«Respira hondo…»

Respiro y asustado miro afuera, a la oscuridad; todas las sombras que tenia delante, al lado, debajo. Luego pulso el boton del cierre centralizado, oyo el clic, pero no se sintio mejor. Despues encendio la luz interior y miro los controles. Habia ajustes para condiciones todoterreno, una marcha reductora, un bloqueo del diferencial central; los habia visto un centenar de veces y jamas se habia molestado en leer las instrucciones.

Se inclino hacia delante y saco el manual de la guantera, repaso el indice freneticamente y fue a las paginas relevantes. Empujo una palanca, pulso un boton, dejo el libro a su lado y piso con cautela el acelerador. El coche dio un bandazo y, luego, para su alivio, salio disparado hacia delante.

Siguio conduciendo a una velocidad constante de quince kilometros por hora. El coche, mucho mas seguro, ahora avanzaba por los charcos como si se moviera sobre una cinta transportadora. Luego tomo el desvio a la derecha que lo llevaria al claro. Un conejito salto delante de el, se dio la vuelta y se fue, luego correteo hacia el y desaparecio debajo del coche. No tenia ni idea de si lo habia atropellado, ni le importaba, tan solo queria seguir adelante, mantener la velocidad, el impulso, agarrarse al barro.

Ahora tenia enfrente el pequeno claro de musgo y hierbajos; para su alivio, la plancha de hierro ondulado debajo del camuflaje de plantas arrancadas con que la habia tapado seguia en su lugar.

Condujo hasta la tierra relativamente firme, no queria arriesgarse a que el coche se hundiera en el barro otra vez mientras estaba aparcado, y apago el motor, pero dejo las luces largas encendidas. Se puso las botas de agua nuevas, cogio la linterna y piso la tierra empantanada.

Hubo un instante de silencio total. Luego un leve susurro en la maleza hizo que se diera la vuelta, y clavo, asustado, la luz de la linterna en el bosque. Aguantando la respiracion, oyo un crujido, luego un ruido similar a una moneda en una lata y un gran faisan salio a toda velocidad y con torpeza de entre los arboles.

Movio la luz de derecha a izquierda, muerto de miedo, abrio la puerta posterior del coche, se puso los guantes de goma, saco las herramientas que habia comprado y las llevo al borde de la tumba.

Se quedo quieto unos momentos, mirando la plancha de hierro ondulado, escuchando. El motor del coche solto un silbido. A su alrededor, en el bosque, caian gotas de agua, pero aparte de eso, solo habia silencio. Un silencio absoluto. Un caracol se habia pegado al hierro ondulado: su caparazon subiendo como un percebe en un naufragio. Bien, la plancha parecia llevar anos alli sin que nadie la hubiera tocado.

Despues de dejar las herramientas y la linterna en la hierba mojada, agarro un extremo de la plancha y la retiro. La tumba aparecio como si fuera una grieta oscura de un glaciar. Cogio la linterna y se levanto, pero permanecio inmovil en el sitio, intentando reunir el valor para continuar.

Como si Michael pudiera estar ahi dentro agazapado, listo para agarrarle.

Despacio, pasito a pasito, se acerco al borde. Luego, en una ofensiva precipitada, apunto la luz al hueco largo y rectangular.

Solto el aire.

Todo estaba como lo habia dejado. La tierra aun amontonada, intacta. Se quedo mirando unos momentos, el sentimiento de culpa lo paralizaba.

– Lo siento, socio -susurro-. Yo…

No habia nada que decir. Regreso al coche y apago las luces. No tenia sentido anunciar su presencia, por si acaso habia alguien en el bosque a estas horas, lo cual dudaba, pero nunca se sabia.

Tuvo que cavar intensamente durante una hora antes de que la pala diera con la madera de la tapa del ataud. Habia mucha mas tierra de lo que pensaba -vale, habia anadido un poco mas la otra noche, pero aun asi… Siguio sacando tierra hasta que vio con claridad toda la tapa y los tornillos de laton en cada esquina. El minusculo agujero donde estaba el tubo para respirar, que habia cubierto de tierra, era mas ancho; ?parecia un poco mayor o eran imaginaciones suyas?

Alargando el brazo, dejo la pala en el suelo, cogio el destornillador y se puso a desenroscar cada uno de los tornillos, Luego, llego la parte que no habia planeado del todo: el ataud encajaba a la perfeccion en el agujero y no habia espacio a los lados; el unico lugar donde colocarse era encima de la tapa y eso hacia que fuera imposible levantarla.

Salio, cogio la linterna con los dientes, todavia con el destornillador en la mano, se arrodillo, avanzo sobre el borde de la tumba y alargo los brazos hacia abajo. Podia tocar la tapa del ataud con facilidad.

Luego se echo a temblar. ?Que diablos iba a encontrar? Se saco la linterna de la boca y dijo:

– ?Michael? -Luego mas fuerte-. ?Michael? ?Hola? ?Michael?

Entonces dio varios golpes en la tapa con el mango del destornillador -aunque sabia que si Michael estaba vivo, y consciente, habria oido sus pasos y la pala escarbando en la tapa. Salvo que quiza estuviera demasiado debil para responder.

Si es que aun estaba vivo.

Lo cual estaba por ver. Ya habian pasado cuatro dias, y estaba claro que no tenia aire. Volvio a meterse la linterna en la boca y apreto con fuerza los dientes. Tenia que hacerlo. Tenia que hacerlo, joder. Tenia que estar aqui para recuperar la puta Palm de Michael. Algun dia alguien encontraria la tumba y la abriria y hallaria el cuerpo y encontraria la puta Palm con todos los mensajes; entonces, ese poli, el comisario Graves o como se llamara, hallaria el mensaje que le habia mandado a Michael el lunes, en el que le decia que le tenian preparada una buena y en el que le daba pistas cripticas, demasiado oscuras como para que Michael descubriera lo que iban a hacerle, pero que para el poli serian muy reveladoras.

Mark deslizo la hoja del destornillador debajo de la tapa, luego la levanto unos centimetros, hasta que pudo meter los dedos. Aguantando con la mano izquierda, dejo el destornillador en el suelo, encima de el; luego levanto la pesada tapa tanto como pudo, casi sin ver el agujero profundo, irregular, que habian escarbado por dentro.

Vio el resplandor tremulo de las gotas oscuras, los restos empapados de una revista que flotaba en la superficie, unos pechos grandes y desnudos visibles a la luz brillante.

Mark grito y la linterna le cayo de la boca, se hundio en el agua y golpeo el fondo del ataud con un ruido sordo.

No habia nadie.

Capitulo 55

La tapa cayo con un estallido parecido a un disparo. Mark se levanto con dificultad, se tropezo y aterrizo en el suelo despatarrado. Se puso de rodillas y giro 360 grados. Escudrino la oscuridad, lloriqueando, jadeando, el panico le agarrotaba el cerebro, se preguntaba hacia donde debia correr. ?Hacia el coche? ?Hacia el bosque?

«Dios bendito. Jesus. Jesus.»

Aun a cuatro patas, se aparto de la tumba y volvio a dar un giro completo. ?Estaba Michael ahi fuera, vigilandole, a punto de atacar?

?A punto de cegarle con la luz de una linterna?

Se levanto y corrio hacia el coche, abrio la puerta con brusquedad, se subio dentro y las putas luces interiores se encendieron, ?y le iluminaron! Cerro la puerta de golpe, pulso el boton del cierre centralizado, giro la llave en el contacto, metio la primera, puso las luces y piso a fondo el acelerador. El coche giro y dibujo un arco ancho, las luces atravesaron los arboles, las sombras saltaban y se desvanecian. Siguio describiendo un circulo, luego otro, luego un tercero.

«Dios santo.»

?Que cono habia pasado?

No tenia la puta Palm. Tenia que volver y comprobarlo. Tenia que hacerlo.

?Como cono habia podido…??Como habia podido salir? ?Atornillado la tapa de nuevo? ?Echado la tierra encima?

A menos que nunca hubiera estado alli dentro, pero si no habia estado alli dentro, ?por que no se presento a la boda?

Los pensamientos se agolpaban en su cabeza. Todos revueltos. Queria llamar a Ashley y, si, claro, sabia perfectamente que le preguntaria primero.

«?Tienes la Palm?»

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