y hasta sus colegas de los Servicios Especiales, el exobiologo, los coordinadores de agua y de forestacion, los ecologos le hicieron saber por distintos medios que su conducta habia sido irracional, quijotesca o estupida.
—?Creias que habias venido de excursion? —le pregunto Gosse.
—No, no crei que venia a una excursion de caza —le respondio Lyubov, malhumorado.
—No entiendo por que hay expertos en esvis que se alistan como voluntarios para una Colonia Abierta. Tu sabes que la gente que estas estudiando va a ser explotada, y probablemente exterminada. Es algo que esta en la naturaleza humana, y sabes que eso no puedes cambiarlo. ?Por que entonces vienes a observar que pasa? ?Masoquismo?
—No se que es la “naturaleza humana”. Quiza sea parte de esa naturaleza humana dejar descripciones de aquello que exterminamos. ?Es tanto mas agradable para un ecologo, realmente?
Gosse hizo oidos sordos.
—De acuerdo entonces, redacta tus descripciones. Pero no te metas en el matadero. Un biologo que estudia una colonia de ratas no tratara de rescatar a la rata mascota cuando las atacan, eso lo sabes.
Lyubov estallo. Habia soportado demasiado.
—No, claro que no —dijo —. Una rata puede ser una mascota, pero no un amigo. Selver es mi amigo. En realidad es el unico hombre en este mundo a quien considero amigo.
Eso le habia dolido al pobre Gosse, que queria ser una figura paterna para Lyubov, y no le habia hecho ningun bien a nadie. Sin embargo habia sido verdad. Y la verdad os hara libres… Quiero a Selver; lo respeto; le salve la vida; sufri con el; le tengo miedo.
Selver es mi amigo.
Selver es un dios.
Eso era lo que habia dicho la viejecita verde como si todo el mundo lo supiera, de la misma manera como hubiera podido decir Fulano es un cazador.
—Selver sha’ab.
Pero ?que significaba sha’ab? Muchas palabras de la Lengua de las Mujeres, el lenguaje cotidiano de los athshianos, venian de la Lengua de los Hombres, que era la misma en todas las comunidades, y a menudo esas palabras no solo eran bisilabicas sino tambien bifaceticas. Eran monedas, anverso y reverso. Sha’ab significaba dios, o ente numinoso, o ser poderoso; tambien significaba algo muy diferente, pero Lyubov no podia recordar que. A esa altura de sus reflexiones, Lyubov ya habia llegado a su cabana, y no tuvo mas que consultar el diccionario que Selver y el habian compilado en cuatro meses de trabajo agotador pero armonico. Claro: sha’ab, traductor.
Era casi demasiado exacto, demasiado a proposito.
?Habia una relacion entre los dos significados? La habia a menudo, pero no tanto como para constituir una regla. Si un dios era un traductor ?que traducia? Selver era en verdad un interprete de talento, pero ese talento solo habia podido manifestarse en el hecho fortuito de que una lengua verdaderamente extranjera hubiese entrado en su mundo. ?Era un sha’ab alguien que traducia el lenguaje del sueno y la filosofia, la Lengua de los Hombres, al lenguaje cotidiano? Pero eso podian hacerlo todos los Sonadores.
Entonces, podia ser alguien capaz de traducir a la vida de la vigilia la experiencia capital de la vision: alguien que sirviera de eslabon entre las dos realidades, consideradas por los athshianos como identicas, el tiempo-sueno y el tiempo-mundo, y cuyas relaciones, aunque vitales, son oscuras. Un eslabon: alguien que podia expresar con palabras las percepciones del subconsciente. “Hablar” esa lengua es actuar. Hacer una cosa nueva.
Cambiar o ser cambiado, desde la raiz. Porque la raiz es el sueno.
Y el traductor es el dios. Selver habia introducido una palabra nueva en el lenguaje de su pueblo. Habia cometido un acto nuevo. La palabra, el acto, el crimen. Solo un dios podia llevar de la mano a traves del puente entre los mundos a un recien llegado tan majestuoso como la Muerte.
Pero ?habia aprendido a matar a sus semejantes en medio de sus propios suenos de duelo y atrocidades, o de los actos jamas sonados de los forasteros? ?Hablaba su propio idioma o el del capitan Davidson? Aquello que parecia nacer de la raiz misma del dolor y expresar el cambo radical de un ser, quiza no fuese sino una infeccion, una peste extranjera, y no convertiria a la raza de Selver en un pueblo nuevo, sino que la destruiria.
No estaba en la naturaleza de Raj Lyubov preguntarse ?que puedo hacer? Por caracter y formacion tendia a no inmiscuirse en los asuntos de otros hombres. Su trabajo consistia en descubrir lo que hacian, y su inclinacion era dejar que lo siguieran haciendo. Preferia aprender a ensenar, buscar verdades mas que la Verdad. Pero aun un alma poco misionera, a menos que pretenda no tener sentimientos, se ve a veces obligada a elegir entre comision y omision. El “?Que estan haciendo?” se convierte de pronto en un “?Que estamos haciendo?”, y acto seguido en un “?Que debo hacer?”.
Ahora sabia que habia llegado a ese punto critico de tomar una opcion, y sin embargo no sabia claramente por que, ni cual era la alternativa.
En ese momento nada podia hacer por mejorar las perspectivas de supervivencia de los athshianos; Lepennon, Or y el ansible habian conseguido mucho mas de lo que el habia esperado ver alguna vez. La Administracion en Terra era explicita en cada comunicacion transmitida por el ansible, y el coronel Dongh, a pesar de las protestas de parte de la plana mayor y los lenadores jefes, estaba cumpliendo las ordenes. Era un oficial leal; y ademas, el Shackleton regresaria para observar e informar. Los informes que se enviaban a Terra tenian algun valor, ahora que este ansible, esta maquina de maquinas funcionaba para impedir la vieja y comoda autonomia colonial, y permitir que uno fuese responsable, en vida, de lo que hacia. Ya no habia un margen de error de cincuenta y cuatro anos. Y la politica ya no era estatica. Una decision de la Liga de los Mundos ahora podia limitar de la noche a la manana la existencia de la colonia a un Continente, o prohibir el talado de arboles, o incitar a la matanza de nativos… nadie podia saberlo.
Las firmes instrucciones de la Administracion no permitian adivinar como funcionaba la liga y que clase de politica estaba desarrollando. A Dongh le preocupaban esos multiples futuros posibles, pero Lyubov disfrutaba con ellos. En la diversidad esta la vida y donde hay vida hay esperanza, era la suma total de su credo, bastante modesto por cierto.
Los colonos dejaban en paz a los athelianos y esos dejaban en paz a los colonos. Un estado de cosas saludable, que no tenia sentido perturbar innecesariamente. Lo unico que acaso pudiera perturbarlo era el miedo.
De momento cabia suponer que los athshianos se sintiesen recelosos y todavia resentidos, pero no particularmente amedrentados. En cuanto al panico que habia cundido en Centralville ante la noticia de la masacre de Campamento Smith, nada habia acontecido que lo reavivara. Ningun athshiano habia dado senales de violencia desde entonces. Y con la liberacion de los esclavos, y la reintegracion de los creechis a los bosques, el constante factor irritativo de la xenofobia habia desaparecido. La tension de los colonos empezaba por fin a aflojarse.
Si Lyubov informaba que habia visto a Selver en Tuntar, Dongh y los oros se alarmarian. Quiza Insistirian en que era necesario capturar a Selver y llevarlo a Central para que lo juzgaran. El Codigo Colonial prohibia que se procesara a un miembro de una sociedad planetaria de acuerdo con la legislacion de otro planeta, pero la Corte Marcial pasaba por alto esas discriminaciones. Podian juzgar a Selver, probar que era culpable y fusilarlo. Davidson vendria desde Nueva Java a prestar testimonio. Oh no, penso Lyubov, guardando el diccionario en un estante lleno a rebosar. Oh no, penso y olvido el asunto.
De este modo eligio sin siquiera saber que habia elegido algo.
Presento un informe breve al dia siguiente; decia que en Tuntar continuaba la rutina de costumbre, y que no habia notado repudio ni amenazas. Era un informe tranquilizador, y el mas inexacto que Lyubov hubiera escrito en su vida. Omitia todo lo que era significativo; la no aparicion de la matriarca, el hecho de que Tubab le negase el saludo, el gran numero de forasteros que habia en el lugar, la expresion de la joven cazadora, la presencia de Selver… Naturalmente, esta ultima era una omision deliberada, pero fuera de eso el informe era bastante imparcial, penso; solo habia omitido las impresiones subjetivas, como es deber de un cientifico. Tuvo una fuerte jaqueca mientras lo escribia, y otra peor despues de presentarlo.
Tuvo muchos suenos esa noche, pero por la manana no pudo recordarlos. Tarde en la segunda noche despues de su visita a Tuntar, desperto bruscamente, y en medio del aullido histerico de la sirena de alarma y el estampido sordo de las explosiones, se encaro, por fin, con lo que se habia negado a ver: que solo el en toda Centralville no estaba sorprendido. En ese momento supo lo que era: un traidor.
Y sin embargo ni siquiera estaba convencido de que aquel pudiese ser un ataque athshiano. Era el terror en