Usted ya conoce la maquina computadora que emplea nuestro cuerpo de policia…

– La construi yo mismo, profesor -dijo Prague, impaciente.

– Lo sabia. Por eso fue usted el encargado de construir esta. Recapitulemos: la maquina computadora del cuerpo de Policia ha ido reuniendo en su memoria todos los delitos que han tenido lugar en el pais desde hace diez anos. Y ha sido tan eficaz su labor, que hoy la policia puede prevenir los delitos que van a suceder. Se penso, por lo tanto, en una maquina mucho mas potente, con una finalidad mucho mas amplia… y tambien infinitamente mas importante para la Humanidad.

Se aclaro la garganta y senalo el computador.

– Aqui han sido introducidos con la maxima exactitud todos los acontecimientos historicos que, en uno u otro sentido, han marcado fechas de extrema violencia para la Humanidad. Con una exactitud absoluta en el tiempo y en el espacio han sido consignados en las tarjetas perforadas. Ahi, senor Prague, estan las fechas exactas de las matanzas de semitas por los egipcios; los lugares exactos de los emplazamientos de los circos romanos en las fechas justas en que fueron martirizados los primeros cristianos; la fecha y el lugar del asesinato de Julio Cesar; de Miguel Servet; el lugar donde se fraguo la Revolucion Francesa y cada uno de los sintomas que llevaron a su explosion y al Terror; la fecha y el lugar del asesinato de Lincoln, de Kennedy; el lugar del emplazamiento de los campos de exterminio, de Auschwitz y de Buchenwald, la fecha de las matanzas de Katyn; las fechas y los lugares de todas las batallas de la Humanidad; el emplazamiento exacto de las matanzas de Sharpeville; el incendio del Reichstag; la revolucion rusa; las fechas y la situacion de todas las manifestaciones racistas de la Humanidad, desde la epoca sumeria hasta la White Defence League; las explosiones antinegras de los Estados Unidos del Sur, con determinacion del dia exacto y del lugar donde sucedieron…

El profesor se detuvo y senalo ampliamente las secciones de la computadora, ahora en silencio.

– Eso es todo, senor Prague.

Nuevamente cambio una mirada con el Ministro, el cual, a su vez, hizo una sena al agente de la Seguridad Internacional. El agente asintio y puso en contacto el radiotelefono. Prague, sin comprender aun, miro alternativamente al ministro y a Granz, que en este momento extraia de su bolsillo interior una nueva tarjeta. Su mano temblaba al tendersela a Prague.

– Aqui, senor Prague, esta la unica pregunta que le haremos hoy a la computadora. Probablemente tardaremos mucho tiempo en poder comprobar la autenticidad de su respuesta, pero nos servira de pauta para nuestro futuro trabajo. La pregunta es: ? cuando y donde se manifestara el proximo estallido de violencia totalitaria en el mundo?… Plantee la pregunta, senor Prague.

Por un momento, la tarjeta vacilo en manos del ingeniero. No, no podia ser. La maquina no seria nunca capaz de ser adivina. El la habia construido y lo sabia, ?lo sabia con exactitud! Pero, en la fraccion de un segundo, su mano habia temblado. Sus ojos trataron de evitar en ese segundo los ojillos miopes de Granz, pero se repuso inmediatamente. La maquina nunca podria prevenir el curso de la Historia, a menos que la Historia fuera un encadenamiento de acontecimientos unidos por un destino inexorable.

Prague introdujo la tarjeta-pregunta en el ordenador. Conecto. Por un instante que a Prague se le hizo largo como una hora mas, las luces de la computadora se encendieron y se apagaron, las cintas magneticas buscaron el lugar exacto de la memoria que tenian que sacar a la luz. Y, en el interior los circuitos se pusieron en funcionamiento.

Los ojos de todos se volvieron insensiblemente hacia la maquina grabadora de las respuestas. Prague dio unos pasos hacia ella y su hombro tropezo con el hombro de Granz, que se estaba acercando en silencio.

De pronto, las teclas de la grabadora se movieron rapidamente, imprimiendo sobre el papel continuo primero una fecha: veintisiete de octubre de…

– ?Es hoy mismo… -grito el profesor. El ministro se lanzo sobre la grabadora, mirando el siguiente dato que iba a ser impreso.

La grabadora marco unas cifras: grados, minutos, segundos y decimas de segundo de longitud Norte. Grados, minutos, segundos de latitud Oeste.

E inmediatamente una hora: 10'45 a.m.

Prague sintio que las piernas le flojeaban, mientras el Ministro arrancaba violentamente el trozo de papel y se lanzaba hacia el agente gritando:

– ?Es aqui mismo, en la ciudad!… Rapido, comunique usted estas coordenadas y que se localice el lugar. Que este preparada la fuerza de Seguridad: queda media hora escasa para…

Prague estaba junto a el y con su mano impidio que el agente descolgase aun el microtelefono. Tenia un nudo en la garganta al decir lentamente:

– No se molesten en buscar el lugar, yo se lo dire: los sotanos del bar Las Columnas, en la interseccion de la calle veintiocho y la novena avenida…

LO PUESTO Y UN PARAGUAS

Jan Harzog, conocido en el mundo del hampa por El Castanas, salio del penal el 8 de mayo, despues de haber cumplido cinco anos, convicto -y nunca confeso- de haber participado en el robo con escalo de unos grandes almacenes de la capital.

Y nunca confeso su participacion en el robo porque sabia que el no habia tenido nada que ver con aquello, aunque le fue imposible probarlo y sus supuestos complices se negaron a eximirle de la responsabilidad que solo a ellos atania. Jan El Castanas fue declarado culpable y purgo una pena por algo que no habia cometido. Pero lo tomo con resignacion, porque no era la primera vez que le sucedia. A los siete anos le dejo su padre sordo de una paliza por algo que habia hecho su hermano. A los quince, le metieron en un correccional por haber violado a una muchacha con la que no habia estado nunca y de la que sabia positivamente que coqueteaba -con todas sus consecuencias- con el primero que le ensenaba un billete. A los veinticinco tuvo que pasar dos anos escondido en una buhardilla porque los amigos del barrio le acusaban de haber dado el soplo de un golpe del que no tenia la menor idea, y le perseguian con el proposito de cortarle algun miembro. Entre los veintisiete y los cuarenta conocio a toda la gente del Hampa de la capital y, gracias a esos conocimientos, pudo ir malviviendo al tiempo que perdia la poca fe que le quedaba en la Humanidad. Tres dias despues de su cuadragesimo aniversario le pesco la policia, y ahora, un dia antes de cumplir los cuarenta y seis, le dejaron en la calle de nuevo, le devolvieron sus ropas y el viejo paraguas que eran toda su pertenencia en este mundo, y le entregaron un certificado en el que se hacia constar que, durante sus cinco anos de estancia en el penal, habia observado una conducta intachable.

A la puerta del penal, el Castanas observo durante largo rato la carretera, pensativo. Hacia el este, conducia a la capital. Hacia el oeste, se alejaba de ella. Y Jan decidio alejarse de cuanto habia sido su vida con anterioridad a los cinco anos pasados en el penal. Estaba harto de los que habia tenido por amigos, estaba harto de los tugurios de mala muerte donde se pasaban las horas preparando golpes que nunca le habian sacado de la miseria. Estaba harto de las callejuelas de malos olores y de todos sus habitantes. Estaba harto del mundo, tan harto, que se habria tendido en la carretera para esperar el paso de un camion que terminase de una vez con todo. Pero prefirio por fin concederse una ultima oportunidad y echo a andar apoyandose en su viejo paraguas en la direccion que le alejaba de la capital.

Durmio en la cuneta de la carretera y paso frio. Y, a la manana siguiente, sintio un hambre que le corroia el estomago. Camino de prisa durante una hora, para darse calor y, al cabo de ese tiempo, recordo que aquel era el dia de su cumpleanos -cuarenta y seis- y vio la cerca de una granja y un hombre que trabajaba solo la huerta frontera a golpes de azadon.

Se acerco a el y, con la cara mas alegre que pudo recordar, le comunico dos cosas: que cumplia los cuarenta y seis aquel dia y que tenia hambre. Y anadio:

– ?No podria ayudarle en algo, a cambio de un poco de comida?

Al hombre le hizo tanta gracia escuchar algo tan absurdo que le dio trabajo.

– Mire, amigo: alla atras, en la colina, ?lo ve?…

– Si, senor…

– Bien, hace asi como cuatro anos que no siembro. Hay que remover la tierra cosa de medio metro, desmenuzarla y nivelarla. Cuando haya terminado me avisa.

Y alla a la colina se fue Jan el Castanas, dispuesto a ganarse el sustento. Cavo la tierra durante dos horas y

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