usureros y gestores de los suburbios, disponia sobre las figuras menos sospechables del poder judicial.
– Seran lo que seran, pero lo que no se les puede negar es que son gente de palabra… -Habia justificado un abogado de Sheraton.
Otro enigma eran esas cooperativas financieras que se sabia ligadas al partido comunista. ?Como fue posible -se preguntaba- que con todo el poder y el apoyo que los militares tuvieron durante tantos anos de gobierno, los hayan dejado seguir haciendo sus maniobras…? Eso no podia explicarse por el mero hecho de que fuesen 'gente de palabra'.
Lo que ahora si podia explicarse era por que su jefe hacia negocios con ellos: aquel mediodia habia terminado de convencerse de que, a la hora de compartir una actividad, a igualdad de ganancias, la gente como el Mecanico siempre elegiria asociarse con los que peor calana parecieran representar.
– Cuanto mas sucios sean, mejor para ellos… -Pensaba el Gerente y lo confirmaba viendo las sonrisas de complacencia de su jefe y los socios ante las guarangadas de las tetonas y del grupo de usureros comunistas que, tal como habia adivinado, ya estaban comiendo queso y jamon en el borde de la pileta y ofreciendoles los platos a una pareja. Estaban agachados con el agua al cuello como si nadaran pero mantenian con una mano en alto sus copas de vino blanco, o de champan. Debia ser champan.
El jamas se meteria en una pileta donde simulaba nadar gente como aquella. Calculo que varios no se habian duchado antes de zambullirse. Todos estos son iguales, penso despues, mirando a las decenas de invitados y al personal, entre los cuales no pudo reconocer la menor huella de desagrado o de reproche. Por el contrario, todos parecian disfrutar de la situacion, desde el animador que haria de maestro de ceremonias -un periodista de la TV Cultural- hasta dos tipos que acababan de pasar a la terraza vestidos con trajes de gabardina y anteojos oscuros y todo indicaba que serian custodios de algun invitado.
Debian ser trajes de Armani. Conocia esa gabardina color tabaco virginia de un amarillo subido que nadie elegiria en una muestra de panos de su sastre, pero que una vez cortadas por esa marca y exhibida en sus vidrieras del shopping tentaban a comprar.
El jamas elegiria un traje asi. Son prendas que no se pueden repetir dos o tres dias seguidos. Seria un traje para ocasiones aunque estos custodios debian usarlos para todas sus salidas al aire libre. Seguramente eran policias prestando servicios fuera de hora. Ambos parecian profesionales. Eran giles y a pesar de su ostentoso disfraz de custodios se movian entre la gente con mas decoro que lo habitual.
Conociendo las rutinas del personal de seguridad americano que aparecia por Sheraton en cada encuentro diplomatico, era evidente que aquellos dos expertos estaban realizando lo que en su jerga llamaban un fielding: la observacion de un terreno antes de que sus companeros facilitasen el acceso a las personas que debian proteger.
El tambien estaba haciendo su fielding. Cualquier subalterno, las chicas de promocion y los mozos contratados para el evento imaginarian que estaba supervisando su evolucion. Por eso trataba de sonreir y de mostrarse ocupado y satisfecho pese a su malhumor.
Pero en realidad, no tenia nada que hacer. Lo habian acordado la tarde anterior:
– A las once de la manana, cuando todos los contratados esten en sus cargos, si no pasa nada raro, nosotros desconectamos los celulares y empezamos a funcionar con piloto automatico. Que laburen los de cocina, el personal de atencion de mesa, las promotoras, el animador, los sonidistas y los numeros del show. Nosotros, a joder y a festejar a la par de los invitados…! -Habia resumido el Mecanico y todo el personal asintio.
Pero el gerente no tenia motivos para festejar. Segun lo convenido, antes del almuerzo vestiria su short a rayas y el kimono de toalla: salvo los custodios, algun viejo y una gorda de piel muy blanca del diario La Nacion, todos estaban en trajes de bano y alrededor de la pileta. La gerencia quedaria en suspenso por unas horas: si no se cambiaba ya mismo, confirmaria su papel de 'cagon'.Ser 'empleado' y 'cagon': nunca imagino que viviria una situacion tan desgraciada.
La desdicha del 'cagon' es temer mientras los demas hacen. Temer, en este caso, es un no hacer que produce mas que cualquier accion que se ejecute, y aunque parezca una de las formas en que se manifestaria la duda, es todo lo contrario. El temor que pretendio haber visto su jefe cuando lo llamo 'cagon' era una forma consumada de la certeza: la extrema certidumbre sobre el propio destino de fracaso e infelicidad.
El gerente no alcanzaba definir la idea que lo volvia a rondar cada vez que evocaba sus anos de carrera en Sheraton. Tenia bien clara -lo habia terminado de aprender ahora, y con dolor- la diferencia entre una corporacion americana y una sociedad de aventureros argentinos.
Alli a nadie le habrian infligido la humillacion de recordarle que era un empleado, y no solo porque todos - hasta el mismo presidente- se imaginaban empleados, sino por algo que tampoco terminaba de definir y tal vez fuese la vigencia de un acuerdo tacito en contener el nivel de humillacion en un marco de cortesia y discrecion institucional.
Como el amor de madre que evocan los que no la tienen a su alcance, esta experiencia corporativa es una de tantas sensaciones sin nombre que cuanto menos pensadas y peor definidas se lleven por la vida, mas inexorablemente pesan sobre las personas.
Pero el no pensaba en su madre. Estaba cambiandose en el vestuario mientras controlaba por el ojo de buey de la puerta que daba al sauna: temia que algun invitado se metiese alli y, justo ese mediodia de tanto calor, tratando de poner en marcha las estufas, produjese una catastrofe. Tambien temia que hubiera alguna confusion entre las gavetas o que, al retirarse, algun invitado dijera que le faltaba algo. Se probo el kimono -no le quedaba mal- y se miro al espejo. En ese momento aparecio el tipo desnudo. Era uno de los custodios que habian andado haciendo fielding y estaba abriendo el bolso de obsequio y miraba su kimono y su short. Era alto: le llevaba mas de una cabeza y no pudo evitar bajar la vista y mirarle el pene, grande e inusualmente largo. En contraste con su cuerpo, uniformemente bronceado hasta los mismos gluteos, el pene tenia la piel rosada, como de bebe, y muy poco pelo. Tal vez a causa de su musculatura marcada por el deporte o las artes marciales que debia dominar, le parecio que tambien en su sexo tenia algo atletico, pero no se atrevio a confirmarlo: eso habria requerido que lo volviese a mirar y el tipo -que sin duda era un oficial de policia- podia interpretarlo mal.
En cambio le miro los musculos de la espalda y los brazos. En el izquierdo, alrededor del biceps, tenia un elastico amarillo que fijaba un pequeno receptor. Penso que seria una radio pero cuando el tipo terminaba de vestirse, se oyeron unos bips y comprobo que se trataba de un celular en miniatura.
Apoyaba la oreja contra el brazo y hablaba. Mencionaba a un tal Pablo Suarez: el gerente no pudo determinar si era su nombre, el de su interlocutor o el de un tercero al que se referian en la conversacion.
Decia que en la terraza estaba todo claro y despejado y ordenaba que cuando llegase el auto de la senora la acompanaran hasta el ultimo piso.
En la terraza vio dos falsos fotografos. Eran tambien tipos atleticos, mas jovenes que el custodio, y andaban