– Porque te vi… Porque te vi cuando viniste a la pileta y guardaste el kimono espantoso, un paquete chico de Marlboro y un telefono, alli, en el bolso. -Senalaba hacia el angulo sudoeste de la piscina, como acusandola con la evidencia del cuerpo del delito. Alli volvian a agruparse hojas y petalos multicolores de la guirnalda, y debia haber montones de libelulas inmovilizadas por el agua, y mas alla, en el borde, un maceton y a su lado, el bolso azul de Nike identico a otros bolsos que se veian en los rincones y los bancos.
– ?Para que lo queres?
– Para hacer un llamado… Se me ocurrio algo… En cualquier momento empieza la tormenta… ?Nos vamos…?
– ?A donde?
– Se me habia ocurrido un chiste: llamar a la administracion del apart y tomar un departamento por el dia… -Nadie va a poder decir que nos fuimos de la fiesta!
6
Es como cuando alguien sumerge una pala de red de malla unos centimetros bajo la superficie del agua, levanta una magra cosecha de hojas, basuras y algun insecto muerto, alza la cana hasta que apunta al cielo y, haciendola girar, lanza todo al vacio que no es un vacio sino un espacio de aire sometido a las rafagas del viento urbano que se entuba entre casas y moles de cemento, impidiendo anticipar la trayectoria de algo inerte que flota o cae, o de lo que revive y se empena en volar entre los remolinos de aire.
Como velamenes, los muros y las casas hacen su trabajo de resistencia derivando cualquier corriente hacia un destino que nadie tuvo previsto al construirlas ni al proyectarlas.
Asi el relato. Esto es el relato. Cayeron dos personajes y de ellos quedaran solamente unas imagenes revoloteando: la forma mutante de una nube, una amalgama de petalos azules, pequenas formas como granulaciones de la piel en los puntos donde un vello invisible se erige estimulado por una corriente de agua fria y el fantasma de una mucosa humeda y tibia dentro de la boca que modula una voz de mujer.
Debio quedar tambien la figuracion de algo que alguien, en el fondo del vientre, pudo percibir como una urgencia que impulsa a uno y a otro a urgirse mutuamente.
Todos se urgian, asi en la terraza como en todas las ciudades del mundo. Uno podria suponer que la concurrencia de aquel encuentro, igual que toda la humanidad, representa un conjunto casi infinito de atomos de urgencia. De ellos, unos pocos -muy pocos-, serian afortunadamente complementarios: el mozo urgido por atender al comensal que, con una sena, acaba de reclamar otra botella de agua mineral, la senora que agradece con su sonrisa al mariachi sonriente que le ha dedicado una cancion, y poco mas. Son casos tan infrecuentes que una mejor version de la escena deberia pasarlos por alto.
Del resto, casi no se puede entrar en detalle. En un instante, para medio centenar de personas que comen, beben y se banan en la piscina sin preocuparse por la amenaza de tormenta, podrian suponerse millares de infimas urgencias chocando entre si, como pequenas particulas de incertidumbre que nunca llegaran a complementarse ni terminaran de satisfacerse.
El grueso de estas urgencias se dirige a personas. Se busca algo de alguien: obtener algo, aunque solo sea la confirmacion de que se hizo todo lo posible y de la mejor manera posible para conseguirlo.
Una pequena parte de las urgencias se dirige a las cosas. La arquitectura del lugar y la organizacion del evento estan dispuestas para satisfacer la sed, el hambre y el deseo de zambullirse para refrescarse en la tarde agobiante. Junto a estas minimas condiciones, tambien se han dispuesto musicalizaciones, un cronograma de servicios de show y de mesa y una eficiente division de funciones del personal, que garantiza al publico que habitar un espacio apto para que todo el azar de las urgencias humanas se manifieste solo en la mente de cada uno.
Asi es el mundo. Las virtudes de la urgencia sexual proceden de la facilidad con que puede asimilarsela a los procesos naturales y de la felicidad que a veces produce el sentimiento de ser, uno mismo, el escenario de la intervencion de las fuerzas del cosmos.
Ahi salen dos. Van presa de una urgencia a la que les bastaria imaginar como un anuncio de fuerzas cosmicas entre sus cuerpos, o sus personas, para que se convierta en un inicio de felicidad. Despues, se sabe, la felicidad recorrera su ciclo desde la plenitud hasta el peor de los vacios, pero el arte de vivir que inculca el mundo habilita para que cada fase se asuma como si representase lo unico que puede suceder en la vida.
Este ya tenia el cheque. Los maldecia: podrian haberle pagado en efectivo esos seiscientos miserables dolares. El contrato pactaba que debia animar y coordinar el espectaculo entre las doce del mediodia y las seis de la tarde, pero pronto lloveria, su trabajo se decretaria terminado, el lunes cobraria el cheque y en el curso de la semana habria olvidado todo.
Que lo eligieron por su perfil cultural, le habian dicho los del apart. Todo porque tenia ese programa de cable. Con el tiempo, pensaba, toda la cultura se reduciria a los programas culturales de cable, y lo que no aparezca en esos espacios podra existir igual que siempre pero no ser algo que suceda en la cultura. Mientras tanto, las cosas siguen funcionando al reves: los productores de cada programa cultural todavia revisan la prensa para detectar lo que esta sucediendo, y anda por las instituciones a la caza de novedades para mejorar su perfil. Lo mismo ocurria en los comienzos de la radio y la television: revolvian la prensa para determinar que hacer con su programacion y que anunciar en sus espacios de noticias.
Ahora nadie ignoraba que la prensa vivia pendiente de la television y que cada ano era mayor el espacio que destinaba a informar lo que va sucediendo en canales y estudios. El animador estaba convencido de que con la cultura sucediese lo mismo que con los noticieros y los programas de entretenimiento, y seguia fiel a su proyecto inicial. Se lo habia dicho a su mujer: 'ahora flaca, bajo perfil: prender un pucho y sentarse tranquilo a fumarlo por unos anos porque el tiempo va a favor de lo que estamos haciendo. Es cuestion de paciencia…'
Ya se habian divorciado, pero ella seguia reconociendo que tuvo razon.
Cinco anos atras, a nadie se le habria ocurrido delegar en una figura cultural la animacion del show de lanzamiento de un hotel caro, y este tipo de propuestas venian presentandose cada vez con mayor frecuencia.
Dos anos atras, tampoco el era una figura cultural. Habia publicado dos novelas y aparecia firmando una cronica de los primeros anos de la guerrilla en Sudamerica. Las novelas fueron muy comentadas en los suplementos culturales pero el publico las desairo. Ahora los ejemplares amarilleaban en las mesas de saldos y algun dia se daria animos para mandar a comprar todo, de modo de librarse de la sensacion de que, cuando esporadicamente alguien elegia y compraba un librito suyo por dos pesos, lo hacia para burlarse de el o para documentar alguna intervencion desdenosa en su propio programa.