de los mesianicos -como ya se llamaban a si mismos- mientras Kunner, de un modo que nadie se habria explicado, reclutaba adeptos que ocupaban, tal vez sin saberlo, puntos importantes en lugares fundamentales para sus intereses

Gentes como Darian, director de un periodico de escasa tirada que, de pronto, vio incrementado su capital hasta poderlo convertir en el segundo rotativo del pais. Gentes como Rumig, redactor jefe de una de las emisoras mas importantes; como Gadarz, subdirector del Banco de Credito Economico. Todos ellos hombres que no habian llegado a la cumbre de su profesion pero cuya ambicion les podia conducir a no reparar en los medios de conseguirlo. De todos ellos se aprovecho Kunner para incorporarlos a su movimiento, haciendoles concebir la esperanza del dia en que el poder pudiera pasar a sus manos por los medios que fuera.

Las reuniones periodicas de los mesianicos hicieron que Prague pudiera soportar mejor el trabajo lento y agotador del montaje de la monstruosa calculadora. Tal vez sin darse el mismo perfecta cuenta, aquel trabajo, con toda su minuciosidad y las horas que tenia que dedicarle diariamente, paso a ser un elemento secundario en su vida. Lo importante venia luego, cuando encontraba a Kunner y a los companeros y, juntos, daban forma a ese mundo que Kunner les habia convencido de que seria mejor para todos. Mas justo, mas cruel tambien, tal vez, pero con un conocimiento comun y ciego de que las cosas y los hombres deberian ocupar el lugar que les correspondia en su orden preestablecido de valores. Unos valores que, ademas -y esto es lo que atraia mas a Prague y a muchos de los otros, sin saberlo- no estaban designados por un azar de la tecnica, sino siguiendo una escala esoterica, casi magica. Unos -ellos- eran los elegidos, los que serian poderosos, los que gobernarian. Los otros -la gran masa- los que serian gobernados, los que no tendrian posibilidad de elegir, porque los mesianicos habrian ya elegido por ellos. Y, por ultimo, los que quedarian automaticamente borrados de la sociedad, los seres inferiores, los amarillos, los negros, los semitas, los gitanos, los enfermos, a los que la estructura de ese mundo futuro con que sonaban les tenia reservada la lenta desaparicion. Kunner lo habia dicho claramente: -Quedan aun en el mundo grandes extensiones de terreno baldio… Las convertiremos en reservas, para que la escoria se autoaniquile en ellas, sin posibilidades de reproduccion…

***

El ordenador comenzo a instalarse en los sotanos del Instituto de Historiografia. Tardaron mucho tiempo en encontrar el lugar idoneo para su emplazamiento. Tenia que ser una sala enorme, porque las dimensiones de la maquina serian muy superiores a las de todas las computadoras que se habian construido hasta entonces. Necesitaba igualmente unas condiciones constantes de temperatura y humedad, cuya minima variacion podria alterar la eficacia de los millones de circuitos. Por ultimo, por las exigencias conjuntas del Gobierno y del profesor Granz, la maquina debia instalarse en un lugar cuyo acceso permaneciera vedado a todos aquellos que no formasen parte de su estructura. Naturalmente, todos aquellos factores eran dificilisimos de conjuntar y, cuando finalmente se eligio aquella sala de los sotanos del instituto de Historiografia, hubo que adaptarla aislando totalmente los muros e instalando en las cercanias varios termostatos que mantendrian la gran sala en condiciones constantes de temperatura y humedad.

Prague y Dugall trabajaron en aquella sala durante seis anos. La monstruosa estructura del computador exigio que cada elemento fuera construido por separado, porque todo el constituyo un diseno totalmente distinto a cuantas calculadoras se habian construido hasta la fecha. Las mismas cintas magneticas tuvieron que hacerse de un tamano fuera del standard, para que pudieran albergar con comodidad y en el minimo espacio la cantidad ingente de datos que constituiria la memoria electronica de la maquina. Millones de circuitos de transistores repartirian los datos de la memoria en doce cajas metalicas, cada una de las cuales albergaria toda la informacion correspondiente a un milenio. Estas cajas metalicas tardaron, cada una, cuatro meses en ser instaladas a lo largo de la pared frontal del sotano del Instituto. Y, cuando la estructura de la memoria estuvo colocada, Prague y Dugall tardaron aun un ano mas en conectar todos sus circuitos a la gran central distribuidora de la memoria.

Cada cierto tiempo, siempre corto y siempre molesto, Granz o algun alto miembro del Ministerio de Defensa aparecian por el sotano -siempre guardado por fuerzas de la Seguridad del Gobierno, ante las que cada vez se tenian que exhibir los documentos- y esas visitas suponian para Prague un alto en el trabajo y una molestia, por la costumbre de fisgonear que, pasado el tiempo, se iba haciendo constante, sobre todo en el viejo historiador, que no veia el momento en que su Obra -como la llamaba ya, adjudicandose casi su construccion -se viera terminada. Las preguntas impertinentes de Granz eran siempre las mismas y Prague aprendio a lo largo de anos que era mejor contestarlas que perder la paciencia con aquel hombre que, ya de por si, aparecia como el mas impaciente de cuantos, con relacion a la maquina, se mantenian en contacto mas o menos constante con el ingeniero.

– ?Cuanto falta?

– No estara listo antes de dos anos, profesor…

– Deberia usted quemar etapas…

– No quedan etapas por quemar…

Y siempre la salida del profesor era una salida preocupada, como si temiera no llegar a tiempo de algo de suma importancia para el.

– ?Pero por que esa impaciencia? -pregunto Dugall.

Prague habia tenido tiempo de formar su composicion de lugar. Para el, ahora, despues de haber cambiado impresiones con Kunner sobre aquel misterio que envolvia la construccion del computador electronico, las cosas estaban claras.

– Es una medida propagandistica del Gobierno. Se trata de dar un elemento colosal de cultura y se trata, al mismo tiempo, de no mostrar la tremenda cantidad de dinero que va a costar. Manteniendo el secreto de su construccion, se le dara publicidad cuando este en funcionamiento y entonces, nadie preguntara cuanto tiempo y dinero costo la computadora. La computadora estara ahi, al servicio de lo que ellos llaman cultura y el Gobierno habra ganado una baza inmensa ante sus electores…

Dugall se encogio de hombros.

– Pero el profesor Granz… ?Es el el verdadero dueno de esto!…

– El lo disfrutara, ciertamente. Y, a su muerte, lo disfrutaran otros. Su impaciencia viene precisamente de esto. El viejo Granz teme no llegar a tiempo de gozar de su juguete…

Y Prague paseo la mirada por la alucinante red de colores que llenaban el piso y el techo, esperando el momento de entrar en los cubiles de las cajas. Habria querido tener su pequena venganza en aquello, precisamente: en que el profesor Granz hubiera muerto antes de que la mastodontica computadora estuviera terminada. Pero la salud del viejo parecia estar tan fuera de dudas como la inexorable realidad de que la computadora, lentamente, iba tomando forma. Y, con ella, tomaba forma igualmente el odio de Prague hacia una forma de gobierno que permitia aquel gasto de tiempo y dinero en cantidades astronomicas para servir a una ciencia tan caduca como la historia.

Confeso a Kunner el odio que iba acumulando y Kunner rio con aquella risa casi sadica que habia enervado a Prague la primera vez que la escucho:

– ?Pero Prague, camarada!… ?No estas haciendo un trabajo inutil!… La computadora podra tener otros empleos, ?no es cierto?

– Podria emplearse en mil cosas mas importantes que aquella a que la han destinado. Practicamente, con la red de circuitos y la memoria que tendra, podria regir sin fallos a todo el pais.

– ?Magnifico! Tambien nosotros emplearemos maquinas, ?por que no?… Emplearemos cualquier cosa que nos sea util. Y tu computadora lo sera, Prague… ?lo sera!

La extrana comunidad mesianica de Kunner crecio con la computadora de Prague y estuvo lista para entrar en accion al mismo tiempo que la maquina.

Faltaban diez minutos para las nueve. Y una hora y diez minutos para la cita con Kunner. La cita en la que tendria que decidirse si, en aquel mismo instante, se pasaba definitivamente a la accion directa que el mesianico jefe habia estado preconizando durante anos y aplazado dia a dia, hasta que el momento propicio hubiera llegado.

Ahora, el momento era propicio, efectivamente. Tenian la seguridad de que, en media hora, podrian controlar los puntos clave de la capital. Y que, con un golpe de fuerza espectacular -una fuerza que habian ido reuniendo en el mas absoluto secreto- caeria el Gobierno y comenzaria una nueva vida que el mismo Prague no sabia exactamente en que iba a consistir, pero que significaria, al menos, un cambio fundamental frente a lo que se habia estado soportando hasta el momento. Habria muertes -nadie lo dudaba y el mismo Kunner lo habia avisado

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