Un dia a los doce anos de edad, con la complicidad de los obreros foguistas, trepe en el interior de la chimenea por la escalerilla en espiral. Casi no hubo necesidad. El poderoso tiraje me levanto en vilo, chupandome hacia lo alto hasta que el viento de las alturas me golpeo la cara.

Abrazado al pararrayos, habia visto el pueblo mas pequeno que en la foto. El pueblo mas pequeno del mundo.

Vi el humo de las olerias. Como hileras de hormigas, las mujeres transportaban sobre sus cabezas inmensas cargas de ladrillos, recien moldeados, hacia los grandes hornos envueltos en llamas.

Vi una oleria microscopica.

En el patio de casa, mas pequenas e insignificantes que dos hormiguitas blancas, mis hermanas amasaban el barro, llenaban los moldes y los tendian a secar en hileras bajo el sol de fuego.

Habian formado su cooperativa propia. Anos despues se les unio el hermano benjamin. Era un cientifico y un hombre de empresa. El negocio les iba bien. Padre cuidaba de que no se le subieran de nuevo al cadete los humos de su implacable y autoritario capataz.

15

La voz monotona del viejo enumero con el sarcasmo de los que ya nada tienen que esperar:

– En Sapucai los sapuquenos tienen a los leprosos, la salamanca de las bombas. En Iturbe las inundaciones. Las grandes tormentas que hacen volar las casas. Las olerias con el trabajo esclavo de las mujeres. Los trapiches y alambiques de cana clandestina, los ladrones de ganado…

– No vaya a creer, don -le atajo la mujer-. En Iturbe hay tambien algunas cosas buenas. Los iturbenos no son orgullosos. El orgullo es la virtud del que no tiene nada.

Lanzo una bocanada de humo.

– Hay la azucarera de los catalanes Bonafe -continuo la mujer-. Veala usted -le alcanzo una cartulina coloreada-. La primera del pais. Riqueza del pueblo, de toda la nacion. Orgullo de la paraguayidad, dicen los que saben hablar. Hay un gran cuartel de caballeria como de diez cuadras, cuyo jefe es el futuro presidente de la Republica.

Hizo un gesto de reverencia.

– Eso esta muy bien -dijo el viejo, burlon-. Un presidente en el Paraguay no puede ser sino un jefe de caballeria.

– Y esta tambien el gran puente sobre el rio Tebicuary que construyeron los soldados. No esta porqueria de puente remendado, que un dia se va a ir al fondo de la salamanca con todos nosotros hechos bosta.

– ?A que hora pasaremos por Iturbe? -pregunto el viejo.

– A medianoche, seguro -informo-. A veces el tren ni para alli. Salvo que traiga carga para los comerciantes del pueblo o para la azucarera. Iturbe es ya ahora una ciudad. Hay que ver la iglesia de los evangelistas, construida sobre un zocalo de marmol rosa en el lugar donde antes estuvo la laguna muerta de Piky.

Senti el estrujon del corazon isquemico.

En medio de esa laguna muerta el maestro Gaspar Cristaldo habia construido su rancho lacustre. Tenia su canoa atada a un pilote para cruzar la laguna. El transformo ese pantano en un jardin. Cuando el murio volvio a convertirse en una laguna podrida.

Se habia ocultado el sol. Cayeron de golpe las primeras sombras desprendidas del cielo tierno del anochecer. Las chispas bailoteaban entre el humo como cocuyos excitados por el olor de los lenos que se quemaban en la caldera.

Mis recuerdos de Manora eran cada vez mas intensos.

Sexta parte

1

Las inundaciones eran el vicio de Manora.

En la estacion de las lluvias, el rio se hinchaba en su hondo cauce. Enloquecia de remolinos. Desbordaba sobre campos y valles. Podian subir las aguas un metro y mas en una noche.

Solo quedaba fuera de las aguas el islote de la loma alta, Aca-roysa, en el que esta situado el cementerio. En noches de luna la cabeza fria de la loma brillaba como un jardin fantasmal velando desde lo alto el sueno de los vivos.

Las aguas arrastraban islas flotantes de camalotes, vacas muertas, ranchos descuajados de las barrancas. Tambien sabandijas de toda especie. Viboras, zorros, lobos-pe, hasta algun tigre a veces, venian embarcados en los islotes de ninfeas. Habia que andar con la escopeta al hombro. Mi padre mato un onza que quedo agarrado al porton. Permanecio alli pudriendose lentamente hasta la bajante del verano.

El porton estaba harto de sostener en sus lanzas la carrona de la fiera. Era parco para hablar de sus dificultades, pero se le notaba el fastidio que le producia el abuso del onza muerto.

– ?Fuerza, portoncito color de esperanza! -le decia para animarlo-. No hay mal que dure cien anos…

– Dile a tu padre que venga a sacarme de encima este incordio que apesta a culo de vieja.

2

Las canoas y los cachiveos labrados en troncos de cedro o de tataretenian forma de cajas mortuorias. Cuando no se utilizaban para escapar de las crecidas y rescatar a los ahogados, se usaban como ataudes para el ultimo servicio.

Los velorios de los ahogados se hacian en pontones flotantes amarrados a los horcones de los corredores.

En cada casa habia una o varias cajas recostadas en los rincones. Hacian ahi provisoriamente de alacenas para el queso y las longanizas.

Junto a las canoas se hallaban los remos y botadores, las cuerdas de salvamento, los candelabros de arcilla con sus velas de sebo para los velorios.

Hasta los viejos bogaban en sus cachiveos.

Yo tenia mi canoita de dos remos. Papa y mama, una canoa grande de

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