—Ayuda —termino por decir con voz debil.

—?Que ocurre, milord Audi…? —empezo a decir el cirujano jefe saliendo del cuarto de bano; entonces vio las manos de Miles—. ?Que ha pasado?

—Creo que he caido en una trampa. En cuanto tenga un tecnico libre, que el soldado Roic lo lleve a ingenieria y recoja una muestra del controlador remoto de los trajes de reparaciones. Parece que ha sido pintado con un poderoso corrosivo o una enzima y… y no se que mas.

—Frotador sonico —ordeno el capitan Clogston al tecnico que controlaba la improvisada mesa de laboratorio.

El hombre corrio a rebuscar entre los suministros. Volvio, conectando ya el aparato: Miles tendio las dos manos, que le ardian. La maquina rugio mientras el tecnico dirigia el rayo de vibracion por las zonas afectadas, su poderoso aspirador sorbiendo los detritos sueltos, macroscopicos y microscopicos, y acumulandolos en la bolsa de recoleccion sellada. El cirujano se acerco con un escalpelo y pinzas, para cortar y quitar los restos de los guantes, que tambien fueron guardados en el receptaculo.

El frotador resulto efectivo: Miles dejo de sentir que sus manos empeoraban, aunque siguieron doliendole. ?Se habia quemado la piel? Se acerco las palmas al visor, ahora desnudas, molestando al cirujano, que susurro entre dientes. Si. Gotas rojas de sangre crecian en las grietas del tejido hinchado. «Mierda. Mierda. Mierda…»

Clogston se enderezo y miro alrededor, con una mueca en los labios.

—Su traje bioprotector ya no sirve de nada, milord.

—Hay otro par de guantes en el otro traje —senalo Miles—. Podria aprovecharlos.

—Todavia no.

Clogston corrio a untar las manos de Miles con un misterioso liquido y las envolvio en barreras bioprotectoras que sello a la altura de sus munecas. Era como poner mitones a un punado de mocos, pero el ardiente dolor remitio. Al otro lado de la habitacion, el tecnico colocaba fragmentos del guante contaminado en un analizador. ?Estaba el tercer hombre con Bel? ?Seguia Bel en la banera helada? ?Todavia vivo?

Miles tomo aliento profundamente para tranquilizarse.

—?Tienen ya algun tipo de diagnostico sobre el practico Thorne?

—Oh, si, fue inmediato —dijo Clogston algo ausente, todavia sellando la segunda muneca—. En el instante en que hicimos el primer analisis de sangre. Que demonios podemos hacer al respecto no esta claro todavia, pero tengo algunas ideas. —Volvio a enderezarse y miro con gesto preocupado las manos de Miles—. La sangre y los tejidos del herm estan plagados de parasitos artificiales…, es decir, bioalterados geneticamente. —Alzo la cabeza—. Parece que tienen una fase inicial latente y asintomatica, durante la cual se multiplican rapidamente y se extienden por todo el cuerpo. Luego, en algun momento (posiblemente debido a su propia concentracion) pasan a crear dos productos quimicos en diferentes vesiculas con su propia membrana celular. Las vesiculas se hinchan. Un aumento en la temperatura corporal de la victima dispara el estallido de las bolsas, y los elementos quimicos a su vez experimentan una violenta reaccion exotermica entre si…, matan al parasito, danan los tejidos cercanos del anfitrion y estimulan a mas parasitos cercanos para que se disparen. Son bombas diminutas por todo el cuerpo. Es —su tono indico su admiracion a su pesar— enormemente elegante. De una manera horrible.

—?Mi… mi tratamiento con el bano de agua helada ayudo entonces a Thorne?

—Si, desde luego. La caida de la temperatura detuvo temporalmente el crecimiento en cascada. Los parasitos casi habian alcanzado la concentracion critica.

Miles cerro los ojos, en un breve gesto de gratitud. Y los volvio a abrir.

—?Temporalmente?

—Todavia no he descubierto como deshacernos de los malditos bichos. Estamos tratando de modificar una derivacion quirurgica en un filtro sanguineo para eliminar mecanicamente los parasitos de la sangre del paciente, y al mismo tiempo enfriar la sangre hasta un grado controlado antes de devolverla al cuerpo. Creo que podemos conseguir que los parasitos respondan de manera selectiva a un gradiente de electroforesis aplicado al tubo de deriva, y sacarlos de la corriente sanguinea.

—?No bastara eso entonces?

Clogston nego con la cabeza.

—No llega a los parasitos alojados en otros tejidos, reservas de reinfeccion. No es una cura, pero podria conseguirnos tiempo. La cura debe matar de algun modo hasta el ultimo de los parasitos del cuerpo, o el proceso volvera a empezar. —Sus labios se retorcieron—. Seria arriesgado usar pesticidas internos. Inyectar algo para matar parasitos ya engordados dentro de los tejidos tan solo liberara sus cargas quimicas. Causara un absoluto caos en la circulacion, sobrecargara los procesos de reparacion, causara un dolor intenso… Es… es arriesgado.

—?Destruira el tejido cerebral? —pregunto Miles, sintiendose enfermo.

—Con el tiempo. No parece que crucen con facilidad la barrera sangre-cerebro. Creo que la victima estaria consciente hasta, hum, las ultimas fases de la disolucion.

—?Oh! —Miles trato de decidir si eso seria bueno o malo.

—En el aspecto positivo —ofrecio el cirujano—, puede que consiga reducir la alarma por biocontaminacion de Nivel Cinco a Nivel Tres. Los parasitos necesitan un contacto directo de sangre a sangre para efectuar la transferencia. No parecen sobrevivir mucho tiempo sin un anfitrion.

—?No pueden viajar a traves del aire?

Clogston vacilo.

—Bueno, tal vez no hasta que el anfitrion empiece a toser sangre.

«“Hasta”, no “a menos que”.» Miles advirtio la eleccion de las palabras.

—Me temo que hablar de reducir el grado de alarma es prematuro de todas formas. Un agente cetagandes armado con bioarmas desconocidas… Bueno, desconocidas menos esta, que se esta haciendo demasiado familiar, anda todavia suelto por ahi. —Inhalo, cuidadosamente, y obligo a su voz a conservar la calma—. Hemos encontrado algunas pruebas que sugieren que ese agente puede estar todavia ocultandose a bordo de esta nave. Tiene usted que asegurar su zona de trabajo ante una posible intrusion.

El capitan Clogston maldijo.

—?Habeis oido eso, chicos? —llamo a sus tecnicos a traves del comunicador de su traje.

—?Oh, magnifico! —fue la disgustada respuesta—. Justo lo que necesitabamos ahora.

—Eh, al menos es algo a lo que podemos disparar —recalco tristemente otra voz.

«Ah, los barrayareses.» Miles sintio que su corazon se reconfortaba. Eran medicos militares; todos llevaban armas, benditos fueran.

Contemplo el pabellon y la sala de enfermeria mas alla, controlando puntos debiles. Solo una entrada, ?pero eso era una debilidad o una fortaleza? La puerta exterior era decididamente la posicion que habia que defender, pues protegia el pabellon: Roic se habia situado alli de manera automatica. Sin embargo, los ataques tradicionales con aturdidor, arco de plasma o granada explosiva parecian… insuficientemente imaginativos. El lugar seguia conectado a la circulacion del aire y la energia de la nave, pero aquella seccion debia de tener sus propias reservas de emergencia de ambas cosas.

Los trajes bioprotectores militares de Grado Cinco que los medicos llevaban tambien funcionaban como trajes de presion, pues su circulacion de aire era completamente interna. Eso no se cumplia en el caso del traje mas barato de Miles, ni siquiera antes de que hubiera perdido los guantes; su equipo extraia aire del entorno, a traves de filtros y drenajes. En el caso de una perdida de presion, se convertiria en un globo tieso e incomodo, quizas incluso se romperia por algun punto debil. Habia unicapsulas en las paredes, por supuesto. Miles se imagino atrapado en una unicapsula mientras la accion continuaba sin el.

Teniendo en cuenta a lo que ya habia quedado expuesto…, fuera lo que fuese, quitarse el traje bioprotector el tiempo suficiente para ponerse algo mas eficaz no iba a empeorar las cosas, ?no? Se miro las manos y se pregunto por que no estaba ya muerto. ?Podria el mejunje que habia tocado ser simplemente un corrosivo?

Miles saco el aturdidor del bolsillo de su muslo, torpemente, con las manos vendadas, y se acerco a las barras azules de luz que marcaban la biobarrera.

—Roic. Quiero que vuelvas a ingenieria y me traigas el traje de presion mas pequeno que puedas encontrar. Yo protegere este punto hasta que vuelvas.

—Milord… —empezo a decir Roic dubitativo.

—Desenfunda el aturdidor; ten mucho cuidado. Todos estamos aqui, asi que si ves moverse algo que no

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