Juguetee un poco mas pensando en Ev, saque un chip y lo volvi a poner en su sitio, pero no era necesario que me tomara tantas molestias. El seguia absorto contemplando el abadejo.

—?Es macho ese lanzabadejo? —pregunto.

—Ni idea. Aqui el experto en sexualidad es usted. —Pulse la desconexion, conte hasta tres, volvi a pulsar, y conte hasta cinco—. Llamando a Cruz —dije, y volvi a pulsarla—… del Rey, adelante C.J.

—Aqui C.J. ?Donde demonios os habeis metido?

—No pasa nada, C.J. Solo un berrinche de polvo. Estamos demasiado cerca de la Muralla. ?Funciona ya la camara?

—Si. No veo polvo por ninguna parte.

—Solo nos alcanzo de refilon. Duro mas o menos un minuto. Me he pasado un buen rato intentando arreglar el transmisor y corriendo.

—Es curioso como un minuto de polvo puede hacer tanto dano —comento ella lentamente.

—Es uno de los chips. Ya sabes lo sensibles que son.

—Si son tan sensibles, ?como es que el polvo del rover no los atasco?

—?El rover? —dije yo, mirando con asombro alrededor, como si fuera a aparecer uno.

—Cuando Evelyn fue a buscaros ayer. ?Como es que el transmisor no se estropeo entonces?

Porque yo estaba demasiado ocupado pensando en Wulfmeier y quitandole a Bult los binoculares para tenerlo en cuenta. Me quede alli tosiendo y ahogandome con el polvo del rover y ni siquiera se me habia pasado por la mente. Mierda, solo nos faltaba que C.J. se diera cuenta de lo de nuestras tormentas de polvo.

—Con la tecnologia ya se sabe —dije, consciente de que no se lo tragaria—. El transmisor tiene vida propia.

Carson se acerco.

—?Hablas con C.J.? Preguntale si tiene una aerea de la Muralla por esta zona. Quiero saber donde estan las brechas.

—Claro —dije, y volvi a desconectar—. Tenemos un problema. C.J. esta haciendo preguntas sobre la tormenta de polvo. Quiere saber por que el transmisor no se estropeo con todo el polvo del rover.

—?El rover? —pregunto el, y entonces cayo en la cuenta—. ?Que le has dicho?

—Que el transmisor es temperamental.

—No se lo tragara. —Miro con mala cara a Ev, que seguia contemplando las idas y venidas del abadejo—. Te dije que nos traeria problemas.

—No es culpa de Ev. Somos nosotros quienes no tuvimos suficiente sensatez para reconocer una tormenta de polvo cuando la vimos. Voy a volver a conectar. ?Que le digo?

—Que la culpa es del polvo que se mete en el chip —dijo el, regresando a su poni—, no solo del polvo del aire.

Lo que tal vez podria haber funcionado, excepto que dos expediciones atras yo habia asegurado a C.J. que el causante era el polvo del aire.

—Vamos, Ev —me impaciente. El se acerco y monto en su poni, todavia contemplando el lanzabadejo. Quite el dedo de la desconexion—… ase, adelante, Base.

—?Otra tormenta de polvo? —me pregunto C.J. sarcasticamente.

—Todavia debe de quedar algo de polvo en el chip —carraspee—. Sigue cortandose.

—?Como es que el sonido se corta al mismo tiempo?

Porque seguimos llevando nuestros micros demasiado altos, pense.

—Es curioso —continuo ella—. Mientras estabais ahi fuera, eche un vistazo a las meteorologicas que Carson ejecuto antes de que os marcharais. No hay rastro de viento en ese sector.

—El clima tampoco puede explicarse, sobre todo tan cerca de la Muralla —alegue—. Ev esta aqui mismo. ?Quieres hablar con el?

Lo pase antes de que C.J. pudiera contestar, pensando que el sexo no siempre eran tan malo en una expedicion. Al menos le haria olvidar la tormenta de polvo.

Bult y Carson cabalgaban en un amplio circulo a nuestro alrededor para volver a ponerse en cabeza. Los seguimos; Ev seguia hablando con C.J., es decir, escuchaba casi todo el rato y decia «si» de vez en cuando, y «lo prometo». El lanzabadejo tambien nos siguio, realizando el circuito de un lado a otro como un perro pastor.

—?Que clase de nidos construyen los lanzabadejos? —pregunto Ev.

—Nunca los hemos visto —conteste—. ?Que le ha dicho C.J.?

—No mucho. Probablemente los nidos estaran en esta zona —dijo el, contemplando la Lengua. La Muralla llegaba casi a la orilla, y habia unos pocos matorrales en el estrecho espacio intermedio, pero nada que pareciera lo bastante grande para esconder un nido—. Este tipo de conducta puede ser protectora, en cuyo caso el ejemplar seria una hembra, o territorial, y entonces se trataria de un macho. Me ha dicho que los siguen durante largas distancias. ?Han sido seguidos alguna vez por mas de uno?

—No. A veces uno se marcha y aparece otro, como si trabajaran por turnos.

—Eso parece conducta territorial —observo el, mientras el abadejo pasaba sobre Bult. Volaba tan bajo que rozo el paraguas de Bult, y este alzo la cabeza y luego se encogio sobre sus multas de nuevo—. Supongo que no habria forma de conseguir un ejemplar.

—No, a menos que el animal sufriera un ataque repentino —dije yo, agachandome cuando me rozo el sombrero—. Tenemos holos. Puede pedirselo a la memoria.

Lo hizo y paso los siguientes diez minutos estudiandolos mientras yo me preocupaba por C.J. Le habiamos hecho creer que el transmisor podia estropearse con una nubecula de polvo que ni siquiera aparecia en la bitacora, y el dia anterior yo habia sido lo bastante estupido para dejar que el transmisor se la tragara entera, y ni siquiera habia tenido el sentido comun de desconectar. Ahora que desconfiaba, ya no volveria a creerse nada. Probablemente en aquel mismo instante estaba comprobando todos los diarios en busca de tormentas de polvo para compararlas con las meteorologicas.

Bult y Carson contemplaban de nuevo el agua. Bult sacudio la cabeza.

—La defensa del territorio es un rito de cortejo —continuo Ev.

—Como las bandas —dije yo.

—El pez mariposa despeja de guijarros y conchas una zona del fondo del mar para la hembra y luego la circula constantemente.

Mire al lanzabadejo, que rondaba de nuevo el paraguas de Bult. El indigito solto su cuaderno y plego el paraguas.

—Los mirgasazi de Yoan defienden una zona de espacio aereo. Son una especie interesante. Algunas de las hembras tienen plumas brillantes, pero no son las que mas atraen a los machos.

El lanzabadejo paso sobre nosotros para regresar enseguida junto a Bult y Carson. Cuando estaba en plena curva, Bult volvio a abrir el paraguas. El lanzabadejo cayo en mitad de un aleteo y Bult lo atraveso un par de veces con la punta del paraguas.

—Sabia que tenia que haber puesto el paraguas en la lista de las armas —suspire.

—?Puedo cogerlo? —pregunto Ev—. ?Me gustaria saber si es macho?

Bult desplego su brazo, recogio el lanzabadejo, y siguio cabalgando, arrancandole las plumas. Cuando llego a la mitad, se metio el lanzabadejo en la boca y lo partio en dos de un bocado. Le ofrecio a Carson la mitad. Mi companero sacudio la cabeza y Bult se trago el resto.

—Supongo que no —respondi. Me agache para coger una pluma y se la tendi.

El veia masticar a Bult.

—?No deberia haber una multa para eso? —pregunto. —«Todos los miembros de la expedicion se abstendran de emitir juicios de valor respecto a la antigua y noble cultura de los seres indigenas» —recite.

Recogi los pedazos que Bult iba escupiendo, que no eran gran cosa, y se los di a Ev. Mire al horizonte.

La Muralla se curvaba, apartandose de la Lengua, y cruzaba la llanura en linea recta. Mas alla distingui un punado de matorrales y arboles. No soplaba viento y las hojas colgaban flaccidas. Lo que necesitabamos era una buena tormenta de polvo para darle una leccion a C.J., pero no soplaba ni una brisa.

El hecho de que C.J. descubriera lo de las tormentas de polvo no era lo que me preocupaba. Habia intentado chantajearnos para que pusieramos su nombre a alguna cosa, pero eso ya llevaba anos haciendolo. Mi principal temor era que hablara por el transmisor y que el Gran Hermano se enterara. Si empezaban a mirar en el diario, se darian cuenta ellos solitos. No habia forma de que se produjera un berrinche de polvo con este clima. Ni

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