dos plazas, que era su cama de matrimonio.

Mi padre fabrico un ingenioso sistema de poleas y cuerdas que izaba la cama-canoa hasta el techo durante las inundaciones.

A mi me gustaba dormir en mi canoita flotando en el cuarto. Sonaba a veces que iba remando a contracorriente del rio hasta sus nacientes en el lago Ypoa, donde crecen las victorias regias y las flores de trigridia, grandes, rojas, tumefactas como cabezas de decapitados. El lago inmenso como mar donde vive el monstruo, mitad pez, mitad leon, a mil metros de profundidad. El monstruo que nunca nadie habia podido ver.

De alli tambien, a cada invierno, venia la gran vibora de las lluvias que traia las inundaciones. Era un viboron inmenso que volaba entre los rayos y los relampagos y sus mugidos eran mas fuertes que los truenos de las tormentas.

3

En el sueno, esa distancia poblada de fieras, serpientes y saurios de los mas bravos, es una mierdita. Pero en la realidad, eso esta muy lejos, lejisimos. El lugar de donde no se puede volver.

El sitio de la ilusion donde solo es posible desaparecer.

Yo sonaba sin embargo, cuando tuviera la edad de los jovenes heroes, en salir a luchar contra esos dos monstruos y liberar a Iturbe de sus terribles enemigos.

Por las mananas, papa y mama bajaban por una escalerilla y se metian a trajinar por los cuartos y la cocina, con el agua hasta la cintura.

Yo salia a recoger los gallos, pollos y gallinas que se habian salvado en los palos altos del corral. Me seguian alegres la pata y su cria. Los patitos semejaban pimpollos amarillos con patitas doradas entre las flores albas y azules de las ninfeaceas.

Hasta las desgracias tienen sus primores.

4

Todo manoreno se sentia un animal anfibio. Cada uno llevaba apretada en la mano la ilusion de ser alguna vez gente de tierra solamente.

En los velorios se veia a los muertos con un poco de tierra guardada en los punos duros como pedruscos. Querian llevar esa ilusion hasta los entresuelos del camposanto.

Mientras vivi en Manora, la idea de la muerte estuvo ligada para mi a las inundaciones. Las canoas-ataudes esperando en un rincon para llevarnos hasta la orilla de donde no se vuelve.

Esos muertos transportados en canoa hasta la loma del cementerio, era algo que divertia mi mente de nino y borraba el temor a la muerte.

Lo mismo ocurria cuando ibamos a pescar los cadaveres de los troperos de ganado que se caian, borrachos, de la balsa de Solano Rojas, y se ahogaban en el paso del rio donde la correntada es muy fuerte y donde los remansos son muy profundos.

Las veces que podia escapar, yo iba a escondidas.

Sudores, clamores y castigos me costaba esa pesca de troperos enredados entre las plantas acuaticas, en el fondo del canal, hinchados y resbaladizos como peces gordos.

Habia dos grupos rivales: el capitaneado por Leandro Santos, que era el mas fuerte, y el de los mellizos Goiburu, malvados hasta las unas de los pies.

La guerra de pandillas estuvo a punto de costarme la vida. Los mellizos Goiburu intentaron ahogarme en lo mas hondo del rio.

Nunca vi un odio igual en muchachos que no contaban mas de doce anos. Cuando estos pelafustanes sean grandes no podran ser menos que asesinos, pense.

Por desgracia, el pronostico se ha cumplido.

5

Para enganar a mis padres yo traia la canoa llena de orquideas silvestres recogidas en los riachos y las regalaba a mi madre como recuerdo de mis excursiones nauticas.

No siempre el recurso era eficaz y el castigo venia igual, debido a las moneditas que nos daba el pasero. Mi padre las encontraba infaliblemente en el bolsillo de mi pantalon. Los cinturonazos hacian volar las monedas y me dejaban ardiendo el trasero.

– ?El gran buceador dedicado a la industria del cadaver! -vociferaba mi padre redoblando los golpes.

6

Muchas jovenes y hasta las ancianas de entonces se llamaban Ninfas o Nenufares.

Se parecian a las plantas.

Yo tenia una prometida de mi misma edad, que se llamaba Nenufar. La llevaron las aguas.

El cura Orrego dijo que era un pecado de gentiles poner nombres de plantas a las recien nacidas en lugar de los nombres del santoral. Por eso Dios las castiga y la creciente las lleva en sus tolondrones, que a saber adonde van a parar.

Termino la moda de los nombres acuaticos. Entonces comenzo la moda de los nombres del santoral, que se imponian a los ninos de ambos sexos en la pila del bautismo.

Los manorenos empezaron a llamarse como los santos martires, como los emperadores romanos y las Santas Virgenes, como los Santos Apostoles y la caterva de sanbiquichos del almanaque Bristol.

Cada uno cargaba de por vida el nombre del santo del dia de su nacimiento.

Algunos habia muy pesados y molestos de oir.

7

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