Parecia mas vieja que en las fotos de las revistas y se le notaba el estiramiento de la piel de la cara. Como suele ocurrir, aunque en ella se lo veia en un grado menor, la cirugia, eliminando las marcas de expresion, le habia tensado la piel de los ojos y suavizando todo artificialmente, le habia dejado una carita de conejo.
Ya estaba saludando a otro, a quien seguramente conocia porque se disculpaba:
– Pena que no pueda quedarme a los brindis… Tengo un bautismo en el campo de Lujan y estoy comprometida a llegar antes del postre…
Despues oyo que le decia al Mecanico que el lugar era 'hermoso' y 'encantador' y que esperaba que todo saliera tan bien como habia comenzado.
Cuando el animador anuncio que se presentaria un grupo de mariachi que estaba de moda en Punta del Este la vieja aprovecho para despedirse de todos levantando una mano y haciendo ademanes de tirar besos a los que seguian en la piscina salio por la puerta de los vestuarios acompanada por uno de su custodios y el Mecanico, que la guiaba, tomandola de un brazo.
El gerente no volvio a ver al otro custodio, ni a los muchachos disfrazados de fotografos que anduvieron por los tanques de agua vigilando todo. Buscandolos con la mirada, evocaba el tacto frio de la mano de la vieja. Parecia un pez recien salido del agua helada del mar: un pez rosado. Recordo la escena del vestuario y se le ocurrio pensar que el pene del custodio, tambien rosado, debia ser frio como un pez, o como la mano de la vieja.
Y era vieja: poco despues de que saliera, ensayo un fielding y calculo que habia sido la persona de mayor edad entre medio centenar de invitados y mas de una veintena de gente del personal que, hasta ese momento, habian pasado por la terraza.
Debia tener setenta: diez anos mas que su suegra.
?Que puede contar de todo esto un marido? El Mecanico le habia dicho que invitara su esposa.
– Todos van a venir con sus mujeres, o con mujeres… No se olvide que lo unico que tenemos que hacer es celebrar… No quiero verlo con cara
de ejecutivo en medio de la joda.
Eso si se lo habia contado a su mujer. Ella estuvo de acuerdo en que no correspondia que fuese: habria gente de la noche, novias de futbolistas, modelitos de algun servicio de acompanantes y, hasta peores que ellas, andarian por ahi las mujeres de los socios, ricachonas, guarangas.
Tambien le comentaria que habia conocido a la Cementera y algun detalle de su vestido o de sus joyas. Elogiaria la sobriedad. No le hablaria de los custodios ni de la imagen de la vieja, que parecia feliz de mezclarse con usureros y advenedizos.
Para su mujer, la Cementera seguiria representando a una dama de las mejores familias, que, triunfando en los negocios y en la vida social, corroboraba el destino de superioridad de la aristocracia argentina.
Tal vez los de prensa podrian conseguirle una foto de la vieja tomandole la mano o hablandole: era lo unico bueno que podia haberle sucedido esa manana.
Lo malo era todo lo demas. Lo peor, ese viento que volvia a sacudir las guirnaldas que daban sombra a las mesas y que habian costado un fortuna con tanto arreglo floral que ahora empezaba deshojarse. Ya habia petalos de distintos colores flotando en angulo sur de la piscina. El viento norte, cada vez mas caliente y arrachado ponia en peligro la estabilidad de los macetones con pinos que, en los angulos de la terraza, ocultaban los bafles del servicio cuadrafonico que habian contratado. ?Tendria razon el de la cocina que aseguraba que pronto tendrian tormenta?
Todo indicaba que si. Pero una tormenta no podia ser peor que la sensacion de fracaso que se acentuaba cada vez que comprobaba la facilidad con que el Mecanico y su sequito de amigos y socios simulaban divertirse.
?O verdaderamente se divertian?
Era algo que el gerente no podia determinar. Ni siquiera se podia formular la pregunta con precision.
5
?Se divertian o simulaban divertirse? La pregunta solo tiene sentido para un personaje que ve a otros divertirse, convencido de que la idea de diversion anda flotando por el mundo y es una replica de otra igual que figura grabada en su mente.
En un relato la digresion es un cambio territorial que desconcierta al gregario lector. En los relatos y en el mundo, la diversion seria una 'nocion': lo que nota el personaje testigo, sin advertir que alli donde estaria la diversion solo hay una escena concebida por un ausente cuya existencia ignora.
Es el autor. Su existencia da lugar a otra paradoja: el comportamiento del personaje solo cobra sentido mientras ignore que ese sentido es obra de alguien a quien nunca vera. A la vez, el accionar de este invisible, solo cobra sentido cuando impone al personaje una accion, cuyo propio sentido se le revela recien despues de haberla creado.
De ese modo, el personaje solo funciona por la ausencia de un narrador para quien narrar solo vale la pena en ausencia del personaje. El resultado de esa ausencia mutua de personaje y narrador se verifica en presencia de un tercero, que esta fuera de la temporalidad plana del relato y de los dos instantes del acto de narrarlo, el de la creacion del sentido de todo, y el del ulterior descubrimiento del sentido de lo que se creo.
El tercer ausente es el lector, un personaje que solo puede aparecer en el relato como una digresion, y cuya existencia debe ser ignorada al narrar, porque es inutil intentar que las palabras y lo que ellas describan se ajusten a la medida de su conciencia.
Esto fue una tragedia para el clasico: acertar de antemano con la palabra justa y el acontecimiento justo para que el ausente lector interprete justo lo que pretende que sea el sentido de su escritura.
Pero la farsa termino. La gente siempre se habitua a lo inevitable y tras un breve periodo de desconcierto, autores y personajes usaron las palabras, escenas e interpretaciones que tuvieron a mano, y asi regresaron a lo convenido en los origenes de todos los relatos: como en el primer cuento de la primer abuela del universo, las historias se ocupan menos de ensamblarse con las palabras justas, que por imponer sus palabras y divagaciones sobre un mundo en el que la justicia circula a borbotones imprevisibles.