—Ah —se aparto un poco de ella—, los servicios de noticias. No me habia dado cuenta. Disculpeme, senora. No deberia estar hablando con usted sin permiso de mis superiores.

Hizo un amago de marcharse.

—No, espere… ah… lord Vorkosigan. Oh… no estara usted relacionado con ese Vorkosigan, ?verdad?

El alzo la barbilla y trato de parecer severo.

—Mi padre.

—Oh —ella suspiro en tono de comprension—, eso lo explica todo.

«Eso pensaba», reflexiono Miles, orgulloso.

Hizo unos cuantos intentos de escapar. Ella se aferro a el como una lapa.

—No, por favor… si no me lo dice, sin duda que investigare por mi cuenta.

—Bueno… —Miles hizo una pausa—. Son datos bastante antiguos, desde nuestro punto de vista. Puedo decirle unas cuantas cosas, supongo, ya que esta relacionado personalmente conmigo. Pero no es para hacerlo publico. Debe darme su palabra primero.

—La palabra de un lord Vor de Barrayar es sagrada, ?no? —dijo ella—. Nunca revelo mis fuentes.

—Muy bien —asintio Miles fingiendo tener la impresion de que ella le habia hecho una promesa, aunque nada en sus palabras lo indicaba. Acerco un par de sillas y se sentaron lejos de los roboservidores que retiraban los restos del banquete.

Miles se aclaro la garganta, y se lanzo.

—La construccion biologica que se llama a si mismo almirante Naismith es… quizas el hombre mas peligroso de la galaxia. Astuto, resuelto. Los equipos de Seguridad barrayaresa y cetagandana han intentado, en el pasado, asesinarlo. Sin exito. Ha empezado a construirse una base de poder, con sus dendarii. Aun no sabemos cuales son sus planes a largo plazo para este ejercito privado, excepto que debe de tener alguno.

Vallerie se acerco un dedo a los labios, dubitativa.

—Parecia… bastante agradable cuando hable con el. Dadas las circunstancias. Un hombre valiente, sin duda.

—Si, ahi esta el genio y la maravilla del hombre —gimio Miles, luego decidio que seria mejor que no se pasara—. Tiene carisma. Sin duda los cetagandanos, si fueron los cetagandanos, pretendian algo extraordinario con el. Es un genio militar, ?sabe?

—Espere un momento. ?Es un clon autentico, dice usted… no solo una copia exterior? Entonces debe de ser aun mas joven que usted.

—Si. Su crecimiento, su educacion, fueron acelerados artificialmente, aparentemente hasta los limites del proceso. ?Pero donde lo ha visto usted?

—Aqui, en Londres —respondio ella; iba a anadir algo y se detuvo—. Pero ?no dice que Barrayar trata de matarlo? —Se aparto un poco de el—. Creo que sera mejor que yo deje que lo localicen ustedes mismos.

—Oh, ya no —rio Miles—. Ahora nos limitamos a seguirle la pista. Lo perdimos de vista recientemente, lo que hace que mis servicios de seguridad se pongan extremadamente nerviosos. Claramente fue creado para algun tipo de plan de sustitucion cuyo objetivo ultimo era mi padre. Pero hace siete anos se volvio un renegado, escapo de sus captores-creadores y empezo a actuar por su cuenta. Nosotros, Barrayar, sabemos demasiadas cosas de el ahora, y el y yo nos hemos diferenciado demasiado para que intente sustituirme a estas alturas.

Ella lo miro.

—Podria hacerlo. De verdad que podria.

—Casi —Miles sonrio, sombrio—. Pero si nos tuviera a ambos en la misma habitacion, veria que soy casi dos centimetros mas alto. Crecimiento tardio por mi parte. Tratamientos de hormonas…

Debia terminar pronto con aquella invencion. Siguio farfullando.

—Los cetagandanos, sin embargo, todavia tratan de matarlo. Hasta ahora, esa constituye la mejor prueba que tenemos de que es creacion suya. Es evidente que sabe demasiado sobre algo. Nos encantaria saber que.

Le dirigio una sonrisa encantadora, perruna, horriblemente falsa. Ella se aparto un poco mas.

Miles cerro los punos, enfadado.

—Lo mas ofensivo de ese tipo es su valor. Al menos, deberia haber escogido otro nombre, pero ensucia el mio. Tal vez se acostumbro a el cuando se entrenaba para ser yo. Habla con acento betano y usa el apellido de soltera de mi madre, al estilo betano. ?Y sabe usted por que?

«Si, ?por que, por que…?»

Ella sacudio la cabeza, muda, mirandole con involuntaria fascinacion.

—?Porque segun la ley betana referida a los clones, seria mi hermano legal, por eso! Intenta conseguir una identidad falsa para si. No estoy seguro de por que. Quiza sea la clave de su debilidad. Debe de tener algun punto flaco, alguna grieta en la coraza… ademas de padecer de locura hereditaria, por supuesto…

Se interrumpio, jadeando levemente. Que ella pensara que se debia a la ira reprimida y no al terror.

El embajador, gracias a Dios, le hacia senas desde el otro lado de la sala. Su grupo se disponia a marcharse.

—Disculpeme, senora —Miles se puso en pie—. Debo dejarla. Pero, ah… en caso de que encuentre al falso Naismith de nuevo, consideraria un gran favor que contactara usted conmigo en la embajada de Barrayar.

Pourquoi?, silabearon los labios de ella. Con cuidado, se levanto tambien. Miles se inclino sobre su mano, ejecuto un elegante saludo y se marcho.

Tuvo que contenerse para no bajar dando saltitos los escalones del Palais de Londres tras el embajador. Un genio. Un punetero genio. ?Por que no se le habia ocurrido aquella tapadera antes? A Illyan, el jefe de Seguridad Imperial, iba a encantarle. Quizas incluso Galeni se alegrara un poco.

5

Miles acampo en el pasillo, ante la puerta del despacho de Galeni, el dia en que el correo regreso por segunda vez del Sector. Haciendo gala de gran contencion, Miles no asalto al hombre en la puerta al salir y le dejo despejar el marco antes de zambullirse en la entrada.

Miles se cuadro ante la mesa de Galeni.

—?Senor?

—Si, si, teniente, lo se —dijo Galeni, irritado, haciendole senas para que esperara. Se hizo el silencio mientras, pantalla tras pantalla, los datos surcaban la placa vid. Al final, Galeni se arrellano, las arrugas cada vez mas profundas entre sus ojos.

—?Senor? —insistio Miles con impaciencia.

Galeni, con el ceno aun fruncido, se levanto y senalo la comuconsola a Miles.

—Vealo usted mismo.

Miles la repaso dos veces.

—Senor, aqui no hay nada.

—Ya me he dado cuenta.

Miles se volvio para encararse a el.

—Ninguna transferencia de credito… ninguna orden… ninguna explicacion… nada de nada. Ninguna referencia a mis asuntos. Hemos esperado aqui veinte malditos dias para nada. Podriamos haber ido y regresado a Tau Ceti en ese tiempo. Es una locura. Es imposible.

Galeni se apoyo pensativo en su mesa y contemplo la silenciosa placa vid.

—?Imposible? No. He visto ordenes perdidas antes. Fallos burocraticos. Datos importantes mal dirigidos. Peticiones urgentes descartadas mientras se espera a que alguien de permiso regrese. Ese tipo de cosas suelen pasar.

—A mi no me pasan —siseo Miles entre dientes.

Galeni alzo una ceja.

—Es usted un pequeno Vor arrogante —se enderezo—. Pero sospecho que dice la verdad. Ese tipo de cosas no le pasarian a usted. A cualquier otro, si. A usted, no. Naturalmente —casi sonrio—, siempre hay una primera vez para todo.

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