– Gracias, senor.

– Mama dice que la gente no deberia hablar por el movil mientras conduce -le informo Jaye cuando colgo-. Es muy peligroso.

– Tu mama tiene mucha razon. Jaye, lo siento, voy a tener que llevarte a casa.

– Aun no hemos visto la jirafa.

Grace puso el intermitente para dejar la carretera en la siguiente salida y dar la vuelta.

– Lo siento. Hay un joven que ha desaparecido y debo ayudar a buscarle.

– ?Puedo ayudar yo tambien?

– Esta vez no, Jaye, lo siento.

Cogio el telefono y marco el numero de la casa de Jaye. Afortunadamente, sus padres estaban en casa. Grace le dio a su madre una version resumida de los hechos y dio la vuelta. Le prometio que la recogeria el domingo siguiente. Irian a ver una jirafa, sin falta.

Diez minutos despues, cogida de la mano de Grace, Jaye se dirigio a la puerta de su casa. La decepcion de la nina era palpable.

Grace se sentia fatal.

Capitulo 58

Un coche patrulla de la policia salpicado de barro esperaba en el arcen de la carretera principal, marcandole la entrada del sendero que llevaba al bosque. Grace se detuvo al lado y entonces el agente al volante le guio por el camino durante un kilometro y medio largo.

El sendero anegado y lleno de baches apenas era transitable con su coche. El carter rozaba el suelo y las ruedas delanteras resbalaban y giraban al perder traccion. El barro estallaba sobre el capo y salpicaba el parabrisas con grandes gotas marrones. Grace, que habia llevado el Alfa a un tunel de lavado carisimo justo antes de pasar a recoger a Jaye, renego. Entonces, unos tojos, que sonaron como si fueran clavos, rascaron el lateral. Volvio a renegar, mas alto, nervioso, disgustado por haber decepcionado a Jaye, pero mucho mas por las noticias sobre el cadaver.

«No tiene por que ser Michael Harrison», penso. No obstante, tenia que reconocer que era dificil no ver la coincidencia. Michael Harrison habia sido visto por ultima vez en aquella zona. Ahora, aparecia un cuerpo que encajaba con su edad, estatura y constitucion.

La cosa no pintaba bien.

Al doblar una curva, vio un grupo de vehiculos enfrente y una cinta amarilla que acordonaba la escena del crimen. Habia dos coches de policia, una furgoneta blanca del SOCO, una furgoneta verde sencilla -seguramente perteneciente a una funeraria- y un deportivo Lotus Elise descapotable que sabia que era de Nigel Churchman, el especialista patologo de la ciudad aficionado a los juguetes. ?Como habia subido con eso hasta alli?

Se detuvo y abrio la puerta del coche, esperando que el hedor pegajoso a muerte le saturara la nariz, pero solo percibio el olor a pino, flores, tierra, los aromas del bosque. Quienquiera que fuera no llevaba muerto mucho tiempo, penso mientras se acercaba. Sus mocasines se hundieron al instante en la tierra cenagosa del bosque.

Saco el traje blanco protector y los chanclos de una bolsa que guardaba en el maletero del coche, se los puso y se acerco, pasando por debajo de la cinta. Joe Tindall, tambien vestido con ropa blanca protectora y botas blancas, se volvio hacia el. Llevaba una gran camara en la mano.

– ?Hola! -lo saludo Grace-. ?Menudo fin de semana estas teniendo!

– Lo mismo te digo -le contesto Tindall agriamente, senalando con la cabeza la maleza que se extendia detras de el-. ?Sabes que mi madre queria que fuera contable?

– Nunca te he imaginado obsesionado con los numeros -contesto Grace.

– Al parecer, la mayoria de los contables tienen vida propia -le replico el.

– Pero ?que clase de vida?

– Una en la que logran pasar los domingos en casa con su mujer e hijos.

– Todas las personas con hijos que conozco -contesto Grace- se mueren por librarse de ellos durante el dia. Sobre todo, los domingos. -Le dio una palmadita en el hombro a su companero-. El domingo que a uno cura a otro lo mata.

Tindall senalo el cuerpo con la cabeza, apenas visible entre la densa maleza.

– Bueno, ese no ha tenido un buen domingo, lo mires por donde lo mires.

– Seguramente, no es la mejor metafora, dadas las circunstancias -dijo Grace.

Se acerco al cadaver, que tenia una docena o mas de moscas azules revoloteando encima. Churchman, un hombre guapo, en buena forma, de rostro aninado, que llevaba puesto un mono blanco, estaba arrodillado junto a el, con una pequena grabadora en la mano.

Grace vio a un joven rubio con un ligero sobrepeso y el pelo corto de punta. Llevaba una camisa de cuadros, vaqueros anchos y botas marrones. Estaba tumbado boca arriba, con la boca abierta y los ojos cerrados y tenia la piel amarillenta. Lucia un pequeno pendiente de oro en la oreja derecha. Los rasgos de su cara redonda, paralizada por la muerte, eran aninados.

Intento recordar las fotografias de Michael Harrison que habia visto. El color del pelo era el mismo, las facciones podrian ser las suyas, pero le habia parecido mas guapo que este. Asimismo, Grace sabia que el fisico de las personas cambiaba cuando morian, al contraerse la piel y secarse la sangre.

Nigel Churchman lo miro.

– Hola, Roy. ?Como estas? -le dijo.

– Bien, ?y tu?

El patologo asintio con la cabeza.

– ?Que tenemos?

– Todavia no estoy seguro, es demasiado pronto para decirlo.

Con las manos enguantadas levanto con cuidado la cabeza del joven. Grace trago saliva cuando docenas de pequenas moscas salieron volando furiosas. Habia una herida profunda, irregular, en la parte trasera del craneo, cubierta de pelo enmaranado y sangre oscura coagulada.

– Ha recibido un golpe violento con un objeto contundente -dijo Churchman. Luego, con su sentido del humor mordaz tipico, anadio-: Ha sido muy perjudicial para su salud.

– ?Sabes? Cada vez que te veo estas mas enfermo.

Churchman esbozo una sonrisa amplia, como si fuera un cumplido.

– Hablas como mi mujer.

– Creia que te habias divorciado.

– Asi es.

Los interrumpio un silbido agudo, un crujido y luego una voz que salio de la radio de uno de los policias que habia detras de el. Grace se volvio y vio que el agente le hablaba a la radio para dar un informe. Luego miro el cadaver, examinandolo con cuidado, fijandose de nuevo en la cara, la ropa, el reloj barato y la correa de plastico aun mas barata. El brazalete de cuerda verde en la muneca derecha. Movio la mano por encima de la cara del cadaver para ahuyentar las moscas. Si, el cuerpo estaba en el lugar correcto, pero ?podian tener la certeza de que se trataba de Michael Harrison?

– ?No lleva nada encima? ?Ni tarjeta de credito ni documentacion?

– No hemos encontrado nada.

Mirando al joven otra vez, Grace se pregunto si se habria vestido asi para su despedida de soltero. La imagen que tenia de Michael Harrison era la de alguien mucho mas elegante. Este hombre parecia un macarra; pero, fuera quien fuera, no merecia estar ahi, picoteado por las moscardas, con el craneo hundido.

– ?Alguna idea de cuanto tiempo lleva ahi? -pregunto Grace.

Churchman irguio todo su metro ochenta y dos de estatura.

– Es dificil de saber. No mucho. No hay rastro de infestacion de larvas de primera generacion, ni decoloracion de la piel. Con el tiempo que hemos tenido, varios dias seguidos de ambiente calido y bochornoso, cabria esperar un deterioro rapido. Como maximo, lleva aqui veinticuatro horas, posiblemente menos.

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