefe que nos envie al novio, y rapidito.

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