—Esta es la segunda vez —puntualizo Miles. Miro receloso a Galeni mientras en sus labios ardian salvajes acusaciones. ?Era esta la idea de una broma pesada que tenian los burgueses de Komarr? Si las ordenes y la transferencia de credito no estaban alli, tenian que haber sido interceptadas. A menos que las solicitudes no se hubieran enviado. A ese respecto, solo contaba con la palabra de Galeni. Pero era inconcebible que el oficial arriesgara su carrera simplemente por molestar a un subordinado irritante. Y no era que la paga de un capitan de Barrayar supusiera una gran perdida, como bien sabia Miles.

No como dieciocho millones de marcos.

Las pupilas de Miles se dilataron y apreto la mandibula. Un hombre pobre, un hombre cuya familia habia perdido todas sus riquezas en, digamos, la conquista de Komarr, podria considerar realmente tentadores dieciocho millones de marcos. Merecia la pena correr el riesgo… desde luego. No era asi como habria juzgado a Galeni, pero, despues de todo, ?que sabia realmente de aquel tipo? Galeni no habia dicho una palabra sobre su vida personal en los veinte dias que llevaban de relacion.

—?Que va a hacer usted ahora, senor? —pregunto Miles, envarado.

Galeni se encogio de hombros.

—Solicitarlo otra vez.

—Solicitarlo otra vez. ?Eso es todo?

—No puedo sacarme dieciocho millones de marcos de la manga, teniente.

«?Ah, no? Habra que verlo…» Tenia que salir de alli, y de la embajada, regresar con los dendarii. Habia dejado a sus propios expertos en la recogida de informacion mientras desperdiciaba veinte dias inmovilizado… Si Galeni se habia burlado de el hasta ese punto, juro Miles en silencio, no iba a haber un agujero lo bastante profundo para que se escondiera con sus dieciocho millones de marcos robados.

Galeni se enderezo y ladeo la cabeza, los ojos entornados y ausentes.

—Para mi es un misterio… —anadio en voz baja, casi para si mismo— y no me gustan los misterios.

Valeroso… frio… Miles sintio admiracion por una capacidad de fingimiento casi igual a la suya propia. Sin embargo, si Galeni se habia apropiado de su dinero, ?por que no se habia largado hacia tiempo? ?A que esperaba? ?Alguna senal de la que Miles no tenia noticia? Pero lo averiguaria, vaya que si.

—Diez dias mas —dijo Miles—. Otra vez.

—Lo siento, teniente —contesto Galeni, todavia abstraido.

«Lo sentiras…»

—Senor, debo pasar un dia con los dendarii. Los deberes del almirante Naismith se acumulan. Para empezar, gracias a este retraso, ahora nos vemos absolutamente obligados a pedir un prestamo temporal a fuentes comerciales para estar al dia en nuestros gastos. Tengo que encargarme de eso.

—Considero su seguridad personal con los dendarii totalmente insuficiente, Vorkosigan.

—Entonces asigne algun miembro de la embajada si considera que es su deber. La historia del clon sin duda ha aliviado parte de la presion.

—La historia del clon fue una idiotez —replico Galeni, saliendo de su ensimismamiento.

—Fue brillante —dijo Miles, ofendido por esa critica a su creacion—. Separa por completo a Naismith y a Vorkosigan por fin. Elimina la mas peligrosa debilidad de todo el plan, mi… unico y memorable aspecto. Los agentes secretos no deberian ser memorables.

—?Que le hace pensar que esa reportera vid compartira sus descubrimientos con los cetagandanos?

—Nos vieron juntos. Millones de personas en el holovid, por el amor de Dios. Oh, apareceran para hacerle preguntas, desde luego, de un modo u otro.

Un leve estertor de miedo… sin duda los cetagandanos enviarian a alguien para sonsacar informacion sutilmente a la mujer. No solo agarrar, escurrir y eliminar; no a una ciudadana terrestre tan prominente y alli mismo, en su propio planeta.

—En ese caso, ?por que demonios senalo a los cetagandanos como los creadores putativos del almirante Naismith? Lo unico que saben con seguridad es que ellos no fueron.

—Verosimilitud —explico Miles—. Aunque nosotros no sepamos de donde procede realmente el clon, puede que a ellos no les sorprenda tanto no haber oido hablar de el hasta ahora.

—Su logica tiene unos cuantos puntos debiles —sonrio Galeni—. Puede que ayude a cubrirlo a largo plazo, posiblemente. Pero no me ayuda a mi. Tener en mis manos el cadaver del almirante Naismith seria tan embarazoso como tener el de lord Vorkosigan. Esquizofrenico o no, ni siquiera usted puede dividirse hasta ese punto.

—No soy un esquizofrenico —replico Miles—. Un poco maniaco depresivo, tal vez —admitio tras pensarselo mejor.

Galeni torcio los labios.

—Conocete a ti mismo.

—Lo intentamos, senor.

Galeni se quedo parado y luego decidio, quiza sabiamente, la respuesta.

Con una mueca, continuo:

—Muy bien, teniente Vorkosigan. Ordenare al sargento Barth que le prepare un perimetro de seguridad. Pero quiero que me informe como maximo cada ocho horas a traves de un enlace seguro. Le concedo veinticuatro horas de permiso.

Miles, que tomaba aire para expresar su proximo argumento, se quedo sin habla.

—Oh —consiguio decir—. Gracias, senor.

?Y por que demonios cambiaba de opinion Galeni de esa forma? Miles habria dado sangre y huesos por saber que ocultaba aquel perfil romano en ese preciso momento.

Miles se retiro en buen orden antes de que Galeni pudiera volver a cambiar de opinion.

Los dendarii habian elegido la pista mas lejana de todas las disponibles en alquiler del espaciopuerto de Londres por motivos de seguridad, no por economia. El hecho de que la distancia tambien la hiciera la mas barata era simplemente una ventaja anadida y que se agradeceria. La pista se encontraba al aire libre, al otro lado del campo de aterrizaje, rodeada de montones de asfalto pelado y desnudo. Nada podia acercarse sin ser visto. Y si alguna actividad no prevista tenia lugar a su alrededor, reflexiono Miles, era mucho menos probable que se implicara de modo fatal a ningun civil inocente. La eleccion habia sido logica.

Tambien era una caminata condenadamente larga. Miles trato de andar a paso vivo sin escurrirse como una arana por el suelo de la cocina. ?Se estaba volviendo un poquitin paranoico, ademas de esquizofrenico y maniaco depresivo? El sargento Barth, que marchaba a su lado incomodamente vestido de civil, habia querido llevarlo hasta la compuerta de la lanzadera en el coche blindado de la embajada. Con cierta dificultad, Miles habia logrado convencerlo de que siete anos de cuidadosos subterfugios se irian al garete si se veia salir alguna vez al almirante Naismith de un vehiculo oficial barrayares. La buena vista de la pista de la lanzadera era algo que funcionaba en dos direcciones, ay. De todas formas, nada podia echarseles encima.

A menos que estuviera psicologicamente disfrazado, por supuesto. Pongamos por caso aquel enorme camion flotante de mantenimiento del espaciopuerto que avanzaba a toda velocidad sobre el terreno. Los habia por todas partes; los ojos se acostumbraban rapidamente a su paso irregular. Si fueran a lanzar un ataque, decidio Miles, sin duda elegirian uno de aquellos vehiculos. Era maravillosamente enganoso. Hasta que disparara primero, ningun defensor dendarii tendria la seguridad de no estar asesinando al azar a algun estibador despistado. Criminalmente embarazoso, algo asi; el tipo de error que echaba a perder carreras.

El camion flotante cambio de ruta. Barth se giro y Miles se envaro. Parecia un curso de intercepcion. Pero maldicion, no se abria ninguna puerta o ventanilla, ningun hombre armado se asomaba para apuntar ni siquiera con una honda. De todas formas, Miles y Barth desenfundaron sus aturdidores legales. Miles trato de separarse del sargento y Barth intento colocarse ante el: otro precioso momento de confusion.

Y entonces el camion flotante, ya lanzado, se alzo sobre ellos en el aire, cubriendo el luminoso cielo de la manana. Su lisa superficie sellada no ofrecia ningun blanco al que un aturdidor pudiera afectar. Al menos a Miles le quedo claro el metodo de aquel asesinato: iba a morir por aplastamiento.

Miles chillo y se volvio y echo a correr, tratando de ganar velocidad. El camion flotante cayo como un ladrillo monstruoso cuando su antigrav fue desconectada bruscamente. En cierto sentido, era una exageracion: ?no sabian que sus huesos se quebrarian con una sencilla plataforma de reparto demasiado cargada? No quedaria de el mas que una repulsiva mancha humeda sobre el asfalto.

Se tiro al suelo, rodo… solo el impacto del aire desplazado cuando el camion cayo sobre el pavimento lo

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