y yo no la podia albergar en mis entranas infantiles.

15

Supe en aquel momento que esa mujer agonizante era un ser absoluto.

El flujo de sangre que la iba vaciando de vida, empapando las cobijas, la lenta marcha de la zorra, la fugacidad del universo que caia sobre nosotros con el peso llameante del sol, el llanto de padre, que mugia como un buey degollado, hacian flotar a madre fuera del mundo.

Me incline sobre ella. Le di un largo beso sobre la mojada frente.

Habia un oraculo en aquel beso:

– Madre, tu no moriras… No te puedes morir… Dios y tu sois la misma persona… Dios no puede morir… Tampoco tu… ?Me oyes? ?Tampoco tu!

16

Observaba a mi padre y veia que el sufrimiento moral, la humillacion y la impotencia tambien le estaban matando. No cejaba sin embargo en su esfuerzo sobrehumano de hacer avanzar el movil con el vaiven de la palanca.

– Los pobres, don Lucas, no tenemos derecho a enfermarnos… -habia dicho el patron cuando mi padre se volvio para irse, crispado, cardeno el rostro, henchido todo el en un sollozo gigantesco que se negaba a estallar.

Aun veo las manos como garfios de mi padre a punto de dispararse y cerrarse sobre el cuello del patron.

Iba a estrangular esa sonrisa benevola que encerraba tan despiadada indiferencia. -?No… papa!… -grite en lo hondo de mi.

17

Pachico cayo desvanecido de fatiga sobre el piso de la zorra. Padre siguio moviendo la palanca sin variar el ritmo isocrono con la precision de un metronomo.

Ese hombre que se combaba alli en el movimiento de vaiven, los ojos secos, fijos en su companera, ya no era un ser humano.

Era un espectro con el poder sin limites de la desesperacion.

18

El atardecer se hizo noche de repente. En el lugar ocupado por el rostro de mi madre, se alzaba ahora una sombra lunar.

Tome y aprete fuertemente la mano casi helada. La aprete con tanta fuerza que en los labios exangues de mama se insinuo un rictus de dolor, pero, a la vez, de alivio del sufrimiento mas grande que la consumia.

19

Llegamos a Villarrica a medianoche.

En un inesperado gesto de desagravio, el patron habia ordenado por telegrafo a una cochera de alquiler de la ciudad que pusiera a disposicion de mi padre un lando por el tiempo que lo necesitara.

En el lando, que nos esperaba a la salida de la estacion, nos fuimos directamente a casa del doctor Enrique Dominguez. La ciencia, la humanidad, el fervor de su profesion salvaron a mi madre. Y por que no decirlo, salvaron tambien la vida de mi padre.

20

Cuando uno se pone a pensar en estos recuerdos, ellos se ponen reflexivos y lo piensan a uno.

Porque… ?debo decirlo aqui? ?Como se puede contar lo ocurrido hace tanto tiempo? ?Como se puede contar lo que acaba de suceder?

La memoria del presente es la mas embaucadora.

El relato no hace mas que relatarse a si mismo.

Lo importante no son las palabras del relato sino el hecho que no esta en las palabras del relato y que precisamente rechaza las palabras.

Deberia contarse un relato como en la tradicion oral. Alguien cuenta algo mientras otro va escribiendo lo que la memoria sonadora oye por debajo de las palabras.

Mejor aun contar hacia atras. Hacerlo poco a poco pero de inmediato. Algo como la luz de un relampago, de flujo lento y fijo. El fulgor detenido en la oscuridad anula las edades. Lo convierte a uno en el contemporaneo de los hechos, de los personajes mas antiguos o aun no llegados.

21

Ser el mas infame de los personajes, pero tambien el mas noble de los que pululan en las historias fingidas. Ser al mismo tiempo hombre, mujer, androgino. El sexo total vuelto del reves.

La infinidad de seres, de generos, en que puede desdoblarse el ser humano.

Si cuento hacia atras, me convierto en mi antecesor. No soy mas que mi abuelo de siete anos. Un abuelo pequeno en los recuerdos. Hablador en lo callado. Asi siempre, hacia atras, hacia atras.

La interminable sucesion de abuelos de siete anos, de seis anos, de cinco anos, cada vez mas pequenos, hasta que el ultimo desaparece en el utero.

El embrion humano se encoge. Se hace una bola. Flota en la placenta.

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