entender la teoria sobre los justos que solo podian ser hombres.
– Los justos no mueren, hijo. Van a otra vida despues de la muerte.
Pense en el limbo del maestro Cristaldo. Alli habia tambien mujeres justas. Mi madre no sabia de ese limbo. Yo no le podia revelar ese secreto.
Algun dia, con el permiso del maestro Cristaldo, yo la podria llevar tal vez a visitar ese limbo que estaba en la cueva de la laguna Piky.
Gente que a fuerza de morir tantas veces, en las lecturas de los libros, habia alcanzado una especie de relativa inmortalidad.
9
En nuestra casa en ruinas no habia puertas ni ventanas. Mi padre la fue restaurando poco a poco con improvisado arte de ebanista y maestro de obras. No habia mas luz por las noches que los candiles de sebo que fabricaba mi madre.
El vapor y la electricidad solo vendrian mas tarde.
«Estamos viviendo el nacimiento de la Revolucion In dustrial en medio de la selva… con un siglo de retraso… -solia decir- en un pais que no ha salido todavia de la edad de las cavernas…»
En realidad, el ruido del tren liliputiense de 1856, replica de la primera locomotora a vapor de Stephenson, era lo unico que marcaba con cierta regularidad el paso del tiempo hacia un presente que todavia no existia, que nunca llegaria a ser futuro.
Sin el ruido del diminuto tren centenario, sin el gran ruido de las inundaciones, los iturbenos no hubieran sabido donde estaban situados.
El periodico ruido del tren les daba la hora y la semana. El fragoroso estruendo de las aguas les marcaba el temblor de tierra de las crecidas de invierno y de las inundaciones que arrollaban las zonas bajas rompiendolo todo a su paso.
Era hermoso ver la fabrica rodeada por las aguas. Un inmenso barco anclado en la bahia de las tormentas.
Cuando comenzaron las zafras en el ingenio, el ruido de las maquinas se sumo a los otros dos provocando al principio cierto pavor en los pobladores.
10
La fabrica crecia lentamente con el trabajo de las mujeres en las olerias, de los albaniles en los andamios, de los peones y cuadrilleros en los caminos, en el tendido de las vias ferreas, en la fantasmagoria del progreso.
Aviadores y mecanicos alemanes e italianos, que llegaron huidos de la Primera Guerra Mundial, se engancharon a trabajar en la fabrica de «la jungla».
Margaret Plexnies, la Gretchen del relato
Su larga cabellera rubia, como una oriflama de guerra, sobre su cuerpo retinto por el sol, la mostraba siempre en la primera linea del combate.
La tuvieron que matar en una emboscada para poder dominar a los hombres.
11
La historia del ingenio de los Bonafe yo la conozco bien. Crecimos juntos. Tenemos la misma edad.
Se desmontaba la selva, se abrian los primeros caminos, se tendio el desvio de la via ferrea hasta la azucarera.
Papa, con su cara comida por los terribles parasitos, paso de peon cuadrillero a las oficinas de la administracion. Los males traen a veces algunos bienes.
Humeaban las olerias por todas partes, dia y noche, en la fabricacion de ladrillos y bloques refractarios para las calderas y la chimenea.
Durante mas de tres anos, casi todas las mujeres del pueblo se conchabaron en ellas por salarios miserables, bajo el rigor de capataces que implantaron el regimen de esclavitud de los yerbatales y obrajes.
Trabajaban en tres turnos durante las veinticuatro horas. Muchas de estas mujeres venian con sus crios amarrados a la espalda en una bolsa.
No tenian mas descanso que una hora al mediodia y otra a la medianoche para darles de mamar y comer ellas su ollita fria de locro y mandioca junto al fogaron de los hornos.
Morian muchos crios y mujeres por fatiga, por deshidratacion, por malos tratos.
Desde su llegada, mi madre se horrorizo ante este triste espectaculo. Formo comisiones vecinales para tratar de aliviar la suerte de estas mujeres en el trabajo esclavo de las olerias.
Luego vino a ayudar a mama la hija adolescente de los Bonafe, que se llamaba Musa Ardo. Se pusieron las dos a proteger a las mujeres de las olerias. Musa se transformo en lider, primero de las mujeres, luego de los obreros de la fabrica y de los caneros de las plantaciones.
Musa era hermosa como la estrella de la manana.
Musa Ardo tuvo que irse de la casa. Pero quedo en Iturbe. Su primer maestro fue Gaspar Cristaldo. Despues fue alumna de Serafina Davalos, a quien iba a visitar a Maciel. Ella le hizo entrar en la facultad. A los veinte anos se recibio de abogada. Volvio a Iturbe y siguio luchando por los trabajadores, hombres, mujeres y ninos.
Musa Ardo Bonafe era hermosa como la estrella de la manana. Era inteligente como Minerva.
12
Cuando mis dos hermanas crecieron y se me pusieron a la par, nuestro juego predilecto era hacer ladrillos. Ellas querian imitar a las mujeres de las olerias. Yo, al capataz dueno y senor.