se froto la mejilla con el sedoso pelaje.

—?Que inventaran luego? Oh, cielos. Dan ganas de frotartela por toda la piel.

—?Si? —murmuro Miles, dubitativo. Luego se le dilataron las pupilas cuando imagino a Elli, con su maravillosa piel, acariciandose con aquella cosa peluda—. ?Si? —dijo en un tono completamente distinto. Sus labios dibujaron una ansiosa sonrisa. Se volvio hacia el vendedor—. Nos la llevamos.

Se encontro en un apuro cuando saco la tarjeta de credito, la miro y cayo en la cuenta de que no podia emplearla. Era la del teniente Vorkosigan, completamente dependiente de su paga de la embajada y plenamente comprometido en su actual mision. Quinn, a su lado, le miro por encima del hombro al ver su vacilacion. Miles ladeo la tarjeta para que pudiera verla, oculta en su palma, y sus ojos se encontraron.

—Ah… no —reacciono ella—. No, no —saco su cartera.

«Tendria que haber preguntado el precio primero», penso Miles mientras salian de la tienda llevando el molesto bulto en su elegante envoltorio de plastico plateado. El paquete, los habia convencido por fin el vendedor, no requeria agujeros de ventilacion. Bueno, la piel le habia encantado a Elli, y una oportunidad para encantar a Elli no era algo que perder por mera imprudencia (u orgullo) por su parte. Se la pagaria mas tarde.

Pero ahora, ?adonde ir para probarla? Miles trato de pensar mientras salian del centro comercial y se dirigian al acceso de tubo mas cercano. No queria que la noche terminara. No sabia que queria. No, sabia perfectamente bien lo que queria, solo que no sabia si lograria obtenerlo.

Elli, sospecho, no sabia hasta donde lo habian llevado sus pensamientos. Un poco de romance colateral era una cosa; el cambio de carrera que pensaba proponerle (bonita expresion, por cierto) daria un vuelco a su existencia. Elli, nacida en el espacio, que llamaba comedores de polvo a los que vivian en la superficie; Elli, que tenia planes propios para su carrera; Elli, que caminaba por tierra con el dudoso desden de una sirena salida del agua. Elli era un pais independiente. Una isla. Y el era un idiota y aquello no podia continuar sin ser resuelto mucho mas tiempo o estallaria.

Una vista de la famosa luna de la Tierra, calculo Miles, era lo que necesitaban, preferiblemente brillando sobre el agua. El viejo rio de la ciudad, por desgracia, era subterraneo en aquel sector. Habia sido canalizado en tuberias arteriales por la explosion arquitectonica del siglo XXIII que habia cubierto con una cupula la mitad del paisaje no ocupado por torres deslumbrantes y arquitectura historica preservada. Quietud, un lugar tranquilo y privado, no era algo facil de encontrar en una ciudad de tantos millones de habitantes.

«La tumba es un lugar bonito y privado, pero nadie, creo, quiere alli abrazarse…» Los letales flashbacks de Dagoola habian remitido en las ultimas semanas, pero este lo cogio de improviso en un tubo elevador corriente que bajaba hasta el sistema de coches burbuja. Elli caia, arrancada de su torpe asidero por un sanudo vortice (defecto de diseno en el sistema antigravedad), engullida por la oscuridad…

—?Miles, ay! —se quejo Elli—. ?Sueltame el brazo! ?Que pasa?

—Caemos —jadeo Miles.

—Claro que caemos, este es el tubo de descenso. ?Te encuentras bien? Deja que te mire las pupilas.

Se agarro a un asidero y se acerco a la pared del tubo, alejandose de la zona central de trafico rapido. Los londinenses noctambulos continuaban pasando ante ellos. El infierno se habia modernizado, decidio Miles descabelladamente, y aquello era un rio de almas perdidas que borboteaba hacia algun desague cosmico, mas y mas rapido.

Las pupilas de los ojos de ella eran grandes y oscuras…

—?Se te dilatan o se te contraen cuando tienes esas extranas reacciones a los medicamentos? —le pregunto ella, preocupada, el rostro a centimetros del suyo.

—?Que estan haciendo ahora?

—Laten.

—Estoy bien —Miles trago saliva—. La cirujana comprueba dos veces todo lo que me administra. Puede que me maree un poco, eso me dijo —no habia soltado su asidero.

En el tubo de descenso, advirtio Miles de pronto, su diferencia de altura se anulaba. Flotaban cara a cara, sus botas colgando por encima de los talones de ella… ni siquiera necesitaba un cajon en el que subirse, ni tenia que arriesgarse a lastimarse el cuello. Por impulso, hundio los labios en los de ella. En su mente aullo durante una milesima de segundo un gemido de terror, como en el momento despues de lanzarse desde las rocas a treinta metros de aguas claras que sabia heladas, despues de haberse rendido a la gravedad pero antes de que las consecuencias lo envolvieran.

El agua era calida, calida… Ella abrio mucho los ojos, sorprendida. Miles vacilo, perdiendo su valioso impetu, y empezo a apartarse. Los labios de Elli se abrieron y enrosco un brazo en su nuca. Era una mujer atletica; la tenaza fue una inmovilizacion efectiva, no sujeta a las ordenanzas. Sin duda la primera vez que lo clavaban al suelo queria decir que habia ganado. Devoro sus labios ansiosamente, beso sus mejillas, parpados, cejas, nariz, barbilla… ?donde estaba el dulce pozo de su boca? Ah, si, alli… El grueso paquete que contenia la piel viva empezo a caer, rebotando tubo abajo. Una mujer que descendia los miro con mala cara, un adolescente que bajaba por el centro del tubo aplaudio e hizo gestos groseros y explicitos. El busca que Elli llevaba en el bolsillo sono.

Torpemente, atraparon la piel y escaparon por la primera salida que encontraron. Pasaron a un anden de coches burbuja. Salieron tambaleandose al descubierto y se miraron, aturdidos. En un lunatico instante, advirtio Miles, habian dado la vuelta a su relacion de trabajo tan cuidadosamente mantenida. ?Que eran ahora? ?Oficial y subordinada? ?Hombre y mujer? ?Amigos amantes? Tal vez fuese un error fatal.

Quiza fuese fatal de necesidad. Dagoola les habia dado esa leccion. La persona dentro del uniforme era mas grande que el soldado, el hombre, mas complejo que su papel. La muerte podia llevarselos a ambos al dia siguiente y un universo de posibilidades, no solo un oficial militar, se extinguiria. La habria besado de nuevo… maldicion, si esa garganta de marfil hubiese seguido a su alcance…

La garganta de marfil emitio un grunido de preocupacion. Elli pulso la tecla para abrir el canal del enlace seguro.

—?Que demonios…? No puedes ser tu, estas aqui. ?Quinn al habla!

—?Comandante Quinn? —la voz de Ivan Vorpatril sonaba debil pero clara—. ?Esta Miles con usted?

Miles fruncio los labios en una mueca de frustracion. El don de la oportunidad de Ivan era sobrenatural.

—Si, ?por que? —pregunto Quinn al comunicador.

—Bueno, digale que vuelva aqui inmediatamente. Tengo abierto un agujero en Seguridad para el, pero no podre mantenerlo asi mucho mas. Demonios, no conseguire permanecer despierto mas tiempo.

Una larga pausa que Miles interpreto como un bostezo surgio del enlace comunicador.

—Dios mio, no crei que fuera a conseguirlo —murmuro Miles. Agarro el comunicador—. ?Ivan? ?De verdad puedes colarme dentro sin que me vean?

—Durante unos quince minutos. Y he tenido que mandar todas las ordenanzas al infierno para hacerlo. Estoy reteniendo el puesto de guardia del tercer subnivel, donde se encuentran la energia municipal y las conexiones del alcantarillado. Puedo interrumpir la grabacion vid y cortar la toma de tu entrada, pero solo si vuelves antes que el cabo Veli. No me importa jugarme el cuello por ti, pero si jugarmelo por nada, ?captas?

Elli estaba estudiando el pintoresco mapa holovid del sistema de tubotransporte.

—Puedes conseguirlo, creo.

—No servira de nada…

Ella lo agarro por el codo y lo empujo hacia los coches burbuja. El firme brillo del deber nublaba la suave luz de sus ojos.

—Estaremos diez minutos mas juntos por el camino.

Miles se froto la cara mientras ella iba a comprar los billetes, tratando de obligarse a recuperar la racionalidad perdida. Vio su tenue reflejo mirandole desde la pared de espejo, ensombrecido por una columna, la cara enrojecida por la frustracion y el terror. Cerro los ojos y luego volvio a mirar tras colocarse delante de la columna. De lo mas desagradable: durante un segundo se habia visto de nuevo llevando su uniforme verde barrayares. Malditas fueran las pildoras. ?Estaba su subconsciente tratando de decirle algo? Bueno, suponia que no estaria metido en verdaderos problemas hasta que un escaner cerebral tomado con sus dos uniformes distintos revelara dos pautas diferentes.

Al verse reflejado, la idea de pronto dejo de parecer graciosa.

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