6
A lo lejos, en la curva que contornea la laguna, se iba perdiendo la lucecita trasera del tren. El punto rojo desaparecio.
A partir de ese momento, no supe a donde ir. Me movia como un automata. El dolor de la chapa acanalada del vagon en ruinas me punzaba el hombro con un dolor lejano.
Empece a caminar a la deriva. Descubri que iba andando por el viejo terraplen, en el que trabajo mi padre, medio siglo atras, cuando no era mas que un peon para todo servicio, durante la construccion de la fabrica.
Mis pasos se orientaban a ciegas, pero con seguridad. Los ojos y los oidos no veian ni oian nada. Salvo el murmullo de las casuarinas. No olia nada, salvo el aroma de los lapachos en flor.
El olor de melaza fermentada del ingenio empezo a llegarme como desde otro tiempo.
No era epoca de zafra. Se oian ruidos fantasmas. Imagine el ingenio tumbado como un pesado buey a orillas del rio.
El terraplen llevaba a las casas del ingenio, una de las cuales habia sido la nuestra.
Entraria furtivamente por el portoncito verde antes de que nadie se percatara de mi presencia, como cuando era un muchachuelo.
7
Mientras caminaba en lo oscuro, iba pensando en el porton verde.
Lo contemplaba en mis recuerdos. Seguramente habra desaparecido, pense, como tantas otras cosas de aquel tiempo. Ahora me parecian borrosos periodos de fiebre.
Ese pequeno porton verde abre y cierra esta historia.
No puedo entrar en el Manora de aquel tiempo si no es por ese cancel plantado sobre la raiz firme de las cosas. Estaba alli, en el traspatio de la ruinosa casa que nos dieron para habitar, a cincuenta metros de la barranca del rio.
Si todavia estaba alli a despecho de los anos, de las inclemencias del tiempo, de los hombres, de los infatigables comejenes, del sol al rojo blanco que calcina hasta las piedras, ese porton tendria ahora mas de cien anos.
Su pintura verde corrugada, su madera llena de grietas, parecia sin embargo intacta y cambiaba de color segun los estados del tiempo.
Mi madre sabia, observandolo, cuando iba a llover. Anunciaba tormentas, sufrimientos, muertes; pero tambien las alegrias de la vida, la visita de algun ser querido.
Cuando mi padre le echaba cadena y candado, el porton se volvia violaceo de bronca. Solo recobraba su color natural cuando la serenidad devolvia a mi padre la sonrisa, y este le sacaba del cuello la pesada cadena y el candado.
Entonces el porton me dejaba salir.
8
Ese porton estaba alli desde antes de la construccion de la fabrica; al menos antes de que yo naciera.
La casa que nos dieron para habitar fue la primera que existio en el lugar deshabitado y boscoso. Mi padre se ingenio para restaurar la ruina abandonada y hacer de ella un albergue habitable.
No quiso tocar por entonces el porton verde. Decidio cercar y amurallar al patio trasero que daba al rio. Yo tenia dos anos. «Pero va a crecer -decia a mi madre-, y entonces la tentacion del chico sera la barranca y el agua embrujada del rio.»
Cuando el rio estaba bajo, la barranca de asperon tenia alli siete metros de altura. En el fondo se arremansaban las aguas de un remolino subterraneo. Una roca puntiaguda como un cuchillo emergia del remanso apuntando al cielo.
Fue siempre el terror de mi padre, acompanado por la angustia de mi madre. Me veian ya ensartado en el cuchillo de piedra, como ya habia ocurrido con otros chicos del pueblo. Y no se les ocurria como evitarlo.
– Tendremos que mudarnos a otra casa -suplicaba mi madre-. A un rancho del pueblo.
– Tiempo al tiempo -dijo mi padre.
Lo unico que hizo fue plantar alrededor de la casa una empalizada de amapolas, reforzada con alambradas de puas que prefiguraban un campo de concentracion o una trinchera.
Encadeno al porton. Poco a poco se olvidaron de el. La gente no puede vivir sola todo el tiempo, sin tener alguien con quien comunicar sus pesares, sus secretos mas intimos.
El porton se hizo amigo mio.
9
Un chico volvio a ensartarse de cabeza en la roca puntiaguda.
El nuevo accidente renovo la angustia de mis padres. El porton no podia quedar cerrado todo el tiempo.
Padre clausuro definitivamente el porton con doble juego de cadena y candado. A partir de ese momento el porton se sintio poseido por la dignidad de sus funcionas. Un poco neurotico, pero en el fondo de sana y generosa madera, cobro su autoridad plena.
10
Como en una niebla recuerdo aquella malhadada manana del picnic campestre que organizaron mis padres para celebrar el aniversario de sus bodas y el de mi decimotercer cumpleanos, al que yo falte.
Las fotos que papa y mama se hicieron sacar por un fotografo