voz de Flora.

—Ennius… —murmuro la esposa del Procurador.

—?Si?

—En realidad tu no estas preocupado por el dano que esa rebelion que esperas se produzca de un momento a otro pueda causar a tu reputacion, ?verdad? No seria tu esposa si no fuese capaz de adivinar una parte de los pensamientos que pasan por tu cabeza, y me parece que estas esperando que ocurra algo muy peligroso para el Imperio. No deberias ocultarme nada, Ennius. Temes que los terrestres acaben triunfando, ?no?

—No puedo hablar de eso, Flora. —Un brillo atormentado ilumino los ojos del Procurador—. Es algo tan debil que no llega a ser ni una intuicion, ?comprendes? Puede que cuatro anos de residencia en este planeta sean demasiados anos para un hombre cuerdo. ?Pero por que estan tan confiados esos terrestres?

—?Como sabes que lo estan?

—Oh, te aseguro que asi es. Yo tambien tengo mis fuentes de informacion, ?sabes? Despues de todo ya han sido diezmados tres veces, ?no? No pueden quedarles ilusiones de ninguna clase… Y sin embargo estan dispuestos a enfrentarse con doscientos millones de mundos, cada uno de los cuales es mas poderoso que el suyo, y confian ciegamente en si mismos. ?Acaso su fe en algun destino o fuerza sobrenatural que solo tiene significado para ellos puede llegar a ser tan obstinada? Quiza…, quiza…

—?Quiza que, Ennius?

—Quiza cuentan con armas secretas.

—?Armas secretas tan potentes que permitiran que un solo mundo derrote a doscientos millones de planetas? Vamos, Ennius… Estas delirando. Ningun arma es capaz de hacer algo semejante.

—Ya te he hablado del sinapsificador.

—Y yo te he explicado como puedes controlar los posibles efectos de ese aparato. ?Sabes de alguna otra arma que puedan utilizar?

—No —replico el Procurador de mala gana.

—Claro, porque no es posible que existan armas semejantes. Y ahora te dire lo que debes hacer, querido. ?Por que no hablas con el Primer Ministro y le informas de cuales son los planes de Arvardan? Invitale oficiosamente a no concederle el permiso. Eso eliminara toda sospecha de que el gobierno imperial tiene alguna participacion en esta estupida violacion de las Costumbres terrestres…, o por lo menos deberia eliminarla. AL mismo tiempo, habras conseguido detener a Arvardan sin verte involucrado. Despues solicitaras al Departamento que te envie dos buenos psicologos…, o quiza seria mejor que solicitaras a cuatro para que por lo menos te envien dos, y cuando lleguen haras que investiguen las posibilidades de uso del sinapsificador. Nuestros soldados podran ocuparse del resto, y mientras lo hacen dejaremos que la posteridad se cuide sola. ?Y ahora por que no duermes un rato aqui? Podemos desplegar el sillon, usaras mi manto de pieles para abrigarte, y hare que te envien la bandeja con el desayuno apenas te hayas despertado. La luz del sol hara que todo resulte distinto.

Y asi fue como el Procurador Ennius se durmio cinco minutos antes del amanecer, despues de haber permanecido en vela durante toda la noche.

Y ocho horas mas tarde, el Primer Ministro de la Tierra se entero por boca del Procurador en persona de la presencia de Bel Arvardan en el planeta y de la naturaleza de la mision que le habia llevado hasta alli.

7. ?UNA CONVERSACION CON LOCOS?

En cuanto a Arvardan, lo unico que le interesaba en aquellos momentos era hacer turismo. Su nave Ofiuco, no llegaria a la Tierra hasta dentro de un mes, y en consecuencia disponia de todo aquel tiempo para invertirlo de la manera que mas le gustase.

Y ese fue el motivo por el que Bel Arvardan se despidio de su anfitrion seis dias despues de haber llegado al Everest, y subio a bordo del mayor estratosferico a retropropulsion de que disponia la Compania Terrestre de Transportes Aereos para hacer el viaje entre el Everest y Washenn, la capital de la Tierra.

Desplazarse a bordo de un aparato comercial en vez de hacerlo en el veloz crucero puesto a su disposicion por Ennius habia sido una eleccion deliberada por su parte. En su calidad de extranjero y de arqueologo, Arvardan sentia una considerable curiosidad hacia la existencia cotidiana de los seres humanos que vivian en un planeta tan extrano como era la Tierra.

Y tambien tenia otro motivo aparte de la curiosidad.

Arvardan provenia del Sector de Sirio, el cual se distinguia por la gran intensidad de sus prejuicios antiterrestres; pero siempre le habia complacido pensar que no habia sucumbido a aquellos prejuicios. Como hombre de ciencia y como arqueologo no podia permitirselo, aunque naturalmente se habia acostumbrado a pensar en los terrestres guiandose por ciertos moldes caricaturescos, hasta el extremo de que la misma palabra «terrestre» le resultaba vagamente desagradable; pero no tenia verdaderos prejuicios contra ellos.

AL menos eso era lo que creia Arvardan. Por ejemplo, siempre que un terrestre habia querido tomar parte en una de sus expediciones o trabajar a su lado en cualquier tipo de actividad habia sido aceptado…, si poseia la cultura y la capacidad necesarias, por supuesto; si habia una vacante, naturalmente…, y si los otros miembros de la expedicion no protestaban demasiado. Ese era el gran problema. Lo habitual era que los demas se opusieran energicamente, ?y que podia hacer Arvardan entonces salvo claudicar?

Empezo a pensar en el problema. Nunca se le habria pasado por la cabeza la idea de negarse a comer con un terrestre, eso estaba claro, e incluso estaba dispuesto a compartir su alojamiento con un terrestre…, siempre que este fuera razonablemente limpio y estuviera sano. Arvardan incluso pensaba que ese hipotetico terrestre seria tratado en todos los aspectos igual que hubiese tratado a un nativo de cualquier otro planeta, pero no pudo negar ante si mismo que siempre seria consciente de que un terrestre era un terrestre. No podia evitarlo. Era el resultado de una ninez transcurrida en un entorno impregnado de fanatismo hasta tales extremos que este resultaba casi imperceptible, y donde no te quedaba mas remedio que aceptar sus axiomas igual que si fueran una segunda naturaleza. Aun asi, cuando salias de el eras capaz de verlo tal y como era realmente al contemplarlo desde el exterior.

Ahora tenia una ocasion para ponerse a prueba. Viajaba a bordo de un estratosferico en el que aparte de el solo habia terrestres y, a pesar de ello, Arvardan se estaba comportando con bastante naturalidad…, aunque esta no llegara a ser total.

Estudio los rostros vulgares y normales de sus companeros de viaje. Se suponia que los terrestres eran distintos, pero Arvardan no estaba muy seguro de si habria podido distinguir a aquellos seres humanos de otros si se hubiese encontrado con ellos por casualidad en medio de una multitud. Acabo pensando que no. Las mujeres no eran feas, desde luego… Arvardan enarco las cejas. La tolerancia tambien tenia un limite, naturalmente, y estaba claro que ni tan siquiera se podia llegar a pensar en la posibilidad de un matrimonio mixto.

En cuanto al estratosferico, le parecia un aparato pequeno y de construccion bastante imperfecta. Se desplazaba gracias a la propulsion atomica, pero la aplicacion del principio estaba muy lejos de ser realmente eficiente. En primer lugar la turbina no se encontraba muy bien aislada; pero Arvardan penso que la presencia de rayos gamma errantes y la elevada densidad de neutrones de la atmosfera quiza pudiera resultar menos importante para los terrestres que para los seres humanos de otros planetas.

De repente el paisaje atrajo su mirada. Vista desde la capa purpura oscuro de los confines de la estratosfera, la Tierra ofrecia un aspecto realmente fabuloso. Las inmensas areas brumosas que estaban a la vista debajo de Arvardan (oscurecidas a intervalos por manchones de nubes iluminadas por el sol) tenian el color anaranjado tipico de los desiertos. Detras de ellas se veia el tenue y confuso limite de la noche que se iba alejando lentamente de la estratonave, y en el interior de aquellas sombras oscuras se podia distinguir el chisporroteo de las zonas radiactivas.

Las risas de algunos de sus acompanantes hicieron que Arvardan apartara su atencion de la ventanilla. Miro a su alrededor, y vio que las risas parecian centrarse alrededor de una pareja de edad madura, regordeta y muy sonriente.

—?Que ocurre? —pregunto Arvardan a su vecino tocandole con el codo.

—Se casaron hace cuarenta anos y estan haciendo la Gran Gira —le informo el hombre.

—?La Gran Gira?

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