dejarle con una revista porno y una botella de whisky. Las dos cosas estaban ahi dentro. Bueno, el tapon de la botella.
– ?Y la tapa del ataud estaba atornillada, con tierra encima?
Sujetando el cafe con las dos manos, Ashley soplo para apartar el humo y bebio un sorbo. Mark observo como se le abria el albornoz y asomaba parte de sus grandes pechos blancos. Y la deseo, ahora, a pesar de todo, a pesar del panico; solo deseaba estrecharla entre sus brazos y hacerle el amor.
– Si… Estaba exactamente como estaba el jueves, cuando…
– ?Sacaste el tubo para respirar?
Bebio un trago de whisky. Ahora Ashley le ofrecia una sonrisa comprensiva. Quizas al menos podria lograr quedarse una hora o dos. Hacer el amor. Necesitaba librarse de aquella pesadilla.
Luego, se le ensombrecio el rostro.
– ?Estas seguro de que estaba ahi dentro cuando sacaste el tubo?
– Por supuesto que estaba ahi dentro, joder. Le oi gritar. ?Dios santo!
– ?No fueron imaginaciones tuyas?
– ?Oirle gritar, imaginaciones mias?
– Estabas bastante mal.
– Tu tambien lo habrias estado. Era mi socio. Mi mejor amigo. No soy un asesino, joder. Yo…
Ella le lanzo una mirada tremendamente cinica.
– Solo hago esto… porque… porque te quiero, Ashley.
Bebio mas whisky.
– En estos momentos, podria estar ahi fuera -dijo ella-. Merodeando en la oscuridad, vigilando, ?no?
Mark meneo la cabeza.
– No lo se. Si no estaba en el ataud, ?por que no fue a la boda? Pero si estaba, o al menos alguien habia. La tapa tiene marcas por dentro; alguien habia intentado salir rascandola.
Ashley encajo la noticia sin inmutarse.
– Quiza sepa lo nuestro, no se me ocurre nada mas. Que sepa lo nuestro, mierda.
– No lo sabe -dijo Ashley-. No tiene ni idea. Me hablaba mucho sobre ti, sobre lo mucho que querias sentar la cabeza con la mujer adecuada y tener hijos, y que nunca parecias capaz de encontrar una novia formal.
– Genial, siempre alimentando mi ego.
– No lo decia para mal, Mark. Se preocupa por ti.
– Cuanto lo defiendes.
– Es mi prometido.
– Muy gracioso.
Mark dejo su vaso en la mesita de cafe cuadrada, luego enterro la cara entre las manos.
– Tienes que calmarte. Vamos a analizar esto con logica, ?vale?
Aun con la cara entre las manos, Mark asintio.
– Michael estaba alli el jueves por la noche. Sacaste el tubo y tapaste el agujero, ?si?
Mark no hizo ningun comentario.
– Sabemos que le gusta gastar bromas. Asi que, de algun modo, sale del ataud y decide hacer que parezca que aun esta alli dentro.
Mark la miro, abatido.
– Una gran broma. Asi que esta ahi fuera y sabe que saque el tubo para respirar. Y solo podria haber una razon por la que lo hice.
– Te equivocas. ?Como podria saber que eras tu? Pudo ser cualquiera que caminara por el bosque.
– Vamos, Ashley, se realista. ?Alguien va caminando por el bosque, se tropieza con una tumba con un tubo para respirar saliendo del ataud, quita el tubo y echa una tonelada mas de tierra encima del ataud?
– Solo intento lanzar ideas.
Mark la miro y, de repente, se le ocurrio que quizas Ashley y Michael habian tramado aquello juntos. Para tenderle una trampa.
Luego penso en todos los dias y las noches que habia pasado con Ashley durante los ultimos meses, en las cosas que le habia dicho, en como habian hecho el amor, planeado todo, y en el desden con el que hablaba siempre de Michael; descarto aquella idea por completo.
– Otra idea -dijo Ashley-. Los otros, Pete, Luke, Josh y Robbo, sabian que ibas a llegar tarde. ?Quizas iban a gastarte una broma a ti, con Michael, y les salio el tiro por la culata?
– Vale -dijo-. Incluso suponiendo que Michael no estuviera dentro de ese ataud cuando fui alli, y que imagine oirle gritar, ?donde cono esta? ?Donde se ha metido desde el martes por la noche? ?Por que no se ha puesto en contacto con nadie? ?Por que no ha ido a la boda? ?Puedes responderme a eso?
– No. A no ser que los otros os gastaran una broma a ti y a el, y este atado o encerrado en algun otro lugar.
– ?O se haya largado?
– No se ha largado -dijo Ashley-. Eso te lo digo yo.
– ?Como estas tan segura?
Su mirada se poso en Mark.
– Porque me quiere. Me quiere mucho, de verdad. Por eso se que no se ha largado. ?Volviste a dejar todo como estaba?
Mark dudo, luego mintio; no queria admitir que habia salido corriendo presa del panico.
– Si.
– Pues, o bien esperamos -dijo-, o lo encuentras y te encargas de el.
– ?Que me encargue de el?
La mirada de Ashley lo decia todo.
– No soy un asesino, Ashley. Puedo ser un monton de cosas…
– Puede que no te quede mas remedio, Mark. Piensalo.
– No podra acusarme de nada, demostrar nada. -Se quedo callado, pensando-. ?Puedo esperar aqui?
Ashley se levanto y se acerco a el, le puso las manos en los hombros y le dio un suave masaje en la espalda. Luego, le dio un beso en el cuello.
– Me encantaria que te quedaras-susurro-, pero seria una locura. ?Que crees que pareceria si se presentara Michael? ?O la policia?
Mark volvio la cabeza e intento besarla en los labios. Ella le permitio un beso rapido y se aparto.
– Vete -le dijo-. ?Vamos! Encuentra a Michael, antes de que el te encuentre a ti.
– No puedo, Ashley.
– Si, puedes. Ya lo hiciste el jueves por la noche. Puede que no funcionara, pero demostraste que podias hacerlo. Asi que ve a hacerlo.
Mark camino abatido hacia sus botas y Ashley le llevo el anorak empapado y lleno de barro.
– Debemos tener cuidado con lo que decimos por telefono, la policia empieza a fisgonear. Deberiamos dar por sentado que los telefonos estan pinchados -dijo-. ?De acuerdo?
– Buena idea.
– Hablamos por la manana.
Mark abrio la puerta con cautela, como si esperara encontrar a Michael ahi fuera con una pistola o un cuchillo en la mano, pero solo se topo con el resplandor de las farolas, el brillo apagado de los coches silenciosos y la quietud de la noche urbana interrumpida unicamente por los maullidos distantes de dos gatos peleando.
Capitulo 57
Un domingo cada dos meses, Roy Grace hacia algo especial con su ahijada de ocho anos, Jaye Somers. Sus padres, Michael y Victoria, ambos policias, habian sido unos de los mejores amigos de el y de Sandy y le habian apoyado muchisimo en los anos posteriores a la desaparicion de esta. Ellos y sus cuatro hijos, de edades comprendidas entre los dos y los once anos, se habian convertido casi en su segunda familia.